El fin de un decenio

Y el comienzo de otro. En 2010 vi por última vez a Babeth. También a María. Y a Susana. Empecé los años diez con despedidas. En 2011 conocí a Sonia. En 2012 gané por fin MálagaCrea. En 2015 publiqué mi primera novela. Este 2019 he publicado la segunda. Los años se marchan, la vida no se detiene. Comienzan ahora los años veinte. ¿Serán felices? Sólo el tiempo lo dirá. Intentemos, al menos, llenarlos de contenido.

Un acontecimiento

—La vida es un acontecimiento social de gran importancia, ¿no le parece?
—Sí, y sin embargo sería tan agradable poder experimentarla a solas, con calma, sin que importune nadie.

La autoficción

Digamos que tenemos a un héroe crepuscular, pero con problemas propios de una novela de aprendizaje. ¿No le parece interesante? Alguien que está entre dos mundos: por un lado, se adentra en la decadencia. Por otro, está aprendiendo de la vida. Descubre el mundo y se despide de él. La historia de un gran incompetente.

Apuntes del natural

¿Ve esa luz rojiza en la noche? Son sus planes. Sus sueños. ¿Verdad que es bonito? Sí, el efecto es precioso, pero en realidad lo que está contemplando es cómo arden a lo lejos. Si no fuera de noche, podría apreciar mejor el humo.

Hay un mundo ahí fuera

—Hay un mundo ahí fuera.
—Que pida cita.

De los resultados

—Siempre he dejado que la intuición me guiara en la vida.
—Pero la intuición no es conocimiento.
—Por eso, por eso.

Lecciones vitales

Aprendí más de ficción trabajando para un ayuntamiento que leyendo mil libros.

El mundo académico

—El problema de hacer el trabajo sobre un escritor actual es precisamente que su obra no está terminada.
—¿Y si sufriera un accidente?

Tautología

Si las cosas fueran como creo yo, las entendería muy bien.

A veces ocurre

—¿No íbamos a encontrarnos tú y yo?
—Sí, era el trato, ¿verdad? Pero nos despistamos por el camino.
—¿Y no hay nada que podamos hacer para remediarlo?
—Quién sabe, puede que en otras realidades seamos constantes. O que nos encontremos en el futuro, sin necesidad de planearlo. No desesperes. A veces ocurre.

Intermitencias

—Yo lo que quiero es que la obra hable por mí.
—Hombre, ya, pero para eso tendrán que leerte.

Una década de música

Spotify me cuenta qué música he escuchado durante la última década y se puede observar una clara evolución: siempre me ha gustado lo mismo. Esto podría parecer cerrazón por mi parte, pero también cabría interpretarse como consistencia. En cualquier caso, yo habría estado encantado de descubrir música buena, pero las novedades que llegaban a mis oídos me parecían un horror.

El fin del amor

—Ya no siento en mí el proceso químico que antes me producías.
—Joder, le quitas todo el romanticismo.

Balances

Yo todavía espero aparecer en alguna lista de los libros más ignorados del año.

Historias románticas

—Hoy habríamos cumplido veinte años de novios.
—Vaya, cómo pasa el tiempo.
—¿Verdad? A menudo me pregunto cómo habría sido nuestra vida juntos. Seguro que te habrías cansado ya de mí.
—Menos mal que no hizo falta esperar tanto para eso.

Guía de comportamiento

Sobre todo, haga cosas de jóvenes mientras lo sea y madure en el momento adecuado. No pierda de vista las señales.

Vademécum

Las mujeres de mi vida me leyeron en un momento concreto y después dejaron de hacerlo. El ciclo vital de lectura. Al principio rellenaban los huecos entre líneas, que el lector también colabora en el proceso de creación, e imaginaban vete a saber qué de mí. Luego me conocían y había una breve luna de miel. Después se desencantaban. Ya no quedaba nada por leer aquí, la soledad es un género literario de poco éxito. A veces me pregunto si alguna, llevada por la mera curiosidad o una celebración de los viejos tiempos, habrá adquirido alguna de mis novelas, pero no lo creo.

Las hojas

El viento de la memoria agita los recuerdos. Y está bien que sea así. ¿De qué otro modo podríamos sobrellevar este tedio? ¿Esta calma absoluta en este parque en el que ya no pasea nadie? Sería demasiado aburrido permanecer sentado en este banco sin la compañía al menos del rumor de las hojas. Estas hojas otoñales que acabará llevándose el viento.

La voluntad popular

Lo peor de que te rechacen continuamente, aparte de los sentimientos heridos, es que te entran dudas razonables. Al menos, si crees en la democracia, claro.

Habitaciones vacías

La vida ha transcurrido fuera mientras yo permanecía en habitaciones vacías, me digo ahora que el 2020 asoma su cabeza por la vagina del tiempo. Y conocer esto es muy importante, puesto que podré seguir teorizando sobre ello en habitaciones vacías.

De socializar

—Háblenos de sus habilidades sociales.
—¿Hacer el ridículo cuenta?

Hollywood

Soñé que Netflix me pagaba unos buenos maravedíes para hacer una serie de Órbita 76. Dirigía Nacho Vigalondo y protagonizaban Emilio Gutiérrez Caba (Gagarin) y Mario Casas (nieto). Resultaba un éxito total, la serie más vista del año, análisis sesudos en revistas de prestigio, teorías alocadas en Reddit, etc. Netflix me ofrecía una segunda temporada y yo aceptaba por puro interés económico (sabía perfectamente que la historia estaba terminada y que nada bueno iba a salir de allí, pero quería una casa con piscina). El caso es que en el ínterin me nominaban a un par de Emmys, por lo que acababa yendo a Los Ángeles con la mejor actitud de Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí. Yo pensaba que me iría de vacío y sólo premiarían a los candidatos WASP, pero no contaba con el factor de molestar a Trump. En fin, que allí estaba yo en la fiesta de Netflix con un Emmy en cada mano, lo que era un engorro para embriagarse (el camarero me miró mal cuando le pedí una pajita para el champán), cuando vi que entre la multitud se abrían paso las cejas de Martin Scorsese, que me abordaba para comentarme que quería comprar los derechos de Fuera de trama, que el papel de Horacio Tramunt podría interpretarlo Robert de Niro con unos buenos filtros en el rostro para rejuvenecerlo. Yo asentía encantado y justo en ese momento aparecía también Spike Jonze para ofrecerme una adaptación de La gente normal con Joaquin Phoenix de protagonista. Pero me desperté antes de que pudiera firmar algún contrato.

Transparencia

—A veces pienso que hay algo intrínsecamente malo en mí y por eso la gente me trata así.
—No es eso, hombre.
—Gracias. ¿Qué dirías entonces que es?
—Tu único problema es que no lo disimulas y la gente te lo nota.

De lo útil

—La fe te salvará.
—No necesito fe, tengo estudios.

Pragmatismos

—¿Y usted de qué lado está en esta guerra?
—¿Yo? Del lado de los que ganen, claro.

Problemas prácticos

La mayéutica funciona sobre el papel, pero es imposible aplicarla en la práctica, salvo con las escasas personas razonables que uno encuentra en la vida. ¿Cómo explicarle a una persona egoísta que si todo el mundo se comportara como él la convivencia sería imposible? Te dará la razón, pero objetará que no considera que los demás tengan el mismo derecho que él.

Mejoras

Desde que uso la férula, ya no rechino los dientes mientras duermo. Ahora sólo aprieto la mandíbula hasta hacerme daño.

Érase una vez

Érase una vez un reino en el que vivía un empren-dador que se dedicaba con ahínco a su misión vital: crear riqueza y empleo. Esto no lo hacía por motivos egoístas como podría pensar alguien sin valores (que hubiera una demanda de productos que él podía cubrir a cambio de valiosos florines era del todo irrelevante), sino por mera vocación. Era el ciclo de la riqueza, como había aprendido en la Alta Torre de Economía con el Gran Maestro Amán-Thio Ohrtegga. Los empren-dadores creaban riqueza de la nada absoluta y luego la distribuían desde sus bolsillos entre la sociedad del reino según unas fórmulas arcanas que no podían revelarse al vulgo. Todo iba bien en el reino hasta que el nuevo Gran Visir decidió cobrar un diezmo a los empren-dadores con la endeble excusa de que así podrían financiarse importantes infraestructuras, como por ejemplo contratar más sanadores para atender a los enfermos. Esto era un grave insulto. ¿Cómo empren-dar en estas condiciones? No sólo arrebataban a los empren-dadores la dicha de la eventual caridad, también querían perturbar el ciclo natural de la riqueza, lo que sin duda acarrearía grandes calamidades para todos. Se agostarían los campos. Se morirían los recién nacidos en las cunas. Se secarían las treinta y cinco fuentes del monte Ibex. Diríase que el Gran Visir deseaba expulsar a los empren-dadores y obligarlos a marchar a las remotas tierras de oriente para crear riqueza con gran dolor y llanto allí. No podía tolerarse semejante injusticia. El empren-dador se reunió con el sabio monarca, que de inmediato ordenó ejecutar al abyecto y diabólico Gran Visir, renovando de este modo la antigua y sagrada alianza entre la Corona y los nobles empren-dadores, que continuaron por muchos siglos más con su hermoso y benigno proceder.

Un cambio imposible

¿Por qué no hay esperanza? Porque nunca aprendemos, no somos capaces de cambiar nuestras estructuras mentales, sólo las categorías dentro de ellas. Sustituimos, por ejemplo, una moralidad por otra en vez de aceptar que, en lo que respecta a adultos libres, se trata siempre de un asunto privado. Estamos mal construidos, en realidad nunca hemos sabido adaptarnos al mundo y por eso hemos hecho justo lo contrario: adaptar el mundo a nuestras apetencias (ni siquiera a nuestras necesidades).

La solución a sus problemas

Agregue a Lord Zanteka al Whatsapp para que le oriente en las decisiones vitales que le roban el sueño. Desde hace milenios, los grandes curanderos africanos han asesorado a los líderes mundiales a través de las nuevas tecnologías. No se quede usted atrás y agregue a Lord Zanteka en su teléfono y en su vida.

El TFM

—Buenos días, me gustaría que fuera mi tutor para el trabajo de fin de máster.
—Muy bien, ¿qué tema vas a trabajar?
—He pensado en hacer un estudio sobre la obra de Gabriel Noguera.
—No me suena el autor.
—Soy yo.
—¿Cómo dices?
—Aprovechando que tengo libros publicados, me gustaría analizarme y llegar a conclusiones sesudas sobre mi obra.
—Esto es altamente irrelevante.
—Pero piense que sería muy cómodo para mí. Por un lado, tengo fácil acceso a las fuentes. Por otro, nadie podría refutar ni la más loca de mis afirmaciones.
—Tengo que admitir que jamás había conocido a alguien tan audaz y, al mismo tiempo, tan vago.

Ante todo, no se altere

No hay más vida que esta, pero tómesela con calma. No tendrá otra oportunidad, pero no se ponga nervioso. Tiene que acertar en las elecciones que tome, pero no se estrese. Ante todo, no se altere.

La vida como renuncia

«Yo quisiera llegar a los sitios y que la gente aplaudiera», escribía en este blog hace ya catorce años. Por suerte, con el tiempo he renunciado a las ambiciones desmesuradas, aunque al decirlo así parezca que fue una decisión voluntaria.

Lo concreto

—He notado que cuantas menos cosas tengo, más feliz soy.
—A mí también me pasa.
—¿Verdad?
—Sí: cuantas menos cosas tienes puestas, más feliz soy.

Mester traigo fermoso

—Buenos días, bella dama.
—Hola. ¿Qué le pongo?
—Una de amor.
—¿Cómo dice?
—Que la amo. Desde hace mucho tiempo.
—Me parece muy bien, pero aquí vendemos fruta.
—Fruta de la pasión, entonces.
—¿Maracuyá? No nos queda.
—No, no, me refiero más bien al fruto prohibido.
—Todo lo que vendemos aquí es legal.
—Creo que no nos estamos entendiendo, señorita.
—Pues el entendimiento es importante en el amor, caballero.

Lecciones de sabiduría

—¿Qué es la vida, sensei?
—Enterrar ilusiones.
—Pero ¿a modo de cápsula del tiempo?
—Si eso te vale...

Ahora

Recuerdo pensar en 1992, cuando empezaba el instituto, que quedaban ocho años para el año 2000. Y me parecía mucho. A poco más de un mes para el año 2020 me pregunto dónde se ha marchado mi vida y cómo ha sido el proceso tan rápido.

Don de gentes

—Vas a tener que empezar a ser más hablador e ir a cosas y que te conozcan. ¿Hoy hay ya algo del Festival Eñe? Ve y que te vean. Habla con la gente.
—Creo que quedo mejor con la gente si no hablo.

Lógica aplicada

Si salimos juntos a la calle nos mojaremos menos, pues seremos más a repartir la lluvia.

La soledad sempiterna

Mis compañeros del Máster no me saludan por la calle y en clase se les ve incómodos cuando intento entablar conversación con ellos. Supongo que me ven viejo (me conservo bien, pero no tanto como para parecer un veinteañero que acaba de salir de la facultad) y no saben de qué hablar conmigo. Paradójicamente, me siento como si hubiera vuelto al instituto; sólo ha cambiado el motivo de la marginación.

Las heces

—Últimamente suelo soñar que estoy cagando en público en diversas situaciones y siempre me da mucha vergüenza, sobre todo cuando tengo que limpiarme el culo. Me pregunto si tendrá algún significado.
—Busquémoslo en internet. Vale, aquí dice que sueñas eso porque te cuesta mostrar tus sentimientos.
—No sé cómo tomarme eso. ¿Mis sentimientos son mierda?

