jueves, 28 de febrero de 2013

La pareja

En nuestra relación, yo siempre era un intruso.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Dragones

Suena el teléfono y es ella, que le dice:
—Oye, ¿puedes venir a mi casa?
—No, hoy no puedo —contesta él—. ¿Qué tal si me paso mañana?
—Mañana puede ser tarde. Estoy encerrada.
—Ah, que te aburres y quieres dar una vuelta. Bueno, puedo tomarme una rápida en el bar de siempre, si te apetece.
—No me has entendido. Estoy atrapada en el dormitorio; no puedo salir.
—¿Por qué? ¿Te has caído? ¿Has llamado a una ambulancia?
—Nada de eso, me encuentro bien. Por ahora.
—¿Entonces?
—No sé cómo decírtelo...
—Dímelo ya, que me estás asustando. ¿Es que se te ha metido alguien en casa? ¿Quieres que llame a la policía?
—Sí que hay una intrusa, sí. Verás —dice bajando la voz—, hay una cucaracha en el pasillo.
—Joder, ¿y para eso me llamas? Písala y ya está.
—No puedo. Está encaramada en la estantería, oteando. Es muy lista, me tiene ganada la posición. Seguro que lo ha planeado en profundidad y sabe que desde esa altura estratégica controla todos los accesos. Para desalojarla necesitaría artillería o aviación, pero no tengo nada de eso en casa.
—¿Y algún insecticida? Tú no has firmado el Convenio de Ginebra, así que quizá no tengas problemas por usar armas químicas.
—Lo he pensado, sí, pero la cucaracha podría tomar alguna medida desesperada.
—¿A qué te refieres?
—Una acción kamikaze. Saltarme a la cara.
—Qué asco.
—Exacto. Las dos moriríamos: ella, envenenada; yo, de repugnancia.
—Así que quieres que me la juegue yo. Te parecerá bonito.
—Claro que sí. Eres mi caballero andante y hay un dragón amenazando a tu princesa. Tu obligación es rescatarme.
—Vale, vale, voy para allá, ya que lo pintas con tanto heroísmo.
—Bien. Pero date prisa, por favor, que tengo que ir al cuarto de baño.

martes, 26 de febrero de 2013

Magnum opus

—Sus cuentos están bien, pero tendría que escribir una novela, que es donde está el (poco) dinero.
—Pero es que nunca lo he hecho.
—Vaya una excusa. ¿Es acaso usted virgen?
—No.
—Y sin embargo, lo fue. ¿Pero a que eso no le impidió acostarse con una mujer? Cuando el único entrenamiento que tenía era el onanismo, que es como escribir relatos.
—Ah, visto así...

lunes, 25 de febrero de 2013

Chico para todo

A la atención de los gentiles editores:

Me llamo Gabriel Noguera y me ofrezco para ser explotado por su empresa. Estoy lleno de ingenuidad juvenil (del siglo XIX, además). Mi preparación me permitiría desenvolverme con maestría como corrector, lector editorial e, incluso, traductor del inglés (seguí Muzzy con suma atención en los años ochenta; también me gustaba Ulises 31, pero no se me ocurren aplicaciones editoriales para esto último). Considérenme un niño tailandés que coserá con gusto sus zapatillas.

Un saludo.
Gabriel Noguera

domingo, 24 de febrero de 2013

Combates literarios

En el Musil se respira ambiente de guerra: dos novelistas van a dirimir sus diferencias en combate singular. Como no hay guantes de boxeo, se les proporcionará el alcohol que necesiten para embotar los sentidos y así no sentir los golpes. Hay quien ha protestado por esta medida aduciendo que afectará a la calidad del combate y que es posible que alguno de los espectadores se lleve algún puñetazo perdido. Federico Molán ha respondido que perfecto, que se considerará «un golpe de suerte» esto y se invitará de inmediato al que resulte herido. Y siempre será recordado como mártir de la literatura, ha añadido alguien. El dueño ha intervenido para quejarse: no cree que esto sea bueno para el negocio, ¿y si viene la policía? Pero no hay tiempo para responderle, ya aparecen los contendientes. A un lado, con ochenta kilos de peso y cinco novelas publicadas, Arturo Galimar, escritor nacido en Huesca. Al otro lado, con sesenta y tres kilos de peso y dos novelas publicadas, Bonifacio Serengueti, nacido en Pinares de Entretiempo y antiguo candidato a joven estrella de las letras españolas. A los dos se les ve confiados en sus posibilidades, pero todo el mundo cree que ganará Galimar, que ha leído más a Hemingway.

