lunes, 30 de septiembre de 2013

El viajero

Con siete años, les comuniqué a mis familiares mi decisión irrevocable de ser astronauta y viajar por el espacio infinito. Concretamente, les informé de mi partida con quince días de antelación, para que pudieran hacerse a la idea y comenzar las gestiones de hacerse con otro niño. Mis padres reaccionaron con hilaridad, lo que me pareció sumamente molesto, y mi hermano mayor me atizó un coscorrón con las siguientes palabras: otra vez llamando la atención. Sin embargo, nada de esto me hizo desistir. Me marché un martes. Recuerdo que se veía una luna llena enorme desde lo alto de la colina en la que durante largos minutos esperé a mi nave de tránsito. Procedía de Nebulón 7 y me había sido muy difícil contactar con ellos, así como reunir el dinero suficiente para pagar el pasaje. Por suerte, los nebulonanos aceptan el azúcar como moneda de curso legal y no fue tan complicado escamotear pequeñas cantidades en los desayunos y meriendas.

domingo, 29 de septiembre de 2013

De la vida de los muertos

Mucho se ha hablado en las últimas semanas de la casa encantada del pueblo y de la tendencia de los muertos a atormentar a los vivos. Esto es una generalización de lo más injusta, pues continuamente muere gente y sin embargo sólo conocemos algunos casos de fantasmas que se dediquen a asustar a las personas. Es muy poco lo que sabemos del mundo fantasmal, amigos. Tenemos que ser cautos en nuestras impresiones. Un profesor de la universidad opina que los responsables del terrorismo fantasmal son un grupúsculo de espíritus violentos que obligan a los otros muertos a actuar así contra los vivos. Un caso clásico de bullying o de iniciación en una fraternidad.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Soluciones literarias

—Buenos días, soy escritor y vengo a ofrecerme para trabajar en su empresa.
—¡Seguridad!
—Espere, escúcheme al menos. ¿Qué tiene que perder?
—Tiempo. Y mi tiempo es oro, caballero.
—Ya, pero imagine esto: surge de pronto un...
—Imaginar no es productivo. En nuestra empresa tratamos de imaginar lo menos posible. De hecho, despedimos al empleado que pillemos imaginando. A imaginar, a casa.
—Entiendo, pero no me refiero a eso. Lo que intento decirle es que yo ofrezco soluciones imaginativas.
—Queremos soluciones reales, no imaginarias.
—Pero no son imaginarias, sino imaginativas. A mí se me pueden ocurrir soluciones que otros no tendrían. Soluciones a conflictos inesperados. Yo puedo pensar en varios hilos argumentales y desarrollarlos.
—No queremos varios hilos argumentales, sólo uno: la total dominación del mundo.
—Ya. Claro. Pero es más interesante si hay tensión, si el héroe se aleja de su objetivo y, cuando ya parecía imposible, logra alzarse con la victoria. Usted podría ser un héroe. Le estoy imaginando ya en varias situaciones épicas.
—¿Ser un héroe aumentaría mi margen de beneficios?
—Sin duda.
—Hum. Vale, puede empezar mañana.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Una tranquila mañana en un pueblo de Galicia

Treinta y cinco años. Una tranquila mañana en un pueblo de Galicia. Llueve. Ya no soy un chico, soy un hombre. Aunque yo sigo sintiéndome perdido. Ser un hombre es un asco.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Vengo a decirte que me marcho

—Lo nuestro ya no funciona. Te dejo.
—No puedes dejarme así. Necesito que me avises con quince días de antelación.
—¿Cómo?
—Para que pueda buscar una sustituta, claro. Es lo justo.
—¿Y durante quince días tengo que seguir siendo tu novia? ¿Actuar como si te siguiera queriendo y no pasara nada? ¿A ti te parece normal?
—También necesito que me devuelvas la fianza.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El peine del ciego

En mi barrio había un ciego. Esto de por sí no parece muy interesante, pero despertaba mi curiosidad infantil por un motivo principal: el peine que siempre llevaba en el bolsillo de la camisa. ¿Por qué se peinaría un ciego?, me preguntaba yo entonces. Y el caso es que él siempre iba excelentemente bien peinado. Estaba claro que le habían enseñado a hacerlo así y él lo repetía sin planteárselo demasiado. Se peinaba para los videntes, era un gesto de cortesía o, a mí me lo parecía, de sumisión. Yo, si fuera ciego, no perdería el tiempo en peinarme, pensaba. Que se jodan, no estoy para hacer concesiones a los que tienen la suerte de ver, era mi queja imaginaria. Pero también me fijé en que siempre iba conjuntado, lo que me planteaba dudas acerca del modus operandi de los invidentes cuando van a comprar ropa.