El cinismo bancario

«Menos es más», anuncia con alegría y orgullo el banco para informar a los clientes de que reducen el horario en el que atenderán al público en caja.

Un análisis del Soneto IV de Garcilaso de la Vega

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.

A modo de análisis personal (una reflexión siempre cotiza al alza en la mente de quien la emite, aunque su valor en el mercado de opiniones puede ser nimio), podríamos sumarnos al debate con una, digamos, interpretación etílica en la que entendemos el yo poético como un dipsómano que pasa por diferentes estados de embriaguez en un bar mientras piensa en la persona amada. Así vemos la leve euforia inicial de las primeras copas, cuando todo parece posible, pero esto no dura y pasamos a la inmediata depresión con su correspondiente momento autocompasivo a medida que aumenta la borrachera y, finalmente, el instante en que acaba poniéndose pendenciero y amenazando con el uso de la violencia a quien se interponga en su justo camino, ya sean montes, prisiones, obstáculos o hasta la misma muerte. Podemos imaginar una adenda al texto en la que lo expulsan del bar y quizá, por qué no, es víctima de una paliza por parte de los parroquianos. Por darle colorido, digamos incluso que recibe alguna pedrada profética de aquella que acabará años después con su vida (si interpretamos, como de costumbre, este yo poético como un yo confesional de Garcilaso). Giro de guion (o de guión, por usar la ortografía anterior) a la manera de Shyamalan.

Del estilo

¿Puede un edificio narrativo sostenerse sólo sobre tapices bellamente ornamentados? Quizá no, pero sí aguantar durante el rato que el lector deambula por sus amplios salones y derrumbarse después de que lo haya abandonado, dejando un grato e imborrable recuerdo en la memoria.

Demostración práctica

—Quería hacer mi tesis sobre el amor cortés, profesora.
—Bien, es un tema que siempre puede dar un poco más de sí.
—Quería enfocarlo sobre todo en usted, puesto que la amo locamente, pero en la distancia.
—El amor cortés era bastante imbécil en el fondo, así que seguramente consigas una matrícula de honor.

De aprovechar la vida (y 3)

—Qué aburrida se me hace la vida sin ti.
—Pero ¿tú me quieres de pareja o de guionista?
—¿Qué?
—¡Ni que fuera obligación mía crear contenidos para tu disfrute!

De aprovechar la vida (2)

—Qué triste se me hace la vida sin ti.
—Eso está bien, la gente valora más los dramas que las comedias.
—¿Qué?
—Piensa en los pocos premios que se llevan las comedias. Tendrías que estar orgulloso, llevas una vida de concurso.

De aprovechar la vida

—Qué larga se me hace la vida sin ti.
—¿Eso quiere decir que conmigo se te haría corta? Entonces no sabrías aprovecharla como es debido, así que sales ganando ahora.
—¿Qué?
—Exprime cada segundo que pasas sin mí, sácale jugo a la vida.

De los nombres

En el máster hay varias alumnas chinas. Lo llamativo del asunto es que eligen nombres españoles para facilitarnos la tarea a los autóctonos y así las llamamos Marisol, Marta, Estrella, etc. Nombres de viaje, por así decir. Me acuerdo de aquel político catalán que aseguraba llamarse «del mismo modo aquí y en la China Popular» y pienso que adoptar otras identidades tiene pinta de ser más divertido.

Los exiliados

Después de muchos años, vuelvo a la universidad. Como entonces, tomo el autobús para llegar a ella, pero muchas cosas han cambiado. El número de la línea ya no es el mismo, aunque esto es un detalle menor. Cuando estudiaba la carrera, era en las paradas del centro donde subían más estudiantes. Vivían allí, claro (también cerca del campus), en el meollo. Ahora no, la gentrificación los ha expulsado del centro de la ciudad y el autobús ya viene cargado de alumnos cuando me subo a él en la misma parada de antaño.

Cuentos ferroviarios

—¿Tú crees que algún día podremos subirnos en el tren de la historia?
—Quizá si nos arrolla.

La lógica del voto

—¿Y usted a quién va a votar?
—¿Yo? A los enemigos de mi clase social, para que me perdonen la vida.

Ventajas de la decadencia

Cinco años ya sin ganar un primer premio literario. Los lustros se consumen ahora con una rapidez aterradora. Pero esto no es malo del todo: diríase que, con el tiempo, las largas derrotas se convierten en breves suspiros.

One of these days, these days will end

La nostalgia hacia el pasado tiene que ver fundamentalmente con el papel que uno representó en él. Un papel tamizado de manera muy conveniente a través de la memoria, claro, que siempre trata de engañarnos con el revisionismo histórico. Es cierto que éramos jóvenes y, por lo tanto, nos sentíamos protagonistas. Pero ¿realmente lo éramos? Puede que en ciertas ocasiones. Al menos, estábamos llenos de energía aunque no pasáramos de meros extras. ¿Qué nos queda ahora, en cambio? La contemplación lejana del presente y el temor al futuro, que imaginamos mucho peor. Con razón.

Todas las fiestas del ayer

Y pienso que podríamos encontrarnos aún en todas las fiestas del ayer, si pudiéramos retorcer las normas del espacio-tiempo y tú y yo hubiéramos sido otros muy distintos. O al menos yo.

Medicinas

—Creo que tu belleza es buena para la salud.
—No veo qué relación tiene una cosa con la otra.
—No sé, te miro y me parece que mi tensión arterial mejora.

Los tiempos

Empiezo hoy un máster. A mis años. Siempre lo hago todo tarde y mal, pero no termino de acostumbrarme a ello. Supongo que necesito todavía más tiempo.

La espera

Apretar los dientes hasta que revienten las mandíbulas. El cuerpo busca maneras de liberar la tensión. Aunque uno no sepa de dónde viene ésta. Se genera sola, al parecer. Espera que suceda algo, pero ¿qué? Quizá un momento único e irrepetible.

El fin

Soñé que el viejo mundo se derrumbaba y me dedicaba a pasear entre las ruinas. Trataba de no pisar los charcos en los que pequeñas olas se formaban y parecían intentar acariciarme los pies. Una anciana me dijo desde el umbral de su casa que el fin siempre iba a ser insatisfactorio.

Formas de competir

Hay muchas formas de fracasar en la vida. La mía es por incomparecencia.

La necesidad

—¿Por qué escribe usted?
—Tengo la necesidad.
—Vamos, que es una carencia. ¿Ha consultado con el médico?
—¿Qué?
—Quizá se podría solucionar con medicación, ¿nunca lo había pensado?

La reclamación

García se levantó una mañana de la cama cansado de que la vida y sus doradas oportunidades continuasen ignorándolo, por lo que salió a la calle a interpelar a los transeúntes con la conocida frase: ¿Qué hay de lo mío? Como nadie sabía responderle, empezó a golpear a los viandantes hasta que la policía procedió a detenerlo.

Pasos

Los objetivos vitales son un espejismo y los espejismos son, por definición, inalcanzables.

La ciencia del piropo

Dice la ciencia que la mujer más guapa del mundo es Bella Hadid (y no tú). Yo me paso a la magia.

Técnicas de relajación

—Me gustaría al menos tener quinientos lectores, pero no sé cómo promocionarme.
—¿Por qué ese interés en que se fijen en usted? ¿No se ha planteado que tal vez sean delirios de grandeza? Quizá no merece usted esa atención. Deje de intentar forzar las cosas. No puede obligar a los demás a leer sus obras. Relájese y deja que las cosas fluyan. Si ha de suceder, que ocurra de forma natural.

Pequeñas lecciones de sabiduría que no sirven para nada

—Siempre hay cosas que hacer.
—Ya, pero en eso consiste estar vivo.
—¿Cuándo habrá tiempo para descansar?
—Cuando ya no quede tiempo.

Al menos

—Últimamente los únicos emails que recibo son corporativos. Quién me iba a decir que un día se acordarían de mí empresas y no personas.
—Sólo quieren tu dinero.
—Sin duda, pero al menos quieren algo de mí.

Iniciativas

—A usted le falta iniciativa para triunfar, caballero.
—Eso no es verdad, estoy lleno de energía y de buenas ideas que llevar a cabo.
—¿Eso cree? ¿Usted sería capaz de hacer cosas propias de un mafioso miserable?
—Claro que no, me daría mucha vergüenza comportarme así.
—¿Lo ve? Por eso es usted un muerto de hambre.

Opciones

—Entre el dolor y la nada, ¿qué escogerías tú?
—Yo soy equidistante.

La vida literal

—Una de las cosas que más valoro en un hombre es la sinceridad.
—Quiero follarte y pasar luego de ti.
—A ver, déjame matizarlo.

Un cuento corto

Piensa el lobo cuando ve al perro del pastor: ya está ahí ese cipayo haciéndome pasar hambre.

La organización de la vida

Sería una buena idea que desde muy jóvenes nos hicieran a todos tests de compatibilidad para que pudiéramos relacionarnos sólo con personas afines y lograr de esta manera microsociedades virtuosas. Con la excepción de las ciudades de psicópatas, claro.

La vida imposible

Una de las cosas que más me entristecen de envejecer es que me voy quedando sin tiempo para aprender a comportarme como una persona normal.

Ambiciones

—¿Tú no sueñas con vivir en un mundo mejor?
—Huy, pero eso es muy caro.

Las trampas de la mente

Lo peor de tener una fecunda imaginación es que, con el tiempo, ya no sabes si tus éxitos sucedieron o si te los inventaste.

Políticas modernas

—¿Cómo haría usted para que aumentara el sentimiento monárquico en este país?
—Muy sencillo. Haría que el pueblo participara.
—¿Se refiere a acercar la monarquía al pueblo? ¿Que se mostraran más campechanos, como personas normales con las que identificarse?
—No. Aceptemos lo evidente: la monarquía nos vende la idea de que debemos pleitesía a unos tipos prácticamente por mandato divino. ¿Por qué he de sentirme cerca de alguien que me venden como mejor que yo? El culto a las élites no convence a todo el mundo. Así que para que la gente fuera monárquica se tendría que hacer una monarquía por sorteo.
—¿Cómo dice? ¿Una monarquía electiva? ¿Como si escogiéramos al presidente?
—No exactamente. Al final se presentarían sólo unos pocos que pudieran pagarse la campaña y estaríamos en las mismas. No, sería por sorteo, como una lotería. Cada habitante tendría la oportunidad de que le tocara ser rey y su familia seria la familia real del momento (habría que estudiar qué duración establecer para los reinados). ¿Cómo no sentirse monárquico con un sistema así? Además, las relaciones interpersonales mejorarían, puesto que nunca podríamos saber si al imbécil del tercero le tocaría ser rey en un futuro y tomaría represalias por aquella vez que no le saludamos en el rellano.

El tamaño

—¿Tú crees que el tamaño es importante cuando se trata de una relación?
—Por supuesto que importa. Pero la relación sentimental no tiene que ser larga, sino ancha y, sobre todo, intensa.
—No sé si estás siendo elegante contestando o sutil.

Del humor

—La vida es mitad tragedia y mitad comedia.
—Sí, pero la comedia es mala.

La conquista del aire

Oh, querida, años y años escribiéndote; tu vida ha estado salpicada de palabras escupidas por mí. Cualquiera diría que nuestra historia fue muy larga y más bien se parece a un zepelín: lo nuestro sería la pequeña góndola en la parte inferior y las palabras formarían la enorme superficie rígida llena de hidrógeno inflamable que nos elevaría.

Una cantidad razonable

—Buenos días, ¿podría darme veinte euros?
—¿Por qué motivo?
—Es una cantidad razonable.
—¿Ya está? ¿Tengo que darle veinte euros porque es una cantidad razonable? ¿Le parece eso suficiente?
 —No pido demasiado.
—Depende. Veinte euros a cambio de nada me parece un dispendio exagerado.
—Tendrá mi gratitud eterna.
—No digo que no, pero me gustaría saber en qué establecimientos podría canjear esa gratitud.

La concienciación

Como era de esperar, el concurso de relatos sobre el cambio climático fue declarado desierto.

La reconversión

—Buenas, quería solicitar un subsidio.
—¿De desempleo?
—Prácticamente. Verá, soy un autor poco leído y, claro, esta escasez de ventas me viene muy mal para vivir. ¿No tienen alguna prestación para escritores? Yo podría escribir grandes obras si el estado me diera apoyo económico. Ayudaría a mi estabilidad emocional, sobre todo. Y a combatir mi insomnio.
—Esto es altamente irregular, ¿por qué el estado tendría que pagarle por su falta de adaptación al mercado editorial?
—Tómelo como una especie de reconversión literaria. Como un PER de los libros.

32

Querida, cumples ahora la edad que tenía yo cuando nos conocimos. Podría decirse que hemos dado una vuelta completa a la vida. Y, sin embargo, parece que fue ayer. Sobre todo por ti, que conservas la misma mirada y estás tan joven como siempre.

Relaciones públicas

—¿A ti te gusta relacionarte con otros seres humanos?
—¿En la cama? Supongo que con animales será peor.
—No lo sexualices todo, me refiero a relacionarte con personas en general. Fuera del ámbito sexual.
—Ah, pues un poco aburrido, ¿no? ¿Qué otro interés podría tener en las personas? ¿Canibalismo?
—¿No te gusta simplemente hablar con ellas?
—Pues... A ver, creo que hay cierta utilidad en ello. Me permite conocer realidades distintas a la mía. Esto viene muy bien a la hora de escribir, puesto que no hay que inventar tanto.
—Estás hecho todo un filántropo, sí.

