miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014

Termina el año, hay que hacer balance. Y qué rápido pasa el tiempo, ¿no? Cuando ayer era jovencísimo: mandaba textos a fanzines de mala muerte. Pero no fue ayer, claro, esto fue en 1999. Era otro siglo, incluso. Ahora soy más viejo y, en apariencia, más sabio, que gano hasta concursos de novelas. Qué raro es todo, ¿cómo habré aprendido a engañar así a los jurados? Será el oficio, el oficio de mentir al escribir ficciones. El oficio de insertar pequeños mensajes subliminales diciendo: prémieme a mí, mi obra es la mejor que va a leer estos días, no pierda el tiempo y pasemos a otro asunto. Algo así. Si al menos hubiera aprendido a insertar mensajes subliminales en las portadas de mis libros para que fueran adquiridos... Bueno, cada cosa a su tiempo. Veamos qué tal se desenvuelve la novela cuando salga. Normalmente no se me dan muy bien los años impares, pero la tendencia tiene que cambiar alguna vez, aunque sea para pillarme desprevenido.

martes, 30 de diciembre de 2014

La asociación revisionista

En la asociación revisionista nos dedicamos a mentir como bellacos acerca de nuestro pasado. Dicen algunos que hacemos literatura, pero en realidad se acerca más a un trabajo de corrección editorial. Opinamos que el pasado en sí no es lo bastante interesante para ser publicado; no es más que un borrador necesitado de profundas revisiones.

lunes, 29 de diciembre de 2014

El club del sueño

En el club del sueño nos reunimos para dormir. Esto parece una perogrullada, pero piense que también podríamos reunirnos para hablar de nuestros sueños y analizarlos desde una perspectiva psicológica. Pero no, no tenemos tiempo para cartografiar los sueños, la vida moderna es un objeto en permanente aceleración. Así, vamos al club para dormir en buena compañía y recuperar energía para afrontar de alguna manera el resto del día insomne.

domingo, 28 de diciembre de 2014

El Instituto del Sueño

En el Instituto del Sueño nos dedicamos a la investigación exhaustiva de los diversos mundos oníricos. Es decir, dedicamos el día y la noche a soñar. La respuesta está ahí, en la vida onírica, y no podemos perder ni un minuto de sueño.

sábado, 27 de diciembre de 2014

28 (2)

Me dice el editor que se hicieron envíos a Logroño, Madrid (varios), Las Palmas, Sevilla (varios), Barcelona y Cádiz. ¿Quiénes serán estas buenas gentes y qué les llevará a la excentricidad de comprar un libro mío?

viernes, 26 de diciembre de 2014

La boda

—Estoy encantado de que hayan pensado en mí para grabar su boda, pero quiero comentar algunas cosas. Primero, creo que hay un problema con el reparto. No es verosímil que usted, señorita, se vaya a casar con este hombre.
—¿Qué?
—No me mire así, podríamos rodar una escena inicial que estableciera que es un rico heredero o algo por el estilo. Bien, pasemos al siguiente punto: el guión que me han pasado ustedes es muy aburrido. Primero escenas en la iglesia y luego en el banquete. ¡No hay trama! ¿Y si irrumpieran unos mafiosos en el banquete y tomaran al marisco como rehén? ¿Y si la mejor amiga de la novia tuviera un lío con el padre del novio? Una subtrama para darle interés a la cosa.
—¿Qué tonterías está diciendo?
—Por no hablar de las escenas de amor: ¡sólo un breve beso ante el altar! No, lo que vende es el sexo, ¿no podría acompañarlos al hotel y rodar también la noche de bodas?

jueves, 25 de diciembre de 2014

Qué bello es vivir

—¡No te tires al río, George! ¡Tienes mucho por lo que vivir!
—¿Qué? Si sólo me inclino en la barandilla porque estoy vomitando. He bebido mucho, ¿sabe?
—Vaya, la Navidad ya no es lo que era.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

28

Veintiocho ejemplares vendidos en quince meses. No llega ni a dos libros vendidos al mes. En un país de cuarenta y siete millones de habitantes. Mirándolo por el lado bueno, si mantengo el ritmo podré agotar la edición en los próximos tres años, antes de que termine el contrato.