martes, 24 de septiembre de 2013

Un grave error

—Qué mona, cuando bostezas pareces un hipopótamo bebé.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Una historia de terror

Se conocieron en un bar y enseguida surgió el amor. Acabaron en la cama y follaron con una pasión ardiente que bien podía haber provocado un incendio en la casa. Al terminar, él le dijo: Dios, te dejaría la polla dentro de la boca toda la noche. Ella, con voz susurrante, le contestó: hazlo. Se durmieron de esa manera, felices de haberse encontrado. Lo que ninguno de los dos sabía es que ella tenía bruxismo.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Cazar mamuts

Ayer, Sonia estuvo toda la mañana ayudando a sus abuelos a matar pollos. Yo me quedé en la habitación escribiendo, lo que era una manera de esconderme y evitar posibles desmayos que revelaran que soy una nenaza de ciudad.

sábado, 21 de septiembre de 2013

El reto

Deja siempre la puerta de su piso abierta, por si algún vecino es lo bastante audaz. Pero espera en vano, desnuda sobre las sábanas. Duerme toda la noche sin que alguien se atreva a penetrar en la guarida de la ninfa. Ni siquiera un mirón que se masturbe desde el umbral del dormitorio. Nadie. Vive rodeada de cobardes, suspira cada mañana.

viernes, 20 de septiembre de 2013

La victoria

Podrán quitarnos todo menos la narrativa, musitó mientras preparaba otra interpretación de los hechos.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Por el culo te la hinco

Treinta y cinco tiene muy mala rima y encima se acerca peligrosamente a los cuarenta. Yo no sirvo para crecer, que soy un inmaduro. Que lo haga gente más preparada y que me dejen a mí en una juventud indeterminada hasta que esté listo para la vida adulta, que puede ser dentro de muchos años. Ya avisaré yo cuando sea el momento, hombre, no nos precipitemos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

De la licantropía común

La amistad es un concepto extraño. ¿Qué es un amigo? Un tipo con el que te lo pasas bien. Un camarada. Un tío de puta madre, vaya. Como animales que somos, conformamos nuestra manada. Pero luego resulta que un amigo no está sólo para pasarlo bien, también está para animarte en los peores momentos. ¿Dónde estaba mi mejor amigo cuando me dejó mi primera novia? Pues conmigo, escuchando mis diatribas. ¿Dónde estaba yo cuando a él le dejó su novia? Pues con él, emborrachándonos convenientemente mientras ella se daba una juerga en Nueva York. Así que un amigo también es alguien con quien emborracharse y despotricar de las mujeres, que no nos hacen caso y eso que somos unos tipos geniales y blablablá.
Uno siempre intenta que las novias se integren en el grupo de amigos, pero es complicado, ya que ellas tienen sus propias manadas. Y luego pasas a formar otra con ella y ves menos a los viejos compañeros de correrías. Tienes que preocuparte de tus cachorros y esas cosas. No, no puedo quedarme más, dices, tengo que volver a casa, que tengo al pequeño con algo de fiebre. Y entonces tu amigo te responde algo como: nadie se muere de un poco de fiebre, tómate una cerveza más y vamos a aullarle un rato a la luna.

martes, 17 de septiembre de 2013

Una voz fallida

Yo también quise ser artista (era joven, no necesitaba dinero). Yo también perseguí la quimera durante años. Yo también pensé que el ego no mentía y que el mundo me esperaba a mí.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Una segunda oportunidad

Cuando mi mujer falleció, viajé a la India en su busca, pues era en ese país milenario y misterioso donde había alguna posibilidad de que se hubiera reencarnado. Durante años, recorrí el país de un lado a otro atento a la menor señal de Matilde, mi fallecida esposa. Pero nada, todavía no la encontraba. Pensé en varias posibilidades: podía encontrármela de niña y tener que esperar a que creciera para pedir su mano (mis progresos en hindi eran notables) o encontrármela dentro de unos años reencarnada en un muchacho y tener que cambiar de orientación sexual. Pero finalmente la encontré a las afueras de una pequeña aldea, entre unas rocas. Al principio pensé que se disponía a atacarme, pero se quedó quieta, mirándome fijamente, como si pretendiera hipnotizarme. Esa mirada, esa mirada era la de mi Matilde. Con suma dificultad logré atraparla, aunque intentó morderme varias veces (siempre ha tenido mucho carácter). En la aduana me pusieron trabas para sacarla del país, algo sobre una legislación para impedir la exportación de especies peligrosas, pero todo se solucionó con el soborno adecuado. Ahora hemos vuelto a nuestra vieja casa, aunque yo sigo durmiendo solo en nuestra cama de matrimonio mientras ella descansa en su terrario. Todavía no hemos vuelto a hacer el amor, pero tengo paciencia: ambos necesitamos tiempo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