Las rutinas

Usted necesita horarios establecidos, como los niños pequeños. Unas rutinas fijas para que no se desmadre. Imagine que dispusiera de todo el tiempo libre del mundo. No sabría qué hacer con él, admítalo. Se perdería en esa vorágine de horas muertas. Lo mejor es que nosotros nos ocupemos de todo, deje que los profesionales administren su tiempo.

La gestión del tiempo

El tiempo es un recurso precioso y hay que saber gestionarlo bien. Yo no tengo ni idea de esto. Pensemos, por ejemplo, en el trabajo. Necesitas que el tiempo corra cuando estás trabajando, pues te interesa llegar pronto al fin de semana, a las vacaciones, etc. Tu único interés en el empleo es el sueldo, preferirías dedicar tus horas a algo más interesante. El caso es que se te marcha la vida inadvertidamente. Digamos que logras que no se te hagan demasiado pesadas las horas en la oficina. Bien por ti. Pero ha pasado un año de tu vida, por ejemplo. Y no tienes una cantidad ilimitada como para gastarla así. Quisieras disfrutar del tiempo, sobre todo ahora que eres más o menos joven y gozas de salud y energía. Pero no. Tienes que dedicar tu tiempo a actividades aburridas y a engaños mentales para hacerlas llevaderas. Y pasa la vida. Haría falta dinero para disfrutar del tiempo. La gente rica puede hacerlo. Pero tú no eres rico y necesitas un trabajo para conseguir dinero. Y entonces no tienes tiempo. Es un sistema perverso.

Una historia de trámites

Mis cartas de amor eran desestimadas por silencio administrativo.

Géneros literarios

Según Sonia, mi género literario es la deficiencia ficción.

Ciencia fricción

—Querida.
—No empieces.
—Pero ¡yo te quiero!
—Me parece fenomenal, siempre que no lo compartas conmigo.
—¿Cómo no hacerlo? Eres tú la causante de mis sentimientos, ¿cómo no declarártelos?
—Perdona, pero el amor que sientes es una reacción química de tu cuerpo de la que no puedes hacerme responsable. ¿Acaso todo el mundo se enamora de mí? No, por lo tanto, no soy yo quien lo provoca. No niego que sientas algo, pero ¿qué culpa tengo yo? ¿Por qué tengo que hacerme cargo? Es como si al verte me entrara hambre y tuvieras que darme de comer, ¿te parecería justo?
—Yo te alimentaría siempre.
—No me estás entendiendo.

Del posibilismo

Una cosa por la que me siento joven es que todavía no me ha dado por votar a los moderados, a los sensatos, a los tibios. Aunque también puede ser porque no tengo un duro.

Intuiciones

Creo que a lo largo de mi vida sólo me he relacionado con mujeres liberadas e independientes, pues ninguna hacía nada de lo que quería yo.

Empleos

—¿Por qué deberíamos contratarlo?
—Soy un excelente trabajador.
—Si así fuera, no estaría ahora desempleado.
—¿Cómo dice?
—Si usted valiera la pena como trabajador estaría ya contratado en alguna otra empresa. En alguna mejor que la nuestra, de hecho, si es de verdad excelente como asegura. Sin embargo, viene usted aquí a suplicarnos un puesto.
—No, lo está interpretando mal. Yo he dejado mi empleo para venir a trabajar aquí.
—¿Aquí? ¿En esta empresa de mala muerte? Eso es que no está usted bien de la cabeza y aquí no aceptamos majaderos. Buenos días.

Las migajas

El tiempo pasa.
La vida se marcha.
La gloria no llega.
Pero no importa.
Nos quedan las migajas.

Al final

Nuestras mejores intenciones fueron neutralizadas, el tiempo se encargó de desactivarlas. La simple fricción del aire detuvo nuestro movimiento, que creíamos potente, radical, transformador. En nuestros modelos teóricos no teníamos que enfrentarnos a fuerzas contrarias, como si nos moviéramos en el vacío. Todo fracasó al intentar aplicar a una realidad imperfecta un sentimiento de una pureza perfecta.

Síntesis

—Siempre hubo muchos obstáculos para lo nuestro.
—No es verdad, sólo hubo dos: tu falta de atractivo y mi desinterés.

Heridas

Querida:
Todos los días pienso en ti, aunque sé que esto te suena a romántico trasnochado del XIX. Pero ya me conoces. Digamos que tengo una herida. Soy como un mutilado de guerra. En este caso, un mutilado de amor, por ñoño que suene. Se puede intentar hacer vida normal, pero hay una carencia muy importante. Aunque esto de mutilado de amor suena a amputación de pene. O puede que sólo me lo parezca a mí.

Encuentros truncados

Me acerco al banco para sacar unos euros de mi maltrecha cuenta corriente y me encuentro, haciendo cola frente al cajero, a un autor que admiro. Por un momento estoy tentado de decirle algo, pero finalmente decido que no, puesto que seguramente no me habría tomado por un lector, sino por un tipo que quería atracarle.

Aviso del sistema

Tu mensaje no merece ni una respuesta automática de Gmail.

Catarsis

Soñé que en el cielo aparecía un mensaje luminoso que, con grandes letras, decía: A NADIE LE IMPORTAN TUS MIERDAS.

Casi matemático

—Mi plan de vida es alcanzar la victoria por acumulación de derrotas.
—No parece muy sensato eso.
—Piénsalo. Llegará la derrota que colme el vaso, ¿no? Y entonces revertiré la tendencia. Esto es casi matemático.

Claridad

—Me ha estado picando toda la noche un mosquito.
—A mí también.
—Qué cabrón.
—Dicen que son las hembras las que pican.
—Bueno, pues qué cabrona. Toda la noche metiéndose en nuestra cama.
—Ya. Oye, esto no cuenta como trío.

Chascos habituales

Recibo una petición de amistad en Facebook y pienso: seguro que es un agradecido lector que quiere conocer mejor al autor de esos maravillosos libros. Pero no.

La violinista y el perro

Una chica toca el violín en la calle y su perro aguarda pacientemente a su lado. Yo, como es natural, me pregunto qué pensará el perro. Qué significado tendrá en su mente perruna el acto de detenerse en un punto concreto de la calle para sacar sonidos melodiosos de un objeto de madera. Le parecerá normal, claro. No conoce otro mundo.

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Es raro continuar de pie cuando seres humanos mucho mejores que yo han caído. Por suerte, enseguida recuerdo que esto se debe al azar, no al mérito.

Un amor duradero

Querida:
Lo nuestro fue breve y tangencial, como el momento en el que un cometa y un planeta pasan cerca del otro en la inmensidad del universo para no volverse a encontrar nunca más. Pero no importa: los habitantes de mi planeta, ingenuos y primitivos, recuerdan todavía tu paso por el firmamento, han creado toda una cosmogonía alrededor de tu figura y auguran tu regreso. Sé que con este símil estoy diciendo que para que lo nuestro hubiera sido duradero el cometa tenía que haberse estrellado contra el planeta y exterminado a todos sus habitantes, pero el amor y sus metáforas son un asunto complejo.

Perdidos en el camino

¿Dónde van los fantasmas de los muertos en carretera? Porque vagar por el arcén no es tan interesante como hacerlo en los pasillos de tu casa, espantando a los nuevos inquilinos y perjudicando al mercado inmobiliario. ¿Hacen autoestop para volver a casa, como Ulises modernos? ¿Se dedican a buscar compañía como la chica de la curva? ¿Caminan sin rumbo fijo y se pierden en la noche? «Ve hacia la luz», escucharon decir en vida, pero en carretera se complica la cosa, con tantos faros de coches y semáforos.

Nada personal

—¿Por qué eres siempre tan desdeñosa conmigo? ¿Es que me odias?
—¡Por supuesto que no! Es sólo que normalmente me cuesta recordar que existes.

Del futuro

Esperábamos un futuro con coches voladores y sólo hemos conseguido patinetes eléctricos.

La reforma sentimental

Muy querido mío:
El próximo día 30 de septiembre de 2019 finaliza el contrato de amor suscrito con Vd. y cuyos datos se reseñan al pie. En cumplimiento de las normas vigentes sobre cariño y atracción, se le comunica que con esa fecha quedará rescindida a todos los efectos su relación con la que suscribe, causando baja en esta pareja.

Medios

Te he follado muchas veces en mi imaginación, que es como follamos los desheredados de la Tierra.

Otro sueño

He conocido a Nick Cave, es muy simpático. Me pregunta qué se siente al conocerlo. Le digo que me da mucha vergüenza. Él se ríe y comenta que es debido a que somos hombres blancos y nos cuesta mostrar nuestras emociones. «Es verdad», contesto yo, «si fuéramos negros haríamos cosas así». Y de un salto chocamos los torsos como he visto hacer en ocasiones a los jugadores de la NBA. Esto no carece de dificultad, puesto que mide casi veinte centímetros más que yo.

Un sueño

Estoy en un supermercado intentando comprar limones. Esto en principio parecería fácil, pero cada vez que cojo uno se me cae al suelo y tengo que cambiarlo disimuladamente por otro que no esté reventado. Ayuda que la luz se va cada poco tiempo, quizá porque todo el mundo tiene puesto el aire acondicionado en la ciudad, aunque no puedo saber si ésta es la causa. Por fin mis torpes manos capturan con éxito un limón, voy hacia la caja para pagarlo y me encuentro en un pasillo a mi amigo Chema. Va vestido como una especie de David Bowie, con un mono deportivo con cortes repartidos por la tela. Me explica que es homosexual y vampiro, cosa que puedo verificar por sus colmillos. Dice que tiene que visitarme alguna noche y yo maldigo mi suerte: con el calor que hace, tendré que dormir con la ventana cerrada para que no entre por ella convertido en niebla.

Cosas poco prácticas

Si los ataques de ansiedad tuvieran puntualidad británica al menos podríamos organizar nuestra vida alrededor de ellos.

El momento

—Este es el momento en el que tú y yo nos enamoramos.
—¿Ahora, sin comer?
—El amor se presenta sin avisar.
—Vale, digamos que es el momento. Pero yo diría que no es el lugar.
—¿Qué?
—Es un problema espaciotemporal que supera nuestro entendimiento y por tanto debemos dejar a la física. O a la ciencia ficción.

Tendido y senilidad

—Aquí estamos.
—Sí.
—Esperando ya sólo el final, la muerte.
—Qué remedio.
—Pero al menos lo hacemos acostados y no de pie. Es más descansado.
—También es verdad.

Rompecabezas

Escribir es a menudo como montar un puzle de un millar de piezas a las que vas dando la vuelta una a una.

La intensidad

—El problema es que a usted le cuesta mantener la intensidad.
—Es verdad, tengo poco fondo físico.
—No, me refiero en general. ¡En la vida! Incluso una estrella moribunda mantiene una intensidad descendente. Usted fluctúa.
—¿Cómo las mareas?
—Ni siquiera eso. Las mareas también son constantes, usted es como un fenómeno atmosférico repentino y efímero.
—Muchas gracias.
—No es un halago. Es usted caótico y, al mismo tiempo, casi siempre imperceptible. Como mucho, alcanza el nivel de una mosca que molesta durante un segundo para desaparecer al momento.

El club

Si me dejarían pasar ustedes un momento al interior del club, eso es lo que me gustaría saber. Sólo un instante, para ver cómo lo tienen decorado, siempre me lo pregunto cuando paso por delante. Prometo no molestar, no hacer preguntas ni fotos, sólo déjenme estar unos segundos en un rincón, en completo silencio, observándolo todo con ojos curiosos y empapándome de grandeza.

Un epílogo

—Podríamos escribir un epílogo a nuestra historia, es muy triste que acabase con unas páginas en blanco.
—Creo que lo has entendido mal. Lo nuestro terminó como Los Soprano: con un fundido a negro.

Big data

—Las ventas de tu libro han sido pésimas.
—A mí no me mires, la culpa es del algoritmo de los lectores.

Cosas de niños

—Los ancianos se comportan como niños.
—Eso explica la gerontocracia de la iglesia católica.
—¿A qué te refieres?
—Sólo un niño tendría un amigo imaginario.

Septembrino

El carácter septembrino le acompañará toda la vida, por mucho que se esfuerce por adoptar, digamos, una personalidad más propia de la primavera. Piense además que entonces le afectaría la astenia primaveral y estaríamos en las mismas. No, el final del verano es lo apropiado para usted, sobre todo porque va cumpliendo años y acercándose al otoño.

La perfección

—Señorita, es usted perfecta.
—Gracias.
—Necesito follar con usted.
—¿Cómo dice?
—Porque es usted perfecta, repito, y me gustaría acceder a la perfección al menos una vez en la vida. Sea compasiva.
—Perdone, pero no me parece un motivo de peso. No es culpa mía que no haya accedido nunca a la perfección. Es más, digamos que soy perfecta: ¿acaso es usted digno de la perfección?
—Es verdad, me parece justo. ¿Y una paja?

La entrevista

—¿Tiene usted referentes?
—¿Quiere decir referencias? Claro que sí, he incluido los números de teléfono de varios de mis anteriores empleadores, por si quiere comprobar mi validez para el puesto.
—No, yo digo referentes. Gente a la que usted admire y tome como modelos de conducta.
—Pues... ¿vale algún músico de rock?
—Ya veo. Es usted un tipo poco serio, todavía en la adolescencia. Admira a gente que se pasa el día follando, tomando drogas y tocando instrumentos musicales para divertimento de las masas. Nada productivo, sólo tiene el ocio en mente. En vez de tener como referentes a políticos liberales y emprendedores que mejoran la economía de nuestra sociedad. Buenas tardes.
—¡Espere, me sé alguna frase de Churchill! ¡La del sudor y las lágrimas!
—Buenas tardes, caballero.