sábado, 23 de febrero de 2013

Michael Jordan

Ah, está usted admirando nuestro símbolo. Se conoce como Jumpman y representa a nuestro dios. Es como el crucifijo de los cristianos, pero mejor. Como ve, lleva el sol en la mano izquierda, como regalo a los hombres. En nuestra iglesia decimos que si el sol cruza el cielo es porque lo lleva Jordan, que de un salto recorre el firmamento. ¿No conoce usted las hazañas del Mesías? Murió dos veces, pero resucitó en ambas ocasiones. Y volverá, sabemos que volverá. Igual que venció a las huestes del demonio, Isiah Thomas, a la gastroenteritis y a los mormones.

viernes, 22 de febrero de 2013

El hombre que creía ser Paul Auster (5)

Esta semana recibí una postal de Siri. Estaba sin firmar, pero sabía que era de ella, pues el motivo gráfico de la postal era una foto de los glaciares derritiéndose. Era su manera de recordarme que estaba haciendo el mal por el mundo (de inmediato, me la imaginé en Groenlandia derritiendo hielo con un secador de pelo). Fue por esto por lo que acepté participar un par de días después en un coloquio acerca del calentamiento global. Mi intervención consistió en señalar el peligro de las mujeres que abandonan a sus maridos para hacer el mal por el mundo y colaborar en el cambio climático. El público pensó que bromeaba y recibió mis, pensaba yo, atinados comentarios con risas. Había una hippie (¿todavía hay hippies?, le pregunté a micrófono cerrado al moderador) que quiso impugnar mi presencia allí: dijo que yo no era el más indicado para hablar de ecología, pues cuántas hectáreas de la selva amazónica se habrán perdido en la confección de mis libros. Durante un momento pensé en decir que la materia no se destruye, sino que se transforma: en este caso, los árboles se habían convertido en geniales novelas. Pero me callé, no era el público apropiado para este tipo de bromas. Como seguían esperando una respuesta, salí del trance agradeciendo que se me inquiriera al respecto y acto seguido expliqué que en mi próxima novela, que se publicaría sólo como libro electrónico, hablaba de este tipo de aparentes paradojas y que harían bien en adquirirla en cuanto saliera al mercado.

jueves, 21 de febrero de 2013

El informe

—Martínez, recuerda que tienes que presentarme el informe.
Martínez aparta la mirada del buscaminas, pero Peláez ya no está en la puerta, situación que aprovecha el primero para sufrir una crisis nerviosa. Qué informe, se pregunta. Si todo el trabajo de hoy ya está terminado, ¿no? ¿O se me habrá traspapelado algo? ¿Pero qué? Rebusca entre los papeles, pero todo parece en orden (o lo estaba antes de revolverlo). Podría preguntarle a Peláez de qué informe le está hablando, pero es peligroso. Peláez es un chivato que aprovecharía la oportunidad para dejarle mal ante el jefe. Ahora, con los continuos despidos de personal. No, no puede arriesgarse a dar señales de ineptitud, las hienas siempre van a por el más débil de la manada. Así que tiene que presentar un informe, ¿pero cuál? Podría presentar uno improvisado, una huida hacia delante para ganar tiempo, pero también sería muestra de ineptitud. Se le ocurre de pronto que existe alguna posibilidad matemática de improvisar un informe y que resulte idéntico al que esperan, pero nunca se le han dado bien los juegos de azar. Esto es como El proceso, piensa: acusado de un crimen que desconozco. Mira por la ventana y recuerda lo que era ser niño y vivir sin preocupaciones. Sopesa la idea de tirarse por la ventana y causar una conmoción en la oficina, pero eso sería darle a Peláez lo que quiere. No, va a morir luchando, decide. Se levanta, va al despacho de Peláez y le dice:
—Peláez, dejé el informe en tu mesa hace horas.