martes, 23 de diciembre de 2014

No para sus ojos

Es la falta de costumbre, nunca se me dio bien esto. Yo me guardaba lo que sentía y, si acaso, lo escribía en secreto. Como un espía cuyo lema fuera: no para sus ojos. Por eso, qué sé yo de revelar los secretos del corazón, cuando toda mi vida he estado trabajando para ocultar su actividad.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Silencios

Otros hombres saben qué decir. Otros hombres saben cuándo hablar. Otros hombres saben. Yo no sé distinguir los momentos, por eso callo. Sólo hablo de amor cuando es tarde o cuando nadie escucha, como si el silencio pudiera llevarle mis palabras a mi amada.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Amor

Hace demasiado frío para escribir, se congelan los dedos y el corazón de un hombre sólo bombea miedo y sombras. Es extraño ser aceptado por una mujer en su cama. Es extraño ser aceptado por una mujer en su vida. ¿Qué habría sido de mí todos estos años si no hubieras estado, amor?

sábado, 20 de diciembre de 2014

El frío invierno

Quizá ya no sepas de qué te hablo, pero sólo quería decirte que al final lo he comprendido todo. Tarde, como siempre. Ya no me quedan frases ingeniosas en los bolsillos, pero en realidad no importa: es posible que nunca las tuviera.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Éxodo (2)

—Moisés, ya hace más de un año que vagamos por el desierto, ¿no habría que despedir al guía por incompetente?

jueves, 18 de diciembre de 2014

Las razones equivocadas

Siempre nos sobrarán las razones equivocadas para seguir con todo lo que nos hiere. Es tan sencillo convencerse para hacer todo lo incorrecto. El instinto de autodestrucción es más fuerte que la vida en sí.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Éxodo

—¡Faraón, libera a mi pueblo!
—Imposible, Moisés, se derrumbaría la economía del país sin toda esa mano de obra barata.
—¡Te lo ordena mi dios!
—¿Y qué pasa con la soberanía nacional? Tu dios es una potencia extranjera que ni siquiera comercia con nosotros.
—¡Obedece o Egipto será asolado por las plagas divinas!
—No negociamos con terroristas.

martes, 16 de diciembre de 2014

Seducciones

—Mándame una foto tuya desnuda.
—No puedo, estoy con mi familia.
—Mándame una foto de tu familia desnuda.
—Imbécil.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Mi vida literaria

Tenía yo dieciséis años. Iba con mi padre en coche por las calles de Málaga cuando me hizo esa pregunta que suelen hacer los padres a sus hijos: «¿Tú qué quieres ser de mayor?». Como me había preguntado por el querer, fui sincero e inocente: «me gustaría ser escritor». Atónito, se echó a reír: «¿Tú, escritor?». Como si le hubiera dicho que quería ser astronauta. «Los escritores también son hijos de alguien», repliqué (sin añadir que igual que los astronautas). Él meneó la cabeza con una sonrisa de incredulidad.
Después, con veinte años, me dijo que me suicidara. Pensé: «bien, tener un padre así me acerca a Kafka. Ya sólo me falta hacerme ludópata como Dostoievski y alcohólico como Dylan Thomas».
Pero yo siempre he escrito cosas raras que no interesan a casi nadie. La literatura como mujer esquiva. Mujeres y literatura. Con las mujeres siempre tuve más literatura que otra cosa. Recuerdo que el gran desamor de mi vida me pidió, cuando todavía nos estábamos conociendo, no ser sólo un personaje de mi blog y al final fue básicamente eso. Amé tanto y perdí siempre. Como la literatura, se marchaban con otros, otros con menos mundo interior (en mundo exterior me ganaban de largo) y menos traumas interesantes que contar. Y eso que siempre fui un caballero con ellas (un caballero como el Quijote).
En fin, veinte años después de aquella conversación paternofilial, y con estos pelos de loco, sigo llamando a la gran puerta de la literatura (imaginad una puerta enorme y una pulga golpeándola de forma imperceptible para los sentidos humanos). No contesta nadie, pero se oye a las musas reír y cantar al otro lado. Habrá que probar otros veinte años más, que seguro que merece la pena.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El extranjero

Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé. Quizá se ha suicidado, el telegrama no lo especifica. Siempre le gustó mucho Camus, que decía que el único problema filosófico verdaderamente serio es el del suicidio. Pero también podría no haberse suicidado. Ya no tenía edad para esas cosas. En general, uno se suicida de joven o no se suicida. Claro que también hay excepciones. Otra posibilidad es que haya sido víctima de esa epidemia de peste que, cuentan, azota Orán estos días. Pero morir de peste en la actualidad también es raro. Uno muere de peste en el medievo o ya no es lo mismo. Es todo muy extraño. Me acuerdo de pronto de aquello que dijo una vez Camus: «entre la justicia y mi madre, elijo a mi madre». A mí ya sólo me queda la justicia, no hay una verdadera elección. La justicia por mi mano, como matar a un árabe en la playa. Es todo muy confuso.