Dinero

El capitalismo está esperándolo con los brazos abiertos, pero usted se empeña en resistirse. ¿Por qué no se muestra razonable? Ponga algo de su parte. Tan sólo tiene que dejarse moldear, sea como barro dúctil y maleable para encajar como es debido.

El signo de los tiempos

Una pareja se despide en la estación. Ella reposa la cabeza en el pecho de él mientras lo abraza con los ojos cerrados, intentando exprimir al máximo estos últimos momentos. Él mira el móvil.

Consistencia

—¿Por qué llevas siempre la misma ropa?
—Muy sencillo. ¿Sabes eso de que cuando mueres ves pasar tu vida entera? Pues no quiero fallos de raccord.

Líneas que se cruzan

—Encontrarnos sería sencillo.
—Sí, sólo tendríamos que coincidir en algún sitio.
—Claro, ¿dónde te apetece que nos veamos?
—Pero eso no depende de mis apetencias, sino del destino.
—¿Cómo dices?
—Las cosas no hay que forzarlas, no podemos jugar a dioses.
—Pero yo hablo de quedar.
—Ah, te refieres a un encuentro deliberado. ¿Dónde está el romanticismo en eso?

Cosas con las que entretenernos mientras esperamos la muerte

—¿Qué llevas puesto?
—Perdona, pero eso no es de tu incumbencia.
—Podrías venir a mi casa a follar.
—Oye, ¿qué te has creído?
—Lo siento. Es sólo que nos deslizamos inexorablemente hacia la nada y podríamos aprovechar mejor el tiempo del que disponemos.
—Vale, voy.

Confusiones

A veces en la tele hablan de los jóvenes y yo me siento aludido.

Cosas concretas

—¿Le gustaría pasar unas vacaciones en un entorno de película?
—Depende. ¿De qué género cinematográfico estamos hablando?

Cosas secundarias

Me gustaría encontrar motivos para la tranquilidad, pero nunca tengo tiempo.

Inteligencia artificial

La inteligencia artificial ha llegado ya a los electrodomésticos para hacernos más fácil la existencia y Alberto se ha comprado un microondas con el que mantiene interesantes charlas mientras calienta la comida. Quién le iba a decir que tendría esta camaradería con un horno, piensa a veces malinterpretando los sentimientos del microondas, que se ha enamorado de él. Una noche llega con una chica a casa y hace el amor con ella. A la mañana siguiente, calienta una taza de agua para tomarse un té como hace siempre, pero el agua permanece fría a pesar de haber estado tres minutos dando vueltas en el aparato. Alberto está atónito, imagina que el microondas tiene una avería y le pregunta si hay algún problema, esperando que la programación del electrodoméstico le permita autodiagnosticarse. Tú sabrás, contesta éste.

160

Octogésimo cumpleaños de mi padre. Mi madre le da un beso en la mejilla y le dice con cariño: «Ochenta años más».

El amor acondicionado

—Qué calor hace.
—Ya te digo, te torras.
—No seas chabacano, llámame por mi nombre.
—¿Qué?
—Podríamos comprar uno de esos revolucionarios aparatos de aire acondicionado.
—No son tan revolucionarios, hace mucho que la humanidad los inventó.
—Peor me lo pones; ¿por qué no tenemos uno entonces?
—Son caros.
—La vida, en general, lo es.
—Ya, pero el calor es gratis, al menos en verano. Renunciar a una de las pocas cosas gratis que tiene la vida...

El amor incondicional

—La verdad es que sería muy bonito tener un perro, un ser que me amara incondicionalmente.
—¿Estás diciendo que yo no te amo incondicionalmente?
—A ver, yo sé que me quieres mucho, pero el perro me seguirá queriendo si entra en la habitación y me pilla follando con una atractiva desconocida.

In 1984 I was hospitalized for approaching perfection

Al final, ¿era posible ser feliz? Cuando llegar al final representaba precisamente eso: el final. Terminar, el fin del camino. Era inevitable que fuera insatisfactorio, puesto que después ya no había nada más.

La música moderna

Casi todos los cantantes que me gustan son mayores que yo. Esto suele ser normal en la adolescencia y juventud, pero llegados a los cuarenta... Seguramente se hace música muy interesante ahora mismo, pero no tengo tiempo para investigar. Además, no todo está perdido, todavía escucho a algún músico que otro más joven que yo. Josh Tillman tiene tres años menos, por ejemplo.

Protocolos

Nos explican que jamás hemos de preguntar en una entrevista de trabajo por nuestro sueldo. Eso es de mala educación, tú tienes que estar agradecido por la oportunidad que se te ofrece de trabajar para ellos. El sueldo es irrelevante, que no piensen que te empujan motivos egoístas en vez de puro altruismo.

La partida de rol

—Entra una mujer por la puerta y te pregunta si puede pedir una subvención para el alquiler.
—Saco del cajón de mi escritorio el formulario AB32.
—Vale, tira dados. Un tres. Eso significa que te equivocas de formulario. Le has entregado una petición para que se privaticen los servicios municipales.
—¡Le advierto de mi error!
—De acuerdo, vuelve a tirar el dado. Un uno. Es decir, que no encuentras las palabras adecuadas y acabas insultándola a ella y a sus ancestros. La mujer se indigna y exige hablar con tu superior.
—No sé por qué siempre tienes que montar partidas de rol tan raras, joder.

The right stuff

Enhorabuena a ese autor consagrado que con su presencia ha evitado que la beca le fuera concedida a algún escritor que la necesitara.

La creación literaria

Puedo navegar con la mayor pericia en estas procelosas aguas, pero en cuanto intente atracar en algún puerto me estrellaré contra las rocas de la indiferencia.

Los ochenta

El anciano se sienta en su butacón y dice con voz cascada: Hijo, ahora puedo hablar con la autoridad que me otorga la experiencia, pues ochenta años no se cumplen todos los días. La vida en general es aburrida y los buenos momentos se marchan raudos como animales en una estampida. Aprovecha las oportunidades, no las dejes pasar como si fueran a presentarse de nuevo. En resumidas cuentas, folla todo lo que puedas, que luego es tarde.

Sacos de palabras

Sueño que vivo en un almacén al que un día llega un camión del que descienden dos tipos que empiezan a descargar sacos. Dónde les dejamos estas palabras, me preguntan. Yo hago un gesto vago con la mano y ellos empiezan a apilar los sacos donde mejor les parece. Y qué voy a hacer con todas estas palabras, me pregunto yo. Si antes tendré que ordenarlas de una manera coherente...

Novelas viajeras

—He recibido una foto de mi novela de una persona que se la ha llevado de lectura vacacional.
—¡Qué guay!
—Sí, pero luego he pensado que incluso mis novelas ven más mundo que yo.
—Ya, pero también ocupan menos espacio. A ti sólo podrían llevarte en una maleta si te descuartizaran.
—Visto así...

Mindfulness

¿Piensa usted que la gente, en general, es imbécil? Bien, es humano pensar así. Pero se equivoca. ¿Conoce el chiste del hombre que conduce en dirección contraria por la autopista? Sí, ese que oye por la radio que hay un loco conduciendo en dirección contraria y responde: ¿Uno? ¡Hay cientos! Pues ese kamikaze es usted, que cree que los demás son imbéciles. ¿De verdad piensa que nadie más es inteligente? ¡Qué humilde por su parte! Menos mal que lo tenemos como reserva intelectual de Occidente, ¿eh? ¿Por qué no abraza la verdad que el resto de la humanidad comparte? ¿Por qué quiere destacar como el amargado que se cree mejor que los demás? Diga que sí, amigo. Diga que sí y deje que nosotros nos encarguemos de todo.

Imitación de novela erótica superventas

Mark introdujo con deleite su pene en mi vagina. «Oh, sí, me gusta», dije de la manera más sexy que me permitía mi programación. Su pene estaba duro, erecto y rígido. Era como una barra de hierro, pero de carne y con menos óxido. Se agitaba entre mis piernas como una coctelera. Me entró sed. Lo agarré del culo fuertemente con ambas manos, con las dos, y lo lancé hacia mí como habría hecho un lanzador de jabalina en las olimpiadas de Barcelona, donde España consiguió récord de medallas. Mark empezó a canturrear «Paquito el chocolatero» con aire ausente. Eso hizo que me corriera de placer, principalmente porque correrme de hambre o cansancio habría sido raro.

Casi nada

Seis meses desde que se publicó mi última novela. Mi contrato me permite ya publicar otro libro individual. Ahora sólo me falta encontrar una editorial que esté interesada en arruinarse conmigo.

Límites oníricos

Soñé que Babeth tenía un blog: Los libros de Babeth, donde opinaba de literatura. Un par de veces hablaba en términos elogiosos de mí. Le caigo mejor en sueños que en la realidad, pensé. Lo primero que hice al despertar fue buscar el blog, pero no encontré nada. Sopesé durante unos minutos la idea de crearlo yo.

Escándalos públicos

—Este año ya llevo leídos más de setenta libros.
—Pues no debes de tener tiempo ni para follar.
—Hombre, sobre todo aprovecho la hora que tardo cada día en ir y volver al trabajo en tren. Piensa que me echarían de él si dedicara ese tiempo a follar.

El buen esclavo

—En este país no hay justicia, todo está hecho para favorecer a los poderosos.
—Ya, es indignante. ¿Qué sugieres para cambiar esto?
—Seamos siervos leales y quizá nos recompensen algún día.

Los amores de oficina

«¿Es que no se sale hoy a desayunar?», pregunta Herminio con la seguridad que le otorga medio siglo de vida y el conocimiento de que la vida es corta y hay que aprovecharla ahora que todavía respira y tiene otras funciones fisiológicas como alguna erección ocasional que enterrar en el cuerpo de una receptiva hembra como Verónica, que se levanta de un salto de su escritorio con el bolso en la mano y un brillo cuasi juvenil en los ojos.

Impresiones

Me escribe mi ex para decirme que ha estado a diez metros de Woody Allen. Está tan emocionada que me envía una foto de una puerta diciéndome que por ella acaba de irse el famoso director neoyorquino. Yo le contesto: «la foto de la puerta me parece una prueba definitiva».

Miedos

—¿Qué tal con tu nueva novia?
—Creo que voy a dejarla.
—Vaya, ¿y eso? Pensaba que te gustaba mucho.
—Y me encanta, pero tiene narcolepsia.
—¿Eso es un motivo para dejar a una persona?
—Es problemático para el sexo.
—Entiendo que puede ser algo frustrante que se duerma cuando estás follando con ella, pero no te lo tomes como algo personal.
—No, si lo que me asusta es cuando me hace una mamada. ¿He mencionado que también tiene bruxismo?

Abusos de poder

Hay algo de pequeña victoria en decirle a la tele «apasionante» antes de cambiar de canal.

Pie de página

De todos mis desamores (que, te aseguro, son muchos), eres mi preferido.

Regates

—Querida.
—Dime.
—¿Te he comentado alguna vez que te quiero?
—En incontables ocasiones, sí.
—¿Y qué te parece?
—No me opongo.
—Pero ¿me correspondes?
—Si te refieres a cartearnos, tampoco me opongo a eso.
—Eres escurridiza como Garrincha.
—No sé cómo tomarme eso, pero gracias, supongo.

Desamores

—Ya no te quiero.
—¿Estás segura?
—Pues claro que estoy segura.
—Igual es por algo que has comido.
—¿Qué?
—Dicen que hay que tener mucho cuidado en verano con las intoxicaciones alimentarias.
—¡Que esto no es una gastroenteritis, coño! ¡Que no te aguanto!
—Quizá es que han cambiado el algoritmo de Facebook.

Chapuzones

Suenan con regularidad los chapuzones de los vecinos en la piscina que tienen en la azotea. El verano es más amable con una piscina. Y más envidiable, sin duda.

El guiri cabrón

Son las cuatro de la madrugada. Los ocupantes del piso turístico ilegal del primero están armando un escándalo, como ordenan los extraños cánones del turismo internacional: tú has venido a una ciudad no a pasarlo bien en sus calles, museos o establecimientos gastronómicos, sino a montar una fiesta en la habitación. Una vecina, cansada de todo esto, se asoma a la ventana y les dice que ya está bien, que son horas de dormir. Uno de los guiris se hace el loco y le pregunta a la señora si habla inglés. La señora repite la palabra dormir, el guiri adopta expresión de pasmo. No parece especialmente complicado adivinar qué puede querer una señora de edad avanzada que te habla desde su ventana a las cuatro de la mañana mientras estás de juerga con tus amigotes. Pues que dejes de hacer ruido, despojo humano. Pero el turismo también está reñido con la empatía, parece ser.

Aptitudes

—¿Podría usted posar como un héroe?
—Si pudiera, estaría haciendo cosas mucho más interesantes que dejarme sacar fotos.

Terquedad

Se me da fatal cantar, pero no dejo de hacerlo. Lo mismo me pasa con la vida.

Mezclas

—Nunca he entendido lo de fumar después de comer.
—Infiero por tus palabras que no soportas el humo.
—En efecto. ¿Comida y tabaco? ¿Por qué estropear algo bueno con una cosa asquerosa? Para mí es como la coprofilia.

