Un millón de páginas

Me cuesta despedirme de las bibliotecas. Por una parte, los seres humanos somos animales de costumbres, nos gustan las rutinas (no todas, claro). Pero también está la idea de no haber agotado las posibilidades. Tantos libros que me quedaban por leer y tengo que marcharme. Aunque encontraré otras, sí. Un millón de páginas esperándome en algún sitio.

Del presentismo en el trabajo

Usted podría aprovechar este tiempo de un modo mucho más práctico. Incluso podría utilizarlo para descansar y así producir más y mejor después. Pero la productividad es un pretexto. Su tiempo y su vida nos pertenecen.

El amor a los veinte años

La vida todavía estaba comenzando y al mismo tiempo parecía llegar a su fin cuando Alba me dijo que ya no estaba enamorada de mí. Con lo que me había costado acostumbrarme a ser su novio y no el eterno aspirante a su amor. Tocaba de pronto aceptar el fin de la anomalía y aprender nuevamente a ser nada, un extraño, un tipo raro al que la chica fascinante miraba con aprensión. Un papel hecho a medida. Veinte años después, nos encontramos a nuestro antihéroe en una librería. Tiene al lado a una pareja de veinteañeros: el chico le dice a la chica que el libro que sostiene en la mano ganó el premio Herralde hace unos años y luego añade con una mezcla de humor y suficiencia que él también lo ganará en un futuro. Estos fuimos nosotros, creo. En un pasado ya muy lejano, quizá sólo lo imaginé.

Economía literaria

En un cuarto de siglo mi producción literaria ha sido escasísima: un libro de relatos, un cómic, tres novelas (cuando salga la tercera). Podría alegar que esto no es una multinacional, sino una pequeña empresa artesanal, pero no se me ocurre cómo justificar no haberme declarado en quiebra múltiples veces.

Oye, nena, yo soy un artista

Hay mucho de soberbia en la pretensión literaria. Nadie te ha invitado, lo has decidido tú en la soledad de tu cuarto mientras tecleabas alguna historia más o menos acertada (lo normal es que sea fallida, pero el ego te lo impide ver). Luego, claro, hay que llevar esta íntima aspiración a la práctica proclamándola a los cuatro vientos (no se va a enterar mucha gente) y estrellándote una y otra vez contra los rechazos editoriales y del público, lo que siempre sirve para convencerte de que eres un genio incomprendido.

Artistas

—Decía Foucault que había que intentar que nuestra vida fuera una obra de arte.

—Ya, pero para eso también hace falta talento.

Guionizar

—A mí también me aburre mi vida.

—¿Entonces por qué la cuentas tanto?

—Para intentar hacerla interesante, claro.

El propósito de todo esto

—Se me escapa el propósito de todo esto. Vivimos como si fuéramos a ser eternos cuando lo cierto es que todo esto que tanto nos preocupa no deja de ser una mera distracción antes de morir.

—Yo no lo veo así. Puede que nuestra existencia sea irrelevante por sí misma, sí, pero servimos a algo mucho mayor que nosotros.

—No te pongas a hablar de Dios ahora, por favor.

—¿De Dios? ¡Te estoy hablando de la economía!

Del ambiente tóxico en el trabajo

Es curioso que el agresor justifique hasta tal punto su comportamiento que incluso se siente agraviado porque no has cedido a sus amenazas.

Lecciones de vida intransferibles

Las lecciones vitales conforman una valiosa información que llevarse a la tumba.

El inquisidor

El tipo no quería discutir conmigo acerca de lo que se había hablado, sino de lo que no, lo cual complicaba mucho entenderse.

Control

No estamos interesados en que usted piense en la vida que podría tener, sino en la que podría soñar.

Pater

Hace mucho que no sueño con mi padre, como si estuviera tan lejos que ya ni siquiera mi subconsciente pudiera recuperarlo.

Un mal momento en la vida

Siempre era mal momento, me decían. Y es que era precisamente por eso que habían encontrado algo de tiempo para mí.