miércoles, 20 de febrero de 2013

La chica del rellano

Alberto, que es nombre de vecino, sale por la puerta de su piso (pues salir por la ventana sería suicidarse) y baja las escaleras cargado con dos bolsas de basura. Son bolsas negras, como mandan los cánones basuriles, y están llenas de desechos, aunque él preferiría que estuvieran llenas de billetes como en las noticias de corrupción. De pronto se encuentra en el rellano a Elena, la del quinto, fumando. Durante un momento loco siente el impulso de peinarse, pero tiene las dos manos ocupadas, así que sonríe para atraer la atención a su boca y no a su pelo. Elena apaga el cigarrillo en el tacón en un movimiento que deja ver buena parte de sus torneadas piernas y le saluda.
—Hola, vecino. ¿Te acompaño?
—Acompáñame a la cama —responde Alberto, pero en su imaginación—. Claro, si no te importa el olor —contesta en realidad.
—Estaba fumando en el rellano porque a Mario le disgusta mucho mi tabaquismo —le cuenta ella mientras descienden.
—Puedes venir a fumar a mi piso cuando quieras.
—Qué gracioso eres —contesta ella sin sospechar que él hablaba en serio—. La verdad es que le he cogido gusto. A fumar en el rellano, quiero decir. Es un lugar solitario, aunque esté rodeado de viviendas ocupadas por individuos. Individuos, la vida individual. Es raro todo, ¿no te parece?
—Es raro, sí.
—Me gusta pensar que velo por vosotros. Que mientras fume en el rellano no os puede pasar nada. «¡Fumo por vosotros!», tengo ganas de gritar a veces. Pero eso os alteraría y sería hacer mal mi trabajo.
—Gracias. Me siento más tranquilo ahora que sé que vigilas desde el rellano.
—Cuidado, en ese escalón me maté.
—¿Qué? —grita Alberto dejando caer las bolsas, que ruedan escaleras abajo como por la ladera de una montaña.
—Vecino, que es broma —se ríe Elena—. ¡Tendrías que verte la cara!
—No tiene gracia —dice él mientras recoge las bolsas. Una de ellas se ha abierto y parte del contenido ha quedado esparcido. No es como él soñaba que le viera Elena: recogiendo basura del suelo. La suya, además. «Qué basura más triste tengo», piensa. «Seguro que otros hombres tiran desperdicios que muestran una vida fascinante».
—Claro que tiene gracia. Pero la verdad es que los escalones son peligrosos, no era una advertencia de más. Tendrías que estarme agradecido por pensar en tu salud. Puede que no me haya matado en ese escalón, pero podría haberme matado. Es una posibilidad. De hecho, seguro que en algún universo paralelo me he matado en ese escalón.
Él se pregunta si en algún universo paralelo estará ahora con ella en la cama, pero no dice nada. Termina de recoger la basura en silencio, salen al exterior y tiran las bolsas en el contenedor.
—Es extraño tirar la basura —dice ella.
—Qué va, yo lo hago a menudo.
—No me refiero a eso. A lo largo de su vida, el ser humano crea más basura que cosas útiles. Es decir: todos producimos desechos, pero no todos producimos algo de valor. Por ejemplo, yo en el rellano genero colillas. Se podría decir que también pensamientos, pero esos pensamientos no llegan después a nada. Más importante: nadie tiene que recogerlos luego. Estaría bien que los pensamientos consumidos fueran como colillas en el suelo. Al fin y al cabo, la mayor parte de lo pensado no deja de ser humo.
—Te pones muy poética a la luz de las farolas.
—Es que tengo mucho tiempo libre para pensar, ya te lo he dicho.
Alberto piensa que sería buen momento para besarla, pero le puede la cobardía. Enseguida encuentra excusas para no hacerlo: la basura, por ejemplo. Cómo va a besarla junto a la basura, con cucarachas y ratas de público. No, una princesa así se merece que la besen en el parque o en algún otro sitio con flores. La escenografía no es la adecuada para un beso romántico. Además, él está sin peinar.

martes, 19 de febrero de 2013

El dédalo

Sueño que voy por un laberinto. Al principio tiene su gracia, claro. Pienso que es un desafío y que encontraré la salida finalmente, que para algo soy el héroe de la historia. Creyéndome Teseo, avanzo decidido, pero al cabo de unas horas empiezan a entrarme dudas. Quizá me he perdido, pienso. Quizá no encuentre nunca la salida, lo que tal vez tenga también su épica (trágica), pero visto desde fuera. Quizá sobrevaloré mis aptitudes al entrar aquí. Y quiero pedir socorro a gritos, pero de mi boca no sale más que un susurro. «Socorro», murmuro a las paredes. Y yerro eternamente pidiendo auxilio en voz baja, como si no quisiera molestar.

