Virgilio llamó a mi puerta y anunció:
Hannibal ad portas. Yo, lo reconozco, siempre he simpatizado con el bando cartaginés, pero no dije nada, pues no quería molestar al viejo romano, que se alejaba ya con el candil. Salí en calzoncillos y zapatillas a la calle, detrás de él, pues quería saber dónde iba, dónde me llevaba.
1 comentario:
¿No deberías abrigarte un poco?
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