En medio del Caribe

Como Guybrush Threepwood, yo también volví al Caribe, que en mi caso era un bar de Granada donde quedaron sumergidos los pecios que guardaban los brillos dorados de la juventud (quizá era de latón, que bien nos quejábamos entonces) en aquellos días lejanos en los que logré interesar a una atractiva artista que no paraba de fumar.

Soy vertical

El niño tiende a la verticalidad. Y no sólo porque crece, sino porque gusta de encaramarse. De mayores ya no tenemos la necesidad de practicar la escala en cualquier sitio, quizá en eso consista hacerse viejo.

Una vida plena

En las lecciones de mindfulness, equilibrio espiritual, conexión con el universo y otras paparruchas a las que se apuntan los ricos cuando se aburren nunca se encuentra dar dinero a los pobres.

El lazareto sentimental

—Es la primera vez en dieciséis años que no la felicito por su cumple. 

—Vaya, es triste eso. 

—Qué va, lo triste es que ni siquiera lo notará.

La paciencia

¿Su momento? Claro, por qué no. Llegará en cualquier momento, si me permite la redundancia. Está al caer. ¿Es que tiene prisa? ¿Acaso ha quedado? No tiene usted aspecto de llevar una vida desenfrenada, la verdad. Siéntese en esa silla y sea paciente, su momento puede ser inminente.

La superación

Hago esto porque es difícil, porque me supone un reto. Aunque también es verdad que las cosas más normalitas me cuestan bastante.

Vae victis

Algo va mal cuando empiezas a emocionarte con las ofertas del supermercado.

Lo suficiente

Digamos que el epicentro de la realidad es este momento absurdo en el que nos encontramos, esta indefinición aparentemente interminable. Quizá no valdría para justificar todo lo demás, pero tendría que colar como atenuante.

Teoría general del silencio

¿Qué podemos decir de la naturaleza del silencio? De entrada, hablar de él ya va contra su propio sentido. Lo propio del silencio es callar. Sin embargo, si no hay más remedio, podemos decir que su naturaleza es dual, pues con el silencio podemos mostrar aquiescencia (quien calla, otorga) y al mismo tiempo lo contrario (el silencio administrativo se considera desestimación).

Lo original

Una imagen que han vivido casi todos los niños del mundo: el padre que asegura que sostendrá la bici y al final la suelta para que el niño vuele solo. Como una especie de prefacio de todo lo que vendría después en mi vida, yo acabé cayéndome cuando me giré y descubrí que había sido víctima de una mentira. Esta historia carece de interés y originalidad para el público, pero para mí es importante porque se trataba de mi padre y no del de otro.

Aforismo

Que nadie sepa de qué estoy hablando no significa que esté equivocado.

El valor

Todo el mundo se interesa por ti si posees algún valor para ellos. Mi banco a menudo me escribe, ahora que tengo dinero, para ofrecerme rentables inversiones o comodísimos préstamos que, estoy seguro de ello, me beneficiarán en un futuro cercano o, quizá, en una realidad paralela.

El sentido

—¡Nada se entiende en su novela! 

—¿Y en la vida sí?

El observador

Cómo va uno a observar bien la vida si sólo tiene acceso a una parte muy limitada de esta. Habría que participar en enormes aventuras, beberse la vida a grandes tragos, pero nos llega racionada, pasamos sed, la observamos por una estrecha mirilla que además da a un espejo distorsionado.

Del buen uso del tiempo

Cómo vamos a gestionar bien el tiempo, si no conocemos de cuánto disponemos. Nos encanta planearlo todo, pero sólo está a nuestro alcance la microgestión, mientras que en lo realmente importante estamos obligados a improvisar.

Funambulismo

«Las novelas no se van a escribir solas», murmuro mientras me adelantan los años. Pero cómo robarle minutos a la realidad para dedicárselos a la ficción.

De lo pequeño

«Si mi vida fuera una canción, dubi dubá», canturreaba Antonio García, oficinista, mientras contemplaba su plato de macarrones girar en el interior del microondas.