La inspiración controlada

La inspiración está en la higiene o en la calle. Quizá por eso, cuando no se me ocurre nada de lo que escribir, me meto en la ducha, a ver si se me refrescan las ideas, o salgo a dar una vuelta con la esperanza de encontrarme alguna idea olvidada en la acera, como si fuera una cartera perdida.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Más tribulaciones del escritor tercermundista

Me preguntan de la editorial si he pensado en algún escritor para la presentación del libro. Alguien que conozca mi obra. O alguien a quien le caiga bien mi persona. Y sé que esto no tendría que ser tan difícil, que sólo es cuestión de hacer contactos, que así se lo montan tantísimas personas, pero yo no sé. A mí esto de la normalidad siempre me ha costado muchísimo, no sé cómo se llega a la gente. Así que sonrío, murmuro un rápido «esto...» e intento cambiar de tema.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Y otros momentos fundacionales

La editorial me mandó las tripas del libro para que comprobara que todo está bien. Es tan raro todo. Nunca pensé que alguien se encargaría de maquetar un libro mío. Y sin embargo, sólo tengo pensamientos gilipollas al respecto, como: «está bien que ellos pongan las tripas, que yo puse el corazón». En fin.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Johnny Cash

Era 2003, yo tenía veinticuatro años (pero cumplía el cuarto de siglo en poco tiempo). Mi novia me había dejado en marzo para irse con un profesor suyo, un señor muy bajito que fumaba como un carretero (yo siempre estaba tentado de acercarme y decirle: ¿no eres demasiado pequeño para fumar; lo saben tus padres?). El 12 de septiembre era el cumpleaños de mi ex y se me hacía muy doloroso todo. Recuerdo pasarme ese día en la cama, mirando el techo, donde la imaginación iba proyectando un pasado que, por definición, no podía volver. Ese mismo día murió Johnny Cash. Todo se desmorona, pensé yo entonces, aunque por suerte me quedaban todavía muchos años de derrumbe personal.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

De la solemnidad

Yo casi siempre escribo como si me estuviera muriendo de algo.

martes, 10 de septiembre de 2013

El velo

—Tú eres la cortina que tapa todo lo desagradable de mi vida. Tú evitas que tenga que ver todo eso que no podría soportar.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Variaciones de Paula

1) Me enamoré de Paula poco a poco. Es decir, me enamoré paulatinamente.

2) Me enamoré de Paula paulatinamente. Esto es, de forma redundante.

3) Morí paulatinamente. Es decir, me asesinó Paula.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Némesis

Uno necesita enemigos para motivarse y medrar. Yo, caballero, he decidido que la humanidad entera está contra mí. Así, todo lo que consigo, por muy pequeña que sea la victoria, me parece un gran triunfo que restregar por la cara de todo el mundo. Sé bien que me odian todos, incluso los que no me conocen ni saben que existo, pues este ninguneo es deliberado, a mí no me engañan.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Breve historia de Willy

Escrito en el lejano julio del año 2000.