Bienes inmateriales

—¿Por qué cree usted que deberíamos contratarlo en esta empresa?
—Soy una persona de grandes ideas.
—¿Y paga impuestos por esas ideas?
—¿Cómo dice?
—Que si declara esas ideas a Hacienda o disfruta de ellas en negro.
—Pero ¡son ideas! No son cosas tangibles.
—¿Acaso nunca ha oído hablar de los bienes inmateriales? Además de defraudador, es usted un inculto.

La vida observable

«Ha llegado el momento de renovar tu vida», dice un anuncio que me aparece en internet mientras leo algún artículo intrascendente. «Cambia de pareja, haz nuevos amigos, múdate a otra ciudad», imagino que continuará. Pero en realidad lo que querían era venderme un televisor nuevo.

El acomodo

—¿Puede uno al final encontrarse cómodo en el mundo?
—Sería lo ideal, ¿verdad? Pero no. Puedes intentarlo, pero si dos piezas no encajan...
—¿Entonces? ¿No hay esperanza?
—Claro que sí. Con tiempo y esfuerzo puedes acostumbrarte a la incomodidad del mundo.

Camino a la desorientación

—Se utiliza mucho «pionero» como sinónimo de moderno e innovador, pero los pioneros originales lo pasaron muy mal y morían como chinches.
—Pues precisamente por eso usan esa palabra, para cubrirse las espaldas y que luego nadie se queje de que eran medidas precarias.

Ratas

—La otra mañana, mientras cruzaba el puente, apareció de pronto una rata enorme.
—¿Te atacó?
—No, por suerte se escondió enseguida.
—Puede que la rata tuviera más miedo que tú.
—Yo no sentía miedo, sino un profundo asco.
—Lo mismo es.
—Perdona, ¿estás sugiriendo que soy asquerosa incluso para una rata?
—¿Qué? Nada de eso, lo que digo es que los animales son distintos a nosotros y a saber qué le pasó por la cabeza.
—¿De verdad te preocupan más los sentimientos y motivaciones de la rata que los míos? ¿Sabes lo ínfima que me siento ante tus ojos?
—Pero...
—Eres lamentable.

Un lugar en el mundo

Sé que estoy haciendo las cosas bien cuando alguien del mundillo me dice: «ah, no sabía que escribías».

Lógica económica

¿Quiere usted disfrutar de ese ordenador potente que tanto le gusta? Es muy sencillo, sólo ha de tener paciencia: espere los suficientes años para que esté obsoleto y cómprelo entonces a precio de saldo.

Un autor de fantasía

—Me fascina su imaginación, ¿cómo es usted capaz de crear con tanto detalle?
—Eres muy bonita.
—Ah... Vale, pero hablemos de su obra.
—¿No te gustaría vivir en un mundo creado por mí?
—¿Qué?
—Podrías reinar en todas las tierras conocidas. Y sobre todas las razas.
—Mire, me marcho.
—¡No huyas de las profecías, tu destino te aguarda!

La amabilidad del sistema

Madurar es descubrir que estás atrapado en un sistema controlado por fuerzas que te odian, pero puedes evadirte un rato gracias a las ficciones creadas por esas mismas fuerzas.

Tres meses de alquiler

Es un gran ordenador y encima está rebajado, pero no dejo de pensar: son tres meses de alquiler. Es una buena inversión y te durará muchos años, insiste el deseo, pero tres meses de alquiler es una cuarta parte del año. Mi ordenador actual está viejo, llega a temperaturas infernales enseguida y puede morir en cualquier momento, pero la lógica de los tres meses de alquiler (noventa días bajo techo) se impone sobre todo lo demás.

El futuro será cibernético

—Dicen que en 2030 ochocientos millones de empleos serán desempeñados por robots.
—Sería interesante que también se aplicase a la docencia.
—¿Por qué lo dices?
—Imagínate a un profesor androide que estuviera programado para no sentirse humillado por sus alumnos. Sería imparable. Sobre todo si le dejaran comportarse como un Terminator en determinados casos.

Historia de internet

Al principio la red era un territorio desconocido que explorábamos unos pocos. Éramos pioneros, unos valientes, aunque la gente nos miraba como si fuéramos bichos raros. Luego fueron incorporándose colonos a esta tierra de oportunidades. Había porno, vídeos de gatitos, discusiones bizantinas en foros. Las cosechas de memes fueron abundantes y todos prosperamos. Pero el nuevo mundo había cambiado. Las fábricas de fake news envenenaron nuestros ríos con sus vertidos tóxicos y la violencia se apoderó de las calles de la información. La inocencia de aquellos primeros años nunca se pudo recuperar.

Sin permiso

—Estás siempre en mis pensamientos.
—Qué bonito.
—No. Es una intromisión en mi intimidad y voy a denunciarte.

La pregunta

La vida es una larga pregunta cuya respuesta siempre decepciona.

Don't ask, don't tell

—Te doy permiso para echar una cana al aire antes de casarnos, pero la condición es que yo no me entere.
—¿Qué diferencia hay entonces con serte infiel?
—Pues que no tienes que sentirte culpable, claro.

El hombre invisible

Hace cinco meses se publicó mi segunda novela y todavía ninguno de los críticos que recibió un ejemplar de la editorial ha escrito reseña alguna. En la intrascendencia soy rey.

Romanticismo práctico

—Creo que voy a estar contigo el resto de mi vida.
—Qué bonito.
—Es que he invertido demasiado tiempo en ti para dejarte ahora.

Amaneceres

Mira qué temprano va la gente a trabajar, le dice una borracha a su amiga a eso de las siete menos diez de la mañana. Quién pudiera caminar ebrio en dirección a la cama mientras amanece en lugar de ir medio dormido al trabajo, pienso bajo sus miradas horrorizadas.

La magia de los libros

—No sé cómo te puedes creer la patraña esa, cuando no tiene ninguna base científica.
—No es ninguna patraña, hay un libro que lo apoya.
—Ah, pues por esa regla de tres entonces la conspiración judía mundial es cierta, que existe el libro de Los protocolos de los sabios de Sión. Y las diversas religiones también tienen libros detrás, por lo tanto...

La misión biológica

Un científico dice que todo es tiempo regalado a partir de los treinta y cinco años, cuando se supone que ya hemos cumplido nuestra misión biológica de reproducirnos. Yo estoy en esa etapa y ni siquiera he tenido hijos. No he cumplido la misión biológica que me había sido encomendada y, no contento con esto, sigo viviendo. Siempre puedo alegar que he pedido una prórroga precisamente para reproducirme, que me concedan más tiempo hasta que lo consiga, que puede ser dentro de muchos, muchísimos años.

Contrastes

—Tuve una novia que vivía justo detrás de un parque de atracciones.
—Qué bonito, parece un detalle de película.
—Reconozco que tenía su encanto, pero follar con gritos infantiles de fondo resultaba muy desconcertante.

La revelación

Decidimos liberarnos de todo lo que nos impedía comunicarnos, quién necesitaba significados y significantes. Construimos un nuevo lenguaje y desechamos por fin las máscaras del pasado para mostrarnos abiertamente como somos: vacíos y horrendos.

La vejez

Todo esto que no ve usted era antes gloriosa juventud. Tómelo como un ejercicio de imaginación. Ignore esta piel agostada, estos ojos marchitos. Yo fui un héroe, aunque nadie pueda creerlo ahora. Vivía en la creencia de que nada me era imposible. ¿La realidad? La realidad no existía, sólo los sueños juveniles.

La rueda

Estoy contribuyendo a salvar el mundo. Aporto mi granito de arena para evitar la desertización, aunque lo exprese en estos términos confusos. Trato de consumir de forma responsable para alargar en unos segundos la vida. Intento reciclar para compensar con mi empeño de individuo lo que contaminan las grandes empresas. Soy útil, soy importante. Estoy girando en mi rueda de hámster.

Inconsistencias

La vida está llena de personajes poco desarrollados y no te puedes quejar a nadie.

Técnicas de superviviencia

La literatura me permite pasar por el tamiz de la ficción todo lo que no me gusta de la realidad.

Dictadores

—¿Tú crees que la tiranía es algo innato o que se aprende?
—Yo diría que lo segundo, que no se sabe de ningún dictador que en su infancia llegara a delegado de la clase dando un golpe de estado.

La épica del hogar

Aporrea la puerta del cuarto de baño para apremiar a su pareja y se siente como el ariete de un ejército que quisiera derribar el portón de un castillo. Su pareja sigue escuchando música con los auriculares puestos mientras caga.

Tres sensaciones

Un hombre llega a casa después de jugar al pádel con unos amigos. Su mujer le pide que vigile al bebé mientras ella se ducha. El hombre se sienta en el sofá. Pasado el rato, la mujer oye al bebé llorar. Desde la ducha, le grita a su marido. Él no responde. Ella pasa de la tranquilidad inicial de tenerlo todo controlado al enfado. ¿Qué estará haciendo el patán con el que se ha casado? Envuelta en la toalla, va a ver qué sucede. El hombre sigue en el sofá, inmóvil. Ha muerto de forma repentina. Y ella pasa del enfado al dolor.

Tu propio Chernóbil

Cargue de energía el ambiente de su hogar con objetos auténticos rescatados de Chernóbil. Irradie la envidia entre sus vecinos. Disfrute de veladas románticas a la luz azul del efecto Cherenkov. No deje que otros se lo cuenten, llene ya sus días de aventura y roentgens.

Los encuentros secretos (3)

—Anoche te vi en sueños. Estabas muy guapa.
—¿Qué llevaba puesto?
—Nada.
—Practico mucho el nudismo en sueños, por lo que me cuentan.

Los encuentros secretos (2)

—Anoche te vi en sueños. Fue nuestra primera cita. Lo pasamos estupendamente.
—Estoy segura de que sobre todo tú.
—No seas tan injusta. Tú también te divertiste mucho.
—Claro, pero controlada por ti.
—No, controlada por mi subconsciente, que es arbitrario. De hecho, te puedo asegurar que pocas veces toma partido por mí.

Los encuentros secretos

—Te vi anoche. Estabas muy guapa.
—Imposible, no salí anoche.
—No importa, te vi en sueños.
—Ah, pues entonces no es mérito mío que estuviera guapa.

El hacedor de ídolos

Usted puede ser lo que quiera, sólo tiene que intentarlo. ¿Líder mundial? Nada más fácil, es todo cuestión de voluntad. Hágame caso a mí, que tengo estudios al respecto. Soy talentólogo y coach, que posee un valor intrínseco por decirlo en inglés. Crea en usted y todos lo seguirán. Porque todo se puede entrenar, incluso el carisma.

Escenas cotidianas

La heladera habla con un niño asomado al balcón de su casa, al otro lado de la calle. Desde aquí no puedo saber de qué hablan, pero ambos sonríen. Quizá el niño quiere saber si ella podría lanzarle un helado. O tal vez simplemente sean familia y estén comentando asuntos cotidianos. Parece una escena de una película italiana.

La lengua del mundo

El mundo te mandaba señales, pero las malinterpretaste todas. Tampoco es culpa tuya. Digamos que el mundo hablaba un idioma y tú otro, una lengua personal para no entenderte con nadie. La comunicación era imposible.

Repeticiones

—Qué repetitiva es la vida, ¿no te parece?
—Siempre dices lo mismo.
—¿Lo ves?

Contemplaciones

¿Y no le gusta a usted sentarse a contemplar la vida? Yo lo practico a menudo. Me siento en un banco del parque y miro a la gente que pasa. Intento disimular la cara de no entender nada, claro. No sea que se den cuenta y, qué sé yo, avisen a las autoridades.

Lecturas eróticas

—¿Qué opinas de la literatura erótica?
—No está mal, sobre todo si te ayuda a masturbarte.
—A mí me gusta leerla en el trabajo.
—¿No te dicen nada tus compañeros?
—Precisamente. Sirve para mantener las distancias. Se sienten incómodos y no te comentan nada de la lectura. Temen que se pueda considerar acoso sexual o algo por el estilo.
—Así que lees literatura erótica sólo para aislarte.
—Eso es. Es otra forma de onanismo.

Una pátina temporal

¿Le parece que vive en una época oscura? ¿Cree que no hay esperanza? Anímese, amigo. Piense que en veinte o treinta años se estarán haciendo películas nostálgicas sobre este periodo de tiempo.

Entendimientos

—Deberíamos dejar de vernos.
—¿Quieres hacerlo con la luz apagada?
—No me estás entendiendo.
—¿Entonces no te apetece?
—Vale, pero sólo esta vez.

Familia y política

Siempre que discuto de política con mi madre me sorprende que confíe ciegamente en quienes podrían tener motivos para engañarla y nada en quien tiene un interés personal en su bienestar.

Luces de interior

Todo parece más horrendo a la luz de los fluorescentes. Sobre todo tu vida, que se consume entre estas cuatro paredes.

Superhéroes

Dentro del mundo de los superhéroes se habla poco del sorprendente Bullman, que consiguió sus poderes tras ser corneado por un toro radiactivo en San Fermín.

Nomenclaturas personales

«Yo antes practicaba la coprofilia con él», dice la chica. «Es mi hez novio».

Charlas informativas

Nos reúnen en una habitación y nos ponen un vídeo que nos informa de que la culpa es nuestra. Que si nos despiden es una oportunidad. Que somos material reciclable y tenemos que aprender constantemente para adaptarnos a un mercado que nos va a rechazar una y otra vez. ¿Unirnos para cambiar el sistema? Eso sería subversivo. Peligroso. Antisocial. Aquí hemos venido a interiorizar la lógica neoliberal. Aceptarla. Hacerla nuestra.