Publicado en el número 10 de Obituario.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Política aplicada

—Lamento decirle que tiene la pierna gangrenada.
—¿Qué se puede hacer, doctor?
—Habrá que someter su pierna a una serie de ajustes.
—¿Se refiere a cortarla?
—No use ese lenguaje tan negativo.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Realpolitik

Uno quisiera colarse en las reuniones de los poderosos y ver de qué hablan, si se quitan las caretas o siguen manteniendo la impostura incluso entre ellos.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Estar perdido en la vida

¿Qué es estar perdido en la vida? No saber qué dirección tomar. Pero no la dirección de la salida, que no es complicado encontrarla (sólo hay que morir), sino la dirección correcta para avanzar en la existencia. Porque todos te adelantan, incluso los que empezaron más tarde que tú. ¡Es tan bonito vagar!, tratas de justificarte, pero no engañas a nadie. La vida. La vida. Se hace tarde en la vida y tú todavía estás dando vueltas por el bosque.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La tierra

A diferencia de lo que sucede con el resto de religiones, que siempre son ombliguistas, la tribu de los obunales no se consideraba el pueblo elegido de los dioses. En lugar de eso, creían que el pueblo elegido era otro, uno más allá de las nubes y de los peces. Durante siglos lo buscaron sin éxito hasta que el gran chamán determinó que su ubicación exacta correspondía con la de una pequeña población de Estados Unidos: New Chastity. De inmediato, la tribu emprendió el largo viaje a la Tierra Prometida, y tras múltiples peripecias, arribaron a ella. Preguntaron a las autoridades si no les permitirían mudarse allí y vivir en gracia con los dioses, pero el sheriff del condado contestó que no querían sucios inmigrantes en sus tierras.

martes, 9 de diciembre de 2014

La realidad

—Y usted, caballero, ¿observa la realidad?
—Sólo cuando la realidad no mira.

lunes, 8 de diciembre de 2014

La espontaneidad

Si yo fuera espontáneo... pero siempre hay un gendarme dirigiendo el tráfico de mis ideas: poniendo multas por exceso de velocidad, arrestando a quien se salta las normas, obligando con su mera presencia a no abandonar el carril que uno ocupa.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La producción