William Kensington III ha pasado a la historia como creador de innumerables juegos que, por unas razones o por otras, no consiguieron arraigar en la complicada sociedad victoriana. La vida de este ser humano ejemplar nos trae a la memoria las atribuladas existencias de grandes hombres como Josef Zimmerman, el violinista ciego y sordo de Cracovia que durante cuarenta y cinco años tocó un violín sin cuerdas sin que nadie le advirtiera de ello; o como Teodoro Watling, que dedicó la totalidad de su vida a demostrar que el pollo es el animal más inteligente. Todas estas vidas tiradas a la basura están recogidas en el libro, de próxima publicación, Grandes genios —o no— de la Historia.
William Kensington III siempre vivió acomplejado por su aspecto físico. Según se aprecia en las pocas fotos en las que aparece, medía un metro y medio y pesaba más de cien kilos. Esto explicaría que le apodasen «Tonel Willy» en la universidad de Oxford. Es de suponer que fue su pésimo físico el que le llevó a practicar todo tipo de deportes con la esperanza inconfesable de demostrar al mundo que dentro de un orondo noble inglés puede haber un atleta (o varios). Durante las largas estancias en la enfermería de Oxford, tuvo una especie de epifanía que le metió en la cabeza la idea de, puesto que era una nulidad en la práctica de todo ejercicio físico, usar su intelecto superior (Kensington, como toda la élite británica, era bastante pedante) en la creación de algún nuevo tipo de deporte o juego de mesa que uniera a la Humanidad en una renacida Edad de Oro. Se sabe que durante su etapa universitaria intentó unificar el rugby y la esgrima, pero, por algún motivo, abandonó la idea tras un par de accidentes mortales. No obstante, siguió buscando el modo de «crear el juego definitivo», como anotaría él mismo en treinta y siete cuadernos (en cada una de las páginas de los treinta y siete cuadernos aparece escrito en grandes caracteres «crear el juego definitivo», seguido de un ranking de mujeres atractivas de la época).
En la primavera de 1885 William Kensington III fue expulsado de la universidad. Las causas de su expulsión las encontramos en dos revolucionarios ensayos escritos por Kensington. El primero, para la clase de Filosofía Germana, titulado El fútbol y Kant, trataba de demostrar cómo el fútbol está en franco desacuerdo con la ética kantiana y se enmarca, por así decirlo, en la corriente más afín a Schopenhauer. El profesor, el ilustre Sir John Blow, lejos de aplaudir el entusiasmo y frescura de las ideas de Kensington, le llamó al orden y le dedicó un largo discurso explicándole al joven iconoclasta que era el cricket, y no otro, el deporte que chocaba de frente con Kant. Sin embargo, fue el segundo ensayo, para la clase de Mitología Occidental, titulado Por qué creo que la masturbación femenina no es un mito, lo que precipitó su salida de la conservadora institución de Oxford.
En 1886 fallece el padre de nuestro héroe, pasando entonces él a administrar la fabulosa fortuna de los Kensington. Este dinero le permitiría afrontar mayores retos que antes no podía siquiera soñar. En la primavera de 1888 convocó a la prensa para presentar un nuevo deporte que haría las delicias de los aristócratas ociosos que no sabían en qué utilizar su tiempo libre. Lo llamó onehundredagainstonehundred. Kensington no se desanimó cuando los periodistas se echaron a reír ante su atónita y regordeta cara, pero sí lo hizo cuando comprobó que absolutamente nadie se interesaba por el nuevo deporte. Un viejo amigo de la universidad le indicó que tal vez el fracaso se debía a que las reglas del juego exigían doscientos participantes y que las mismas reglas se extendían durante tres mil quinientas páginas. William Kensington III, hombre de carácter, le asestó un puñetazo en el estómago a su amigo (que dejó de serlo) y se negó en redondo a cambiar una sola palabra de las reglas. Tres meses después, redujo el número de participantes a cincuenta por equipo y las reglas pasaron a ocupar mil setecientas páginas. Lamentablemente sólo podemos hacer conjeturas sobre la naturaleza de este deporte, ya que los volúmenes que recogían las reglas ardieron en el gran incendio de 1908 que arrasó la mansión de los Kensington. Sin embargo, una foto sacada durante un ensayo del fiftyagainstfifty, como se llamaría finalmente y que también fracasaría de forma miserable, muestra que el deporte estaba relacionado con vestir a una vaca con calcetines blancos y pamela negra.
En 1891 empezó a escribirse con el escritor noruego Knut Hamsun. La correspondencia consistía, por parte de Kensington, en hojas y hojas llenas de elaborados insultos, mientras que las cartas de Hamsun solían ser más escuetas y se limitaban a decir cosas como «por favor, ¿quién es usted y qué quiere?» o «¿quién le ha dado mi dirección?» e, incluso, «se lo ruego, deje de escribirme, mi mujer está asustada».
1893 fue un año importante para Kensington. Fundó la Sociedad de Británicos Amantes del Deporte, en cuyos estatutos se prohibía el ingreso de escoceses, irlandeses y galeses, que se convirtió muy pronto en lugar de encuentro de borrachos de todo Londres. Envalentonado por el éxito, mandó un carnet de socio de honor a la Reina Victoria y otro al Káiser de Alemania. Al poco, recibió una nota de agradecimiento de la Casa Real, lo que le llenó de una alegría indescriptible que lo mantuvo en vela durante tres noches. Es importante reseñar que Kensington fue incapaz de leer la nota debido a que la grafía no era muy clara. Recientes investigaciones confirman que el mensaje de la nota es «a Su Majestad no le interesa lo que sea que vende, no la moleste más». El Káiser, por el contrario, enmarcó el carnet y lo colgó en su dormitorio. Ese mismo año Kensington creó ciento setenta y dos juegos, la mayoría de los cuales eran variaciones estúpidas de juegos ya conocidos. El fracaso de todos ellos, lejos de hundirle, no hizo más que reforzar su convicción de que pronto, muy pronto, tendría en sus manos el deporte que revolucionaría el mundo y sería practicado durante siglos. Pero sus intentos de comprar la patente del fútbol por quince chelines fueron infructuosos.
En 1894 Kensington probó las mieles del amor, cansado como estaba de los burdeles de París. Conoció a Margaret Westminter, hija de Lord Alfred Westminter, famoso general, a la que cortejó y pidió en matrimonio. La boda fue cancelada un mes antes de la fecha acordada para su celebración al descubrir Lord Westminter a su virginal hija en la cama con Kensington. Esto se entiende si tenemos en cuenta que Kensington estaba en la cama con Alice, la hija menor de Westminter, y no con Margaret, que, al fin y al cabo, era su prometida. Kensington, desolado, abandonó la casa de Westminter esquivando los disparos que efectuaba éste desde el balcón. Habiendo perdido al amor de su vida (o, al menos, un sucedáneo muy interesante), publicó un extenso poema (otra de las facetas de este gran hombre) en todos los periódicos de Londres con el título de «A dos hermanas». Fue condenado a pasar catorce meses en la cárcel por publicar pornografía.
El periodo pasado entre rejas le sirvió de retiro espiritual y fue entonces cuando consiguió su único éxito. Durante su estancia en prisión unificó las reglas del ajedrez y el boxeo, juego al que llamó «ajedrez total». Evidentemente, el deporte tuvo una gran acogida entre los presos, llegando a extenderse por varias prisiones del país. Cuando Kensington redactaba los estatutos para la creación de la Liga Nacional de Ajedrez Total, un edicto del Gobierno prohibió la práctica del deporte por considerarlo «excesivamente violento incluso para Inglaterra».
Esto acabó con Kensington. Desde entonces inventó cerca de trescientos juegos de mesa y cuarenta y cinco deportes —que pasaron desapercibidos—, pero sin la pasión de antaño. Murió en 1911, recluido en un manicomio, jurando a quien quisiera escucharle que fue él quien inventó la salsa tártara y los zuecos.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Zen