La gula

«¿Quiere usted un heladito?», ofrece una amable señorita a un viandante. El hombre se lo piensa. Valora la transgresión. ¿Es una hora propicia para comer un helado? Puede ser. La verdad es que el calor aprieta. Además, la vendedora ha sido convincente: el uso del diminutivo sin duda hace que engorde menos. Si hubiera dicho un «heladazo» sería diferente. Podría reprochárselo. Pero ¿qué es un heladito sin más dentro del orden de las cosas? Todos vamos a morir. Nos estamos cargando el planeta. El universo tiende a la entropía. Qué menos que un pequeño alivio transitorio. Y fresquito.

Pinturas rupestres

—¿Quién ha pintado estas mierdas?
—El artista de la tribu.
—¿Y esto para qué vale?
—Dice que manda un mensaje positivo para todos. Habla de la comunidad. De la caza. De la abundancia de alimentos.
—Vamos, nada más que propaganda.

La tranquilidad

Estoy solo. En silencio. Soy feliz. Nadie me molesta. Casi más importante: yo no molesto a nadie.

Resumen

La vida es una sucesión de potencialidades truncadas.

La feria del libro de Sevilla (y 3)

—Estoy seguro de haber dejado una huella imborrable en la feria del libro de la ciudad hispalense.
—¿En serio?
—No se puede borrar lo que no se puede ver, está claro. Pero quizá en unos años broten las semillas y...

La feria del libro de Sevilla (2)

Paso una hora sentado en una caseta. Esperando que alguien quiera que le firme un ejemplar de mi novela. Pero no. Sólo entablo conversación con personas que creen que trabajo allí y me preguntan por algún otro libro. Pero al final, cuando me dispongo a marcharme porque se ha cumplido la hora, una señora muy maja me pregunta si soy Gabriel Noguera. Contesto afirmativamente. Me dice que le ha llamado la atención que naciera en Gotemburgo, pues a ella le encanta Suecia. Yo no puedo decir gran cosa al respecto, pero le firmo el libro con gratitud.

La feria del libro de Sevilla

Queda todavía un rato hasta que me toque firmar en una de las casetas, así que hago tiempo paseando por la feria del libro. Paso al lado de un tipo que está repartiendo unos folletos. Me entrega uno. Lo miro. Me esperaba que fuera publicidad literaria, algún lanzamiento editorial o incluso un autor en busca de dar su nombre a conocer, pero se trata de una editorial que ofrece publicar a cualquiera a cambio de un «módico» precio. Qué desilusión. Qué prosaico es todo.Estoy a punto de decirle al tipo que a mí no me hacen falta estas cosas, que voy a firmar en un rato en aquella caseta de ahí, que aquel libro blanco en la que aparece un hombre de espaldas es mío. Pero finalmente guardo el papel en el bolsillo, que nunca se sabe lo que puede depararnos el futuro.

Redacción inteligente

—He tenido que desactivar la función de «redacción inteligente» de gmail.
—Era un coñazo con sus sugerencias, ¿verdad?
—Qué va. Es que me avergonzaba que a la dichosa función se le ocurrieran cosas mejores que las que tenía pensadas yo.

Ensuciarse en la literatura

—Me parece que escribes muy bien, pero no todo es la técnica. Me gustaría que te metieras más en el barro.
—¿Y no puedo simplemente describir el barro desde una distancia prudencial?

Le mot juste

En el trabajo dicen que hablo poco. Nos engañan nuestras percepciones, puesto que yo estaba convencido de hablar más o menos lo mismo que mis compañeros. Resulta que no y, lo que es peor, esto era evidente para todo el mundo excepto para mí. Me gustaría pensar que no me percataba de nada de esto porque mi humildad me impide estar pendiente del número de palabras que utilizo, pero en realidad sé que todo es consecuencia de estar en mi mundo todo el rato.

Las complejidades de la autoayuda

—Todo es posible, si lo intentas.
—Pues mira que lo intento y todo me sale mal.
—Eso es que no lo intentas bien.
—Acabáramos.

La lección

Me habían cambiado de colegio en mitad del curso. La maestra me dio la bienvenida a la clase y dijo delante de todos mis compañeros que yo estaba exento del examen que había esa semana, puesto que me acababa de incorporar. El día del examen, sin embargo, la maestra me dio una hoja con las preguntas igual que al resto de niños. Levanté la mano y le recordé lo que había dicho unos días antes. Me miró con cara de sorpresa y respondió que sin duda yo lo había entendido mal: tenía que hacer el examen igual que todos los demás. Recuerdo que sentí la indignación ardiendo por mis venas, pero tuve que callar y contestar unas preguntas para las que no me había preparado en absoluto. A veces me pregunto si quería darme una lección con todo eso para que no confiara en la autoridad, pero siempre llego a la conclusión de que la muy incompetente simplemente se había olvidado y no quiso reconocerlo en público.

La dignidad del trabajo

—¿Tú crees que el trabajo dignifica?
—¿Dedicar una cantidad considerable de horas de tu vida a una labor alienante a cambio de un salario de miseria? Pues depende: ¿qué entiendes por dignidad?

La mera observación (y 3)

Así que observar la vida es no intervenir en ella, ¿verdad? Puede ser, no se lo voy a discutir. Pero piense que escribirla es también una forma de cambiarla. La memoria no es fiable, se olvidan los detalles y matices, pero los documentos escritos siempre gozan de respetabilidad.

La mera observación (2)

Poco hay que observar en un pequeño cuartucho mientras pasan las horas, se lo aseguro. Al menos tengo compañeros con los que hablar de lo divino y de lo humano para que la espera sea más amena. Pero la vida está fuera, sucediendo para otros. Yo sólo puedo imaginarla.

La mera observación

Para ser escritor hay que observar la vida, ¿sabe? Con ánimo científico, para aprender cómo viven los humanos. Esta es la tarea de documentación que toda labor seria requiere, pero luego hay que ponerlo por escrito y editarlo para que resulte interesante, eliminando todo lo que sobra. Es como hacer un documental sobre la naturaleza, si quiere verlo así.

Pausa dramática

—Hace muchos años que no nos vemos.
—Considéralo una pausa dramática.

Desenfoques

—La vida es muy corta.
—No siempre, depende.
—No te pongas relativista. Pienso en todos los libros que nunca podré leer. Las películas que no podré ver. Las mujeres con las que jamás podré follar.
—Pero es distinto. Lo de los libros y películas será por falta de tiempo, mientras que lo de las mujeres será por desinterés de ellas. No te martirices más.

En el trabajo

—He visto en facebook que eres escritor, ¡qué callado te lo tenías!
—Sí, es que no sabía cómo sacar el tema sin parecer un gilipollas.

Reunión nocturna

Llegamos a medianoche a nuestro edificio y al abrir el portal nos encontramos a tres cucarachas correteando por el suelo, cerca del armario de los contadores de luz. Quizá las hemos descubierto en plena reunión vecinal para discutir los problemas que afectan a su comunidad. En cualquier caso, su mera presencia nos ofende. Sobre todo a Sonia, que lanza un agudo chillido de terror cuando una cucaracha se acerca más de la cuenta. ¿Habrán despertado los vecinos con este espeluznante grito en la noche? A pesar de haberme bebido tres cervezas previamente, procedo a pisotear las cucarachas con un acierto encomiable, aunque puede que esta tarea sea tan sencilla porque se encuentran algo aturdidas por los ultrasonidos emitidos por mi señora.

Piropos modernos

—Es placentero mirarte. Eres armónica y simétrica.
—¿Gracias?
—No me las des, carece de mérito apreciar tu belleza normativa.

Labores importantes

—El otro día en el trabajo me lo pasé escribiendo un informe que a nadie importa y que difícilmente leerá alguien. Se parecía un poco a hacer literatura.
—Tal vez, pero en el trabajo al menos te pagan.

La lectura

—¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
—El tiempo que tardo en ir y volver en tren, que aprovecho para leer.

Cambios de personalidad

—Parecía muy seria la escritora, ¿no?
—Un poco, sí. Como se supone que tiene que ser una persona adulta, ¿verdad?
—Me recordó a tu ex novia.
—¿Mi ex?
—Ella también es una persona muy seria.
—Qué va, eso es porque tú la has conocido en unas circunstancias muy diferentes, pero no es nada seria. Aunque digo esto y soy consciente de que en realidad hace mucho que no hablo con aquella persona que fue ella.

Declaraciones románticas a la luz de las velas

—No quiero separarme de ti nunca más. Ya está bien. Ni para ir a trabajar, que es aburridísimo. Quiero pasarme la vida contigo follando.
—Veo eso poco viable. ¿Cómo pretendes que paguemos las facturas?
—No descartes tan pronto la idea de emitir nuestros polvos en páginas especializadas.

Economía doméstica

—Ahora que tengo un sueldo, puedo comprarme libros de vez en cuando.
—Vale, pero tampoco abuses.
—No te preocupes, lo tengo calculado: un libro de segunda mano al mes.

Diagnósticos

Usted quisiera seguir siendo joven, lo que pasa es que ya nunca tiene tiempo.

Comportamientos disruptivos

Mirad, chavales, no os voy a mentir: todo esto es una puta mierda. Esto es así y no tiene vuelta de hoja. Sin embargo, hay que disimular. ¿Por qué? Muy sencillo: porque ellos tienen la fuerza. No, no la tenéis vosotros, que vivís en un microcosmos y ya os creéis los reyes del mambo. Atizar a un compañero escuchimizado no es tener la fuerza, ni por asomo. Tener la fuerza es controlar el sistema, formar parte de los privilegiados, los poderosos. Aquí abajo sólo nos caen migajas de vez en cuando, pero para eso hay que ser un engranaje más del sistema que han montado los de arriba. ¿Qué se hace con un perro que se porta mal y está todo el día ladrando y mordiendo? Es llevado al veterinario y allí lo sacrifican para que deje de molestar. Pues haceos a la idea de que con vuestros ladridos poco más vais a conseguir.

Elogio de la precariedad

«Sácale partido a tu estrés», dice el titular de una revista. El artículo defiende que, según algunos estudios científicos, puede ser una ventaja. Cualquier día nos dirán que los científicos han descubierto que morirse es lo mejor para la salud.

Olor a verano

—Hueles a verano.
—Qué bonito.
—No. Apestas a sudor. Dúchate.

Ocho años juntos

Querida, dos legislaturas sentimentales juntos. En Estados Unidos un presidente ya no podría repetir cargo. Por suerte, no existe ninguna enmienda constitucional (o sentimental) que nos impida perpetuarnos en el poder a nosotros.

El viaje a Dublín (y 3)

La vieja farmacia de Sweny pertenece ahora a una sociedad sin ánimo de lucro, pero tienen que subsistir de alguna manera y una de ellas es vendiéndote a cinco euros pastillas de jabón de limón como la que compraba Leopold Bloom en Ulises. También organizan lecturas de esta novela, en varios idiomas. El último día que pasamos en Dublín coincide precisamente con la lectura de Ulises en castellano y además es el día del libro, así que no podemos dejar pasar esta oportunidad. Pero al final somos los únicos españoles presentes y leemos en voz alta sólo para nosotros (aunque el encargado es de procedencia brasileña y es posible que entienda algo de lo que decimos).

El viaje a Dublín (2)

¿Estudió usted en el Trinity College? No, pero lo visité, ¿eso cuenta? También tomamos el sol dublinesco en un parque y vimos a unas chicas caerse al estanque mientras el resto de la gente aplaudía. Y estuvimos en otro parque, uno con ciervos, como en Nottingham, aunque estos eran más pequeños, y nos sentamos en el césped a comer bajo un inmenso monumento fálico a Wellington. El obelisco más grande de Europa, según la Wikipedia.

El viaje a Dublín

Nuestra habitación estaba en North Strand Road, una zona que los alemanes habían bombardeado por error en 1941 y que ahora parecía encontrarse anclada en los años ochenta. Sin embargo, incluso en un barrio tan deprimido como el nuestro tenían un bonito parque en el que encontrar asueto los autóctonos. Por otro lado, todo en las tiendas era carísimo, sobre todo el alcohol. Acababas preguntándote cómo conseguían emborracharse los alcohólicos en ese país. ¿Se lo gastaban todo en bebida? ¿Eran los sueldos fabulosamente buenos? Pero ya lo dice el refrán anglosajón: when there's a will, there's a way.

Llamadas telefónicas

—Anoche soñé que el diablo me llamaba por teléfono.
—¿Y qué quería?
—Creo que se sentía solo.
—¿En el infierno?
—Es cierto, parece poco probable. Quizá estaba intentando captar clientes.

Minucias

—Ahí fuera hay un mundo entero que necesita leerme.
—¿Tú crees?
—Sin duda. Lo único que sucede es que todavía no se ha enterado nadie.

Un romántico ingenuo

A menudo te escribo mensajes que no recibes, vista la falta de respuesta.

La ruleta rusa

—Temía que mucha gente optara por el voto de castigo.
—Bah, a mí el que me daba miedo era el voto de suicidio.

La coherencia

Recuerdo que tú eras la chica más bonita del mundo y que yo te escribía desatinos románticos como este.

La decisión de Sophie

A veces me pregunto si alguna chica de mi pasado elegiría salvarme a mí de entre todos sus ex.

Esto que hace usted

Esto que hace usted es subversivo porque es inútil. Y, al mismo tiempo, es inútil porque es subversivo.

Lo importante

—Qué guapa eres, no tienes nada que envidiarle a Barbara Palvin.
—Claro que sí: su cuenta corriente.