—Señor director, dice el cura que no da su permiso para que rodemos la escena 21. Que lo que hacen los personajes es pecado —anuncia Martínez.
—Pero si los personajes están casados.
—Exacto: los personajes. Dice que una boda ficticia es pecaminosa a ojos del Señor. Propone casar a los actores y así podrán besarse y amarse sin caer en pecado.
—Imposible, Vicente está ya casado y lo último que necesitamos es tener a un bígamo como protagonista; el Ministerio nos cerraría la producción. Además, el agente de Amalia no nos dejaría casarla sin su permiso.
—Creo que hay una cláusula específica en su contrato que prohíbe matrimonios y fugas amorosas—interviene un ayudante de producción.
—Martínez, explíquele al cura que la ficción se rige por leyes distintas a la religión.
—En realidad, pertenecen al mismo campo —dice el guionista, que se ha acercado al corrillo.
—Calla, hombre, que no te oiga el cura —responde el director—. ¿Quieres que llamen a la Guardia Civil?
—Mire, eso podríamos ponerlo en el guión: «los recién casados se besan; entra la Guardia Civil a la alcoba nupcial y les pide el certificado matrimonial».
—Déjate de bromas. ¿Has hablado ya con Arturo?
—Sí. Insiste en que añada una escena de amor para su personaje.
—Ya me lo esperaba. Hazlo. Que se bese con una amiga de la novia. Pero que no se entere de esto el cura.
—¿Qué? ¿Pero qué pinta eso en la narración? ¿Por qué el padre de la novia, enfermo de cáncer, va a besarse con una jovencita? ¿Estamos rodando una comedia de pronto?
—A ver, no es eso. Si luego la escena no va a salir en el montaje final.
—¿Entonces? ¿Por qué tomarse las molestias de escribirla y rodarla? No entiendo nada.
—Porque no has trabajado antes con Arturo. Lo hacemos para halagar su ego de galán crepuscular. Es como una cláusula no escrita: en cada producción en la que trabaja se incluye alguna escena amorosa suya con alguna chica de buen ver. No hacemos daño a nadie y así está contento durante el resto del rodaje. Una de las labores más importantes de un buen director es favorecer el ambiente de trabajo.
—Acabáramos. Escribiré una escena de cama —dice el guionista.
—Dice el cura que es su labor evangelizar a los pecadores y de ahí su oferta de matrimonio —vuelve Martínez—, pero puede transigir en el estado de pecado de los personajes.
—Bien, solucionado entonces.
—No, no, tiene condiciones: exige que la escena sea rodada a oscuras y en completo silencio, de forma que el espectador no sepa a ciencia cierta lo que sucede. Alega que para Dios el amor es un asunto privado de la pareja, no un acto público para disfrute de los espectadores.
—¡Inconcebible! —brama el director.
—Dile al cura que la oscuridad es muy sugerente —aduce el guionista—; el espectador puede imaginarse miles de cosas, a cual más depravada. De hecho, me extraña que el Vaticano no haya declarado ya que la oscuridad es pecado. Lo mejor es iluminarlo bien todo, para que se vea que no ocurre nada censurable, y que se oiga bien a los personajes, que los susurros tienen mucha miga también.
—Nada más subversivo que un buen susurro —confirma el director—. En mi primera película, me censuraron un susurro porque podía considerarse contrario al Régimen.
—Uno nunca puede fiarse de alguien que susurra.
—Ni de alguien que mira fijamente.
—Señor director, ya está aquí el ganadero —interrumpe Martínez—. El toro se le ha muerto de unas fiebres, pero ha traído una vaca en su lugar.
—¿Cómo que una vaca? ¿Dónde queda la épica si el novio torea una vaca?
—Según él, si lo rueda de lejos, nadie notará la diferencia.
—Nadie notará lo que pasa, más bien. El momento cumbre se queda en nada. «De pronto, intuimos al novio en lontananza; parece estar haciendo algo que no conseguimos ver». ¡Vaya una escena!
—De todos modos, lo de que torease era una imposición del productor, a mí nunca me ha gustado —dice el guionista.
—El público quiere toros y flamenco, hombre. Nosotros estamos al servicio del público.
—Al servicio del productor, será.
—Exacto: y el productor quiere recuperar la inversión. Aquí nadie produce por amor al arte. Ni dirige, ya que estamos. ¿O tú escribes por amor al arte?
—Ya que lo menciona, todavía no he cobrado.
—Por eso es tan importante que dé beneficios la película, que cobrarás cuando esté terminada.
—Señor director, ¿qué le digo al ganadero? —pregunta Martínez.
—Yo qué sé. Alfonso, ¿cómo arreglamos esto? ¿Ponemos al novio a ordeñar a la vaca o qué?
—A los surrealistas les gustaría —contesta el guionista—, pero la censura podría interpretarlo de forma equivocada. Quizá podríamos rodar al novio toreando a la vaca, pero que sólo se vieran sus sombras. Una escena muy lírica, casi de arte y ensayo.
—¿Y cómo justificamos la sombra de la ubre? Un toro y una vaca no tienen el mismo perfil, Alfonso.
—Evitamos que la sombra de la ubre (por cierto, muy buen título) aparezca en plano y en paz. Con un poco de pericia del cámara nadie notará el cambiazo, que tampoco la censura nos iba a permitir que apareciera la sombra de los testículos del toro.
—¿Y la vaca se dejará torear, Martínez? Pregúntele al dueño.
—De acuerdo —se despide Martínez.
—Yo pude trabajar en Hollywood, Alfonso, ¿te lo había contado ya? Pero lo impidió un problema del visado. La burocracia, que siempre pone obstáculos a los sueños personales.
—Ajá.
—Allí trabajan con presupuestos holgados, son más profesionales. Hasta los animales. Estoy convencido de que la mona Chita es más profesional que la mayoría de los actores de este país. Con la mona Chita sí que podría trabajar yo.
—Señor director —aparece de nuevo Martínez—, dice el ganadero que la vaca hará lo que usted quiera, que es de buena raza. Pero el señor cura ha escuchado esto y opina que cambiar de sexo a una vaca es antinatural, profundamente antiespañol y, tal vez, cercano al ateísmo.