—Me basta con saber que, según algunos científicos, en un universo paralelo estamos juntos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Voliciones

Pasa una pareja mientras leo sentado en el banco. Se despiden, la chica le sonríe durante un corto instante y pienso que, en fin, que vivimos para esos momentos de pura magia. La magia de una chica bonita sonriéndote. Provocarle un orgasmo es mejor, ya, pero hacer que sonría también es muy bonito. Ese momento íntimo, de auténtica complicidad. Te sonríe a ti y a nadie más, tú eres la causa y el destino de su sonrisa, el alfa y el omega.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El largo encono

En Pinares de Entretiempo, dos jubilados, el señor Matías y el señor Ramiro, llevan ya diez años enfrentados. Nadie conoce el motivo de su enemistad, aunque hay varias teorías: una partida de mus que salió mal, una disputa por una anciana del asilo, un simple malentendido producto de la dentadura postiza, etcétera. El caso es que ya es una década sin hablarse, aunque siguen comunicándose de forma indirecta a través del periódico local: siempre mandan cartas al director para rebatir la opinión que el otro ha dado el día anterior.

martes, 3 de septiembre de 2013

El trabajo de campo

—¿Qué haces ahí tumbado?
—Me documento para mi próximo relato.
—¿Durmiendo?
—Oye, los sueños son una mina.

lunes, 2 de septiembre de 2013

De espaldas

Seducirle siempre fue tarea fácil. Al ser hombre de culos, las chicas podían mandarle fotos que no eran suyas.

domingo, 1 de septiembre de 2013

El final del verano

Y otros temas recurrentes. ¿Cuántos veranos han terminado? Demasiados, que esa es la paradoja del paso de los años: uno hubiera querido vivir menos veranos y, al mismo tiempo, piensa que no ha vivido lo bastante en todos esos veranos que ya no volverán.