La naturaleza de cada uno

Resulta enternecedor ver a todos esos ex drugos imponer ahora el orden con una intransigencia que ellos no sufrieron en su momento.

La equidistancia

A nadie le importas. Estás a medio camino entre la nada y el vacío. Pero sonríe. Puede que te esté mirando alguien (aunque sea por error).

La ceremonia del desconcierto

Me escribe ahora una editorial para rechazarme La gente normal. Está bien saber que en su catálogo no tienen sitio para obras publicadas por otros.

Eran otros tiempos

—¿No le parece contradictorio creer en el mensaje de amor y solidaridad de un profeta de hace dos mil años y en cambio votar a un partido que defiende algo diametralmente opuesto?
—¡No compare! Aquellos eran otros tiempos.

La vida en los márgenes

Despertarse a las seis y media, salir de casa casi sin desayunar, coger uno de los primeros trenes de la mañana para entrar a las ocho a tu puesto de trabajo. Salir de él a las tres, coger otro tren para llegar a casa y almorzar. Te quedan unas pocas horas por la tarde para escribir algo con cierto sentido, si te deja el cansancio. Después cenas temprano y te acuestas pronto para aguantar otro día.

Parches

El sistema funciona, querido amigo, gracias a los múltiples parches que vamos colocando. Usted ahora forma parte de uno de ellos, ¿no se siente orgulloso? Es toda una responsabilidad. ¿Qué sería de este sistema que tanto defendemos sin sus múltiples remiendos? Usted es un héroe. Aunque no lo parezca ni lo sienta así.

Lloros

—Qué bien sienta a veces una buena llorera.
—A mí me duele siempre la cabeza después.
—Ah, pues dicen que eso se alivia con sexo.
—Bueno es saberlo, aunque normalmente es la escasez de sexo la que me lleva a llorar.

Usted no es usted (3)

Me llama al día siguiente la directora de la oficina de Correos. Me cuenta que habitualmente hay problemas con esto de los nombres para lo del voto por correo y que lo mejor es que lleve un documento de la oficina electoral que acredite mi identidad. Le digo que esa misma mañana he ido al ayuntamiento a por el volante de empadronamiento y si eso valdría. Fenomenal, sí, que ahí aparece el número de DNI, me contesta. A la tarde me presento allí y entrego el documento. Dulce, dulcísima victoria cuando contemplo la expresión de derrota en el rostro de la empleada loca. No, la vida no es tan interesante y alocada como ella se imaginaba. Y ni siquiera posee poder al final para secuestrar un voto, si es que eso le interesaba. Sería bonito decir que me da pena, pero lo cierto es que no me da ninguna. Bailo sobre la tumba de su dignidad y me llevo mi voto a casa.

Usted no es usted (2)

—Mire, llame a la policía para que aclaremos esto de una vez.
—¡Llámela usted!
—¿Yo? Usted es la funcionaria aquí y es su obligación servir a los ciudadanos.
—¡Voy a llamar a seguridad!
—A seguridad no, llame a la policía.
La extraña mujer se retira a un cuarto y telefonea. No sé qué estará diciendo. Al rato vuelve y me dice que la policía está de camino. Me siento a esperar, pero al rato lo que aparece es una pareja de policías locales, como si la empleada de Correos quisiera que me multaran por hacer botellón o algo por el estilo, cuando yo quería que viniera la policía nacional para acreditar mi identidad. No sé qué pensar: o bien la señora es una ignorante e incompetente, o bien es todavía más miserable y mezquina de lo que ya me parecía y sólo pretende ganar tiempo. Inicio otra conversación de besugos con los locales, que no pueden ayudarme con este problema, como es natural. Yo me siento como un personaje de Kafka, aunque al menos consigo que uno de los policías locales admita que es evidente que soy quien digo ser, aunque la empleada de Correos sigue creyendo sus extrañas fantasías y no me entrega la carta. Finalmente concede que lo consultará al día siguiente con su jefa y me llamarán para comunicarme el resultado. Yo me voy a casa sin muchas esperanzas.

Usted no es usted

—Buenos días, el cartero me dejó esta notificación para que me pasara por la oficina de Correos a recoger mi voto.
—De acuerdo, deme su carnet de identidad.
—Aquí tiene.
—Un momento, usted no es esta persona, no coincide el nombre.
—Ya, es que en el censo electoral aparezco con los dos nombres que le gustaban a mi madre, mientras que en el DNI sólo sale uno de ellos, afortunadamente.
—Usted no es esta persona.
—Le aseguro que sí que lo soy.
—No lo es, no es exactamente el mismo nombre. Lo de Gabriel sí, pero no el otro.
—Creo que es evidente que soy yo.
—Podría ser un hermano suyo.
—¿Con un nombre casi idéntico al mío? Eso es absurdo.
—No lo es, yo conozco unos hermanos que se llaman prácticamente igual: unos primos míos.
Yo tengo que morderme la lengua para no señalar que lo de sus primos seguramente se deba a algún defecto genético producto de la endogamia.
—A ver, señora, mantengamos el debate dentro de la lógica y la razón: ¿no le dice nada que me hayan enviado esto a mí?
—A lo mejor en su casa vive mucha gente.
—¿Cómo dice?
—Usted podría estar robándole el voto a su hermano.
—Señora, supongo que este trabajo es muy aburrido y por eso tiene que inventarse una realidad tan telenovelesca, pero puedo asegurarle que no vivo en un piso patera con ningún hermano secreto que se llame casi igual que yo y no pretendo robarle el voto a nadie, puesto que estamos hablando de mi voto. Punto.
—Usted no es esta persona.
Entro desde el teléfono móvil en la página del Instituto Nacional de Estadística y busco mis datos en el censo electoral.
—Mire, señora, fíjese aquí: ¿qué número de DNI aparece junto al nombre?
—No lo sé —contesta apartando la mirada.
—Pero mírelo.
—Quite eso de mi cara.
Me da la sensación de que estoy discutiendo con una niña pequeña. «Si no miro la realidad, entonces ésta no existirá». ¿Qué clase de vida miserable y vacía llevará esta persona para actuar así? Para secuestrar los votos de la gente basándose en especulaciones absurdas e improvisadas.
—Joder, señora, es que no se baja usted de la burra.
—¡Usted tampoco!
Como si la muy imbécil no fuera capaz de entender que eso sería admitir que yo no soy yo.

Documentos gráficos

—¿No necesitarías un cronista de tu belleza?
—¿Para qué? Mi belleza es evidente, salta a la vista.
—Vale, sí, pero yo podría registrarla para generaciones venideras.
—A mí me parece una excusa barata para fotografiarme desnuda.

Preocupaciones futuras

—Me gustaría poder despreocuparme del futuro.
—Tener dinero, ¿no?
—O ser un inconsciente, que seguro que es más fácil.

La invisibilidad

¿Se ha sentido usted alguna vez invisible? Es una cualidad muy poco práctica, aunque a veces es útil, como cuando no te paran en la calle para intentar venderte cosas que no necesitas. Pero es doloroso cuando intentas que alguien te preste un poco de atención y ni siquiera eres digno de una respuesta negativa. Diríase que el compañero natural de la invisibilidad social es el silencio.

Horóscopos impublicables

Se enfrentará usted a muchas dificultades y será derrotado. Como siempre. Por lo tanto, haga vida normal.

Diccionarios alternativos

¿Qué es la sociedad? El conjunto de seres humanos unidos para marginarte.

Nunca fue lo mismo

—¿Sabes una cosa? Nunca fue lo mismo.
—Es natural, en eso consiste romper una relación. ¿Qué esperabas?
—No sé, una transición tranquila de un estado al otro y acostumbrarme poco a poco, supongo. Meterme en una cámara de descomprensión sentimental o algo por el estilo.

Apariencias

—¿En qué consiste el trabajo?
—En estar aquí durante las horas estipuladas.
—¿Haciendo qué?
—Eso es irrelevante.
—Pero se esperará algo de nosotros, ¿no?
—Sí, que estemos en nuestros puestos de trabajo.
—¿Estar y ya está? ¿Sin hacer nada?
—¿Nada? Sólo si tú quieres. También puedes trabajar.
—¿En qué?
—Eso es irrelevante, ya te lo he dicho.

Inteligencia práctica

—Hemos determinado que su inteligencia, aunque abundante, es poco práctica.
—Vamos, que en realidad soy tonto.
—No nos gusta usar esa palabra, pero sí.

Funambulismos

¿Quiere ser feliz? Es muy sencillo, no desespere: Sólo tiene que aprender a conciliar las diferencias entre sus sueños y la realidad, lo que incluye también alcanzar cierto equilibrio entre la persona que le gustaría ser y la que realmente es.

Los contingentes.

La modelo Bar Refaeli sube un vídeo a instagram. En él aparece felizmente montada en bici por una pasarela de madera sobre las aguas turquesas de las Maldivas. «Mirad lo que la vida puede llegar a ofrecer», parece decir. «Pero no para todo el mundo, claro. Sólo para unos elegidos. Vosotros sois contingentes y esta vida no está a vuestro alcance. Pero gracias a mí podéis vislumbrar unos segundos. Que no se diga que los elegidos somos egoístas».

Nosotros

—Todo habla de nosotros
—Eso parece muy egocéntrico.
—¿Qué culpa tengo yo de que seamos los únicos oyentes que importan?

Consejos vacíos

«Cuidado con la tiroides», le dice el médico a mi madre. Nada más, como si ella pudiera interpretar correctamente ese mensaje sin formación médica. Pero ¿qué significa para una persona lega en la materia? Cuidado con la tiroides, como si hubiera peligro de perderla si no la guarda bajo llave en algún lugar oculto. O bien, cuidado con la tiroides, que es traicionera y se esconde tras las esquinas para hacernos la zancadilla cuando paseamos con tranquilidad por la ciudad. Cuidado con la tiroides, que anda suelta y muerde a los intrusos. Cuidado con la tiroides, que es frágil y pequeñita y puede usted pisarla y romperla en pedazos si anda pensando en otras cosas. Doctor, déjese de mierdas y dé indicaciones claras sobre alimentación, ejercicio físico y otras cosas que pueden controlarse.

Sexting

Lo malo del cibersexo en inglés es que cuando te dicen «so long» no sabes si están despidiéndose o halagándote.

FAQ

—¿Qué lecciones se puede sacar de su literatura?
—¿Lecciones? ¿Usted me ha visto cara de demiurgo que lo sabe todo?
—No, la verdad es que tiene un aspecto de despistado que asusta.
—Pues eso, hombre. Yo sólo puedo ofrecer preguntas con la vana esperanza de que alguien me proporcione respuestas. Si es que existen, claro.

Títulos

Recuerdo con cariño una cinta de VHS en la que mi padre había grabado Blade Runner y anotado con letra clara: RAIDER BLAIDER.

Los patinetes

A pesar de mi proverbial agilidad, a menudo tengo problemas para esquivar a los alocados adultos montados en patinetes que intentan atropellarme en la acera. Yo esperaba que el futuro sería otra cosa, pero quizá es un síntoma de la decadencia de Occidente o, peor aún, parte de un plan maquiavélico para acabar con el exceso de población.

Breves consideraciones a los cuarenta

Ahora que llevo ya seis meses instalado en los cuarenta y la decrepitud, tengo que decir que todavía no he desayunado helado como, siendo niño, amenazaba que haría algún día de adulto, pero al menos sigo bajando corriendo las escaleras como mi madre me decía siempre que no hiciera. Algo es algo.

Rechazos

—Se habla mucho de los rechazos constantes que recibe uno de joven, ¿significa eso que al final encuentras tu sitio en el mundo?
—Qué va, lo que pasa es que aprendes a aceptarlos.
—¿Aceptar los rechazos?
—Paradójico, ¿verdad?

El hallazgo

Es bonito ser descubierto por un lector en estos tiempos que corren. Sobre todo cuando además se toma las molestias de escribirte que le ha encantado la novela. Qué bien sientan siempre estos acontecimientos inesperados.

La calma

Una noche, en mi hotel en Nottingham, comenzó a sonar la alarma contra incendios a eso de las cinco de la madrugada. Me dije: «bah, será una falsa alarma; si no lo es, el hotel está bien comunicado y los bomberos no pueden tardar mucho». Y seguí durmiendo.

La respuesta

—Todo es más fácil con autoestima.
—Ah, ya sabía yo que tenía truco.

Lo cotidiano

Lo cotidiano era ser prescindible, entender que tenías que esperar pacientemente a que te llamaran porque cabía la posibilidad de que, quizá, con suerte, algún día dijeran tu nombre.

Nuevas reglas

Voy a la hamburguesería aprovechando que es miércoles, día de las ofertas, pero me dicen que han cambiado de política y que ahora las ofertas no te las puedes llevar a casa, sino que tienes que consumirlas en el local. Vuelvo a casa con mis diez euros en el bolsillo y sin entender nada. ¿No se supone que el ideal de la comida rápida es quedarse con tu dinero y tener siempre sitio en el local para más clientes? Algo falla, pero qué sabré yo de capitalismo moderno.

El problema de los superhéroes

—El problema de los superhéroes es que todo lo solucionan con mamporros.
—Bueno, en ciertos casos es necesaria una respuesta violenta.
—No te digo que no, pero ¿te vas a liar a hostias con el cambio climático? ¿Con la crisis económica?
—Siempre pueden pegar a los causantes de todo eso: los grandes magnates.
—Sí, pero no veo a los productores de Hollywood financiando películas en las que aparezcan sus amigos millonarios siendo apaleados.