Publicado en el número 1 de MacGuffins

sábado, 6 de diciembre de 2014

Morir

Apagarse. Sin dramas. Como cuando se consume una vela en una habitación vacía. Como cuando alguien pulsa un interruptor sin prestar atención a ello. Como cuando alguien cierra una puerta ordinaria. Como cuando.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Un hombre

—Como estás saliendo con mi hija, creo que estaría bien que nos conociéramos un poco tú y yo.
—Por supuesto, pregúnteme lo que quiera.
—Dime, ¿tú te masturbas?
—¿Yo? Dios me libre.
—¿Ni siquiera pensando en mi hija? ¿Es que no te gusta?
—Claro que me gusta, señor. Pero la respeto.
—Mira, no es ninguna falta de respeto masturbarte en la intimidad de tu cuarto pensando en alguna señorita, digo yo. Es natural. Y sano. ¿O es que no te hace falta masturbarte porque te estás follando a mi hija?
—No, no, yo a su hija no la he tocado nunca.
—¿Entonces? No tienes sangre en las venas. Mi hija está muy buena, ¿sabes? Cientos de hombres darían su fortuna por llevársela a la cama y tú, su novio oficial, me dices que no la tocas. ¡No eres merecedor del cuerpo de mi hija!
—¡Vale, lo admito, me la follo, me la follo a diario!
—La verdad, ya no sé si creerte.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Abandone sus ridículas fantasías

Llamaron a la puerta. Era un policía con una orden del juzgado. Decía: «Abandone sus ridículas fantasías, ya no es usted joven». Qué es esto, pregunté al agente de policía, que con cara seria me respondió que una orden de desahucio. Pero si la casa es mía, aduje. No de la casa, contestó, sino de esa injustificable creencia de juventud.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Vivir sin dinero es fácil

Vivir sin dinero es fácil, míreme a mí: es mi situación natural. Lo artificial es tenerlo.

martes, 2 de diciembre de 2014

Conectar en el silencio

—Ven, te hablaré del silencio —dijo ella.
Se sentaron. Ella le miraba a los ojos. Él también, pero sin descuidar el resto de su anatomía. Diez minutos después, intranquilo, dijo:
—¿Cuándo empezamos?
—Hace ya rato. ¿Cómo quieres que hablemos del silencio con palabras? Sería contradictorio.
—Ah. Pues me temo que no domino el idioma del silencio, que no me estoy enterando de nada.
—Es igual, te estás sumergiendo en él, que es la mejor manera de aprender. Estamos conectando.
—¿Y no podríamos follar? Como forma de conexión me parece mucho más interesante.
—Qué antiguo eres, esta forma es mucho mejor, que no es USB, sino wireless.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Heterónimos

—Fernando, ayer te vi con otra.
—Imposible, estuve todo el día en casa escribiendo.
—No me mientas, eras tú, aunque vestías de forma distinta, como más mundano. Supongo que ibas disfrazado para que no te descubriera ninguna amiga mía.
—Que no era yo. No salí de casa, estuve finiquitando la novela.
—Eras tú, deja de mentir. Mira, te saqué una foto con el móvil. Dime que este hombre no eres tú en el Café Central, junto a una rubia.
—Ah, vale, esto lo explica todo. No soy yo, sino uno de mis heterónimos.
—¿Qué?
—Es Alfredo de la Bahía, un vividor. No tiene trabajo conocido, se dedica a sablear a los amigos y a ser invitado por hermosas mujeres.
—No entiendo nada, ¿es un gemelo tuyo? Tenéis apellidos distintos.
—No es un gemelo mío, es un heterónimo, ya te lo he dicho.
—¿Y eso qué es?
—Otra identidad. Una identidad literaria distinta.
—Nunca me habías dicho que tenías doble personalidad, Fernando.
—No es doble personalidad, es tener un heterónimo. Y no tengo sólo uno, sino trescientos treinta y tres.
—¿Trescientos?
—Trescientos treinta y tres. Todos con características definidas y vidas complejas.
—Pero yo no quiero salir con tanta gente.
—¡Cariño, qué cosas tienes! En nuestra relación sólo estamos tú y yo.