Hannibal ad portas

Virgilio llamó a mi puerta y anunció: Hannibal ad portas. Yo, lo reconozco, siempre he simpatizado con el bando cartaginés, pero no dije nada, pues no quería molestar al viejo romano, que se alejaba ya con el candil. Salí en calzoncillos y zapatillas a la calle, detrás de él, pues quería saber dónde iba, dónde me llevaba.

Cahiers du cinéma

—¿No te resultan agotadoras las personas que creen que viven en una película?
—Sobre todo cuando no se curran los guiones.

Eritis sicut dii

—¿Tiene usted experiencia en nuestro sector laboral?
—Lo cierto es que no.
—¿Por qué nos hace perder el tiempo entonces?
—A ver, creo que no están enfocando bien el asunto. ¿No se dan cuenta de que podrán moldearme a su imagen y semejanza? ¡Serán ustedes como dioses!

Qué bien la vida

—Qué bien la vida, ¿no te parece?
—¿Así, en general?
—Claro, hombre: si te paras a analizarla en detalle no es lo mismo.

La entrevista de trabajo

—¿Está usted soltero?
—Perdone, pero ¿qué relevancia tiene mi estado civil para trabajar aquí? Es como si me preguntara de qué equipo soy.
—Pues ya que lo comenta, en esta empresa somos todos del Athletic de Bilbao y nos gustaría mantener esto.

Del amateurismo

Absolute beginners, cantaba Bowie. ¿Y no consiste en eso la vida? Tome asiento, sírvase una copa mientras hablamos del asunto. ¿Llegará alguna vez el profesionalismo a nuestras vidas? Eso siempre estropea la pureza del deporte, piense en los Juegos Olímpicos. ¿No es bonito dejarse las rodillas en los campos de tierra de la literatura? Lejos del boato y los oropeles de las competiciones internacionales, donde todo lo ha corrompido el dinero. No, aquí es donde se encuentra la autenticidad, en esta lucha precaria por la existencia. ¿No es un triunfo simplemente poder jugar cada partido? Sobrevivir a las lesiones incapacitantes un día más. Respirar este aire tonificante del fracaso.

El eterno aprendiz

A mi edad, sigo aprendiendo. Y no por humildad, sino por incompetencia.

La desgracia

—Cuán súbito es el dolor que se abate sobre el ser humano cuando todo parece ir bien.
—¿Qué?
—Nada, que no hay cervezas.

La familia

—Hola, he visto que presentas tu libro estos días.
—Así es, ¿te interesa acudir?
—Eso depende. ¿Irás tú a la presentación de mi próximo libro? Será dentro de dos o tres meses.
—¿Qué?
—Tú me rascas la espalda y yo te rasco la espalda. Tenemos que apoyarnos entre autores, ¿no te parece?
—La verdad, me parece una forma muy rara de actuar. Yo no quiero comprometer a nadie con mi presentación y del mismo modo tampoco quiero comprometerme a mí. Que venga quien esté interesado, sin ataduras de ningún tipo.
—Creo que eres muy egoísta.
—Pero ¿qué dice?
—Con esa actitud vas a tener problemas en el futuro. Tú verás, sería una pena que tu carrera literaria se estropeara por algo así. Adiós.

Lecciones positivas

En una ocasión tuve que tratar con un psicópata y lo bueno de la experiencia fue que por primera vez en mi vida sentí que el tipo raro era el otro.

Sin rumbo claro

—¿Practica usted la escritura automática?
—Cada vez que hablo en público.

Mayormente soleado

El hombre del tiempo dijo que el día siguiente sería mayormente soleado, lo que despertó sentimientos enfrentados en los hombres que iban a ser fusilados en esa fecha.

Propagandas

—¡Impulsemos el optimismo con obras de ficción positivas y llenas de esperanza!
—¿No sería más efectivo mejorar las condiciones de vida de la gente?
—Sacad a este subversivo de aquí.

Alabanzas

—Es usted un gran escritor, el escritor de la gente que no lee.
—¿Gracias?
—No se merecen.

El fruto maduro

—¿Nunca acabarán las dudas?
—Claro que sí. Con la edad, las sustituirás por las certezas más estúpidas e irracionales.
—Pues vaya un consuelo.
—Ah, se nota que eres joven y estás lleno de ingenuidad.

La hegemonía del fracaso

Siéntese, tenemos que hablar. Usted tenía grandes ideas, sí, lo sabemos. Quizá no bosquejadas del todo, pero es que eran muy grandes. Demasiado para una sola cabeza. Había que desarrollarlas con calma en la vida, proyectarlas tras un minucioso estudio. Claro que sí. No es usted el primero que nos cuenta esto. Que la vida presentó serias dificultades que entorpecieron el discurrir de los acontecimientos. ¿Y esto le sorprende? ¿Acaso la vida tenía que colaborar con usted? Las ideas, amigo mío, pertenecen a la imaginación. Destilarlas en actos siempre es un proceso arduo. Hay que batirse con un piélago de calamidades, que dijera Shakespeare. La vida no es su amiga, nunca lo ha sido. La historia de la humanidad es una historia de adaptación al medio. Usted, sin embargo, esperó comprensión y simpatía.

El diez por ciento

—Oiga, ¿qué coño hace arrancando las páginas de ese libro? ¡Páguelo ahora mismo!
—Nada de eso, estas páginas me pertenecen.
—¿Qué dice? Si todavía no ha comprado el libro.
—Pero lo he escrito yo, ¿sabe? Y recibo un diez por ciento de cada ejemplar vendido, lo que pasa es que he discutido con mi editor y ahora estoy yendo de librería en librería para negarle al público mi diez por ciento de cada libro. ¿No le parece una protesta justa?

Supermercados

—Perdone, caballero, pero le he visto meterse en el bolsillo del abrigo un lápiz de labios.
—Apasionante, tiene usted buena vista. ¿Quiere un premio por ello?
—¿Eso es todo lo que tiene que decir en su defensa? ¿Está admitiendo que lo ha robado?
—Señorita, está claro que la lógica no es lo suyo. Usted me ha visto meterlo en el bolsillo por una razón muy sencilla: no lo he ocultado, lo he metido con la naturalidad propia del que no está haciendo nada malo. De hecho, ¿sabe usted dónde estaba el lápiz de labios antes de acabar en mi bolsillo?
—¿Dónde?
—En mi mano.
—¿Encima hace bromas?
—No, señorita, es que no me sigue usted. El lápiz de labios estaba en mi mano antes de que lo metiera en el bolsillo. ¿Y antes de estar en mi mano? Pues en mi bolsillo. Vamos, que lo he traído yo de mi casa para poder adquirir uno igual para mi señora, que de estos temas no entiendo nada. Lo he sacado para enseñárselo a su compañera de la sección de cosméticos, me ha dicho que ahora no tienen este modelo, le he respondido que en ese caso no me llevaba ninguno porque no me atrevía a equivocarme y he devuelto el lápiz de labios a su lugar natural en el día de hoy: mi bolsillo. Aunque no imaginaba que algo tan normal escandalizara a alguien. Mire, el lápiz de labios está gastado y descascarillado. Es evidente que está usado. Que a usted le haya parecido en estado de ser vendido y, todavía más gracioso, robado, no habla demasiado bien de este establecimiento. O de usted como dependienta.
—¡Y todavía me insulta, habrase visto!
—Ajá, veo que es usted muy espabilada y se entera de las cosas a la perfección. Venga, buen día.

Desencuentros

—Es agotador discutir, ¿no te parece?
—Sí.
—Jo, qué aburrido eres.

Las cuentas

Acudí a Sevilla a presentar mi novela. Casi doscientos euros invertidos entre viaje y alojamiento. El editor ganó ochenta euros con la venta de ejemplares, de los que me corresponde el diez por ciento. Es decir, ocho euros. Tout va bien.

Los pesares

—El gran pesar de mi vida es la timidez.
—Hay cosas peores.
—Coño, pues claro. Pero eso no aligera mis pesares.
—¿Qué otros tienes?
—No saber dibujar.
—¿En serio?
—Sí. Me encantaría dibujar bien, creo que me pasaría el día dibujando cosas.
—Es cuestión de práctica.
—Creo que también hace falta algo de talento, pero digamos que tienes razón: quizá con la práctica intensiva podría llegar a dibujar de manera aceptable. Pero no hay práctica que valga para superar la timidez.
—El alcohol ayuda.
—Sí, es un sistema que no me molesta probar. Una y otra vez.

La amistad

—Yo la amistad la entiendo como un contrato, ¿sabes?
—Claro: un acuerdo entre iguales que hay que respetar.
—No, no. Más bien un contrato con cláusulas abusivas y draconianas a mi favor. Hay que tener espíritu empresarial en esta vida.

La fantasía

A veces recuerdo cuando tenía sólo menciones especiales de MálagaCrea y ningún libro y nos refugiábamos del mundo en una estrecha cama. Soñaba entonces con publicar libros algún día y te imaginaba con ellos bajo el brazo, incluso orgullosa. Sí, en mi fantasía hasta conseguía impresionarte con esto de la literatura. Pero todo se perdió por el camino y ya ni siquiera te caigo bien. Es extraña la vida. Y terrible, eso también.

De la elocuencia

He tenido la suerte de asistir a varias charlas de Antonio Orejudo y puedo decir que escucharlo es siempre un placer. «Claro, es que es escritor, trabaja con las palabras, ¿cómo no se le iban a dar bien las conferencias y coloquios?», podría aducir alguien. Ay, yo me considero escritor (he publicado algunos libros, al menos) y ya me gustaría saber hablar en público con soltura y precisión. Dejarlo por escrito en casa es sencillo, lo haces en bata y sentado cómodamente, lejos de las miradas de una multitud, pero ¿hilar los pensamientos y además verbalizarlos en presencia de otras personas? De personas desconocidas, encima. Una labor imposible.

Una cuestión de prestigio

—Buscamos darle prestigio a este certamen que hemos creado y nos parece que la mejor manera sería premiando a un escritor consagrado.
—Pero eso no se puede prever, ¿y si gana alguien desconocido?
—No se preocupe, evitaremos que eso suceda.
—Entiendo entonces que cuando hablaban de prestigio se referían a la acepción que dice:
«Engaño, ilusión o apariencia con que los prestigiadores emboban y embaucan al pueblo».

Un encuentro afortunado

—Buenas tardes, ¿es usted lector?
—Sí, de vez en cuando.
—¿En serio? ¡Qué casualidad! Resulta que yo soy autor.
—¿De vez en cuando o siempre?
—Digamos que siempre. Qué bien, por fin nos encontramos.
—Bueno, bueno, no nos precipitemos. Invíteme antes a tomar algo.

El viaje a Nottingham (y 5)

En el aeropuerto de East Midlands nos hacen pasar por una especie de escáner de cuerpo, aunque esto de «pasar» sea una forma de hablar. En realidad te dicen: «mantenga esta pose durante tres segundos». La pose es como de coreografía absurda, con las manos unidas por encima de la cabeza. «Mantenga esta pose durante tres segundos como un gilipollas», tendrían que decirte. Como si obligarles a hacer el ridículo fuera a disuadir a los terroristas en vez de darles más motivos de odio.

El viaje a Nottingham (4)

Un día hicimos una escapada a Londres, como buenos turistas. Sonia tuvo accesos de síndrome de Stendhal en la National Gallery y luego nos acercamos al British Museum. Allí intenté comprar en la tienda del museo con una moneda de libra de 1983 y me contestaron un poco enfadados: Sorry, sir, but we don't take these coins anymore. Estuve tentado de decirles que a los frisos del Partenón no les hacían tantos ascos y eran más antiguos.

El viaje a Nottingham (3)

Mi hotel era como una cárcel británica que alguien hubiera decidido convertir en residencia de huéspedes, pero sin ponerle ningún empeño. De hecho, es posible que la moqueta llevara allí desde los tiempos en los que Churchill hizo la mili. Pero tampoco podía quejarme por ese precio, que incluso tenía baño propio. Y calefacción (un día me la dejé puesta y al regresar por la noche era como estar en un hotel de alguna región tropical). Y televisión, aunque en la página web de Booking decían que no. Una noche pude ver The Graham Norton Show.

El viaje a Nottingham (2)

Mi hotel estaba a dos kilómetros y medio del de Sonia y me tocaba recorrerlos en soledad a la ida (por la mañana) y a la vuelta (por la noche). A menudo me cruzaba con británicos malencarados y siempre me imaginaba agredido a causa del Brexit o vete a saber qué otro motivo. Pero nunca sucedió. También había un cementerio de camino y de noche lo encontraba hasta acogedor. Quién se lo iba a decir al niño temeroso que fui. La ruta era sencilla, casi todo el rato en línea recta: caminaba por Mansfield Road, giraba por North Sherwood Street (pensando en el bosque), que era una zona en la que, al parecer, residían estudiantes universitarios, luego esta calle se transformaba en South Sherwood Street, torcía por Market Street cuidando que no me atropellase un tranvía como a Gaudí y por fin llegaba a Saint James Street. Piece of cake, que dicen los anglosajones.

El viaje a Nottingham (1)

Del siete al trece de febrero, Sonia estuvo en Nottingham, pues había sido seleccionada como participante en un encuentro de jóvenes autores europeos. Como cuando me escogieron a mí en 2013 para la bienal de Ancona. Aunque en mi caso se comía mejor. Y hacía un tiempo más agradable, que era verano. Y puedo comparar porque fui para allá un día después que ella a hacerle compañía.

La épica y su realidad

En Nottingham colocan placas en homenaje a la leyenda de Robin Hood en las mismas calles en las que duermen muchas personas sin hogar.