lunes, 18 de febrero de 2013

Caperucita y el lobo

El lobo ha devorado a Caperucita y su abuela, pero un leñador ha oído los gritos y entra en la cabaña empuñando el hacha para rescatarlas. Golpea al lobo con el mango y lo deja fuera de combate. Ahora viene una operación delicada: sacar a las mujeres del estómago del lobo. Calcula cuidadosamente y levanta el hacha para realizar la incisión, pero de pronto entra un hombre por la puerta y grita:
—¡Deténgase!
—¿Por qué? —pregunta el leñador aún con el hacha en alto—. ¿Es usted de la protectora de animales?
—No, el lobo me trae sin cuidado.
—¿Entonces?
—Que quiere usted realizar un aborto.
—¿Qué?
—Y mi religión prohíbe los abortos.
—Vamos a ver: para empezar, estamos hablando de un lobo, no de una mujer.
—Lo sé, un lobo travesti. A mí me parece muy bien que se casen, pero que no lo llamen matrimonio.
—Esto es absurdo —protesta el leñador bajando el hacha debido al cansancio.
—Dios nos dice que tenemos que respetar la vida humana desde el mismo momento de la concepción.
—Aquí no ha habido ninguna concepción: este lobo se ha comido a una anciana y una adolescente. ¡No ha habido coito alguno!
—Mejor todavía, quizá nos encontramos ante un caso de sagrada concepción. Deme su opinión: ¿podría tratarse de un lobo virgen?
—¿Pero qué tonterías está diciendo?
—Es verdad, discúlpeme; la verdad es que el lobo tiene cara de vicioso. Pero eso no descarta una intervención divina en el asunto. Ya sabe, para redimir a este pecador con la semilla de nuestro Señor en su vientre.
—Mire, esto no es un aborto, sino una operación de cesárea —aduce el leñador en un momento de inspiración.
—¿Lo es?
—Por supuesto.
—¿Es usted doctor?
—Bueno, soy leñador y también me paso el día cortando seres vivos, al fin y al cabo.
—No me convence usted, no es lo mismo. Creo que tendríamos que esperar a que las niñas (de edades tan dispares) salgan por sí solas. Un parto natural.
—Saldrán por sí solas, sí: digeridas.
—Respeto su opinión, pero no es usted ningún experto en la materia. Yo he asistido a muchos partos y no me canso de ver uno. Así que lo mejor es que nos sentemos junto al lecho a contemplar el milagro de la vida y sólo intervendremos si es estrictamente necesario. Prepare café, que estas cosas a veces se alargan.

domingo, 17 de febrero de 2013

Uno siempre teme convertirse en su padre

Uno siempre teme convertirse en su padre. Por eso, para evitarlo, empecé a estudiar al padre de Simón, un amigo. Como un actor del método, me empapé de su idiosincrasia paterna hasta comprender del todo el personaje. Una vez hecho esto, llamé a Simón y le dije que era una constante decepción como hijo, un vago, y que sólo me quería por la herencia pero que se olvidara de ella, pues pensaba fundirme todos los meses la pensión en el casino.

sábado, 16 de febrero de 2013

Jehová

Una casa en Canaán. SARA, una mujer judía, cose afanosamente. Entra ABRAHAM.
ABRAHAM: Sara, dice Dios que matemos al niño.
SARA: ¿Así, de pronto?
ABRAHAM: No le he preguntado si es una decisión meditada, pero me lo ha soltado de sopetón, sí.
SARA: Ya está bien, tienes que plantarle cara alguna vez.
ABRAHAM: ¿Cómo le voy a decir que no a Dios?
SARA: ¿Y qué pasa con los derechos individuales? ¿Y la libre elección?
ABRAHAM: Nada, hay que mantener una relación cordial con Dios, que ya sabes que tiene muy mal carácter.
SARA: Es un matón, eso es lo que pasa.
ABRAHAM: Motivo de más para obedecer.
SARA: ¿Y tenemos que matar al niño ahora? Acabo de fregar.
ABRAHAM: No te preocupes, tengo que subir al monte a sacrificarlo.
SARA: ¡Encima te hace subir al monte! ¡A tu edad!
ABRAHAM: Sí, eso es cierto. Podría subir el niño solo a sacrificarse, que para algo es joven: pero no, me hace subir a mí también.
SARA: ¿Te doy el cuchillo de circuncidar?
ABRAHAM: No, mujer, el otro: el de los sacrificios.
SARA: ¿Y si sustituimos al niño por un cordero? ¿Tú crees que Dios se dará cuenta?
ABRAHAM: Un ser omnipotente tiene buena vista, digo yo.
SARA: Quizá si lo trasquilamos y lo vestimos con la ropa del niño...
ABRAHAM: No insistas, no hay tiempo para argucias: matamos al niño y en paz.
SARA: Yo creo que tendríamos que buscarnos otro dios.
ABRAHAM: ¿Qué?
SARA: No sé, Marduk, por ejemplo, me convence más.
ABRAHAM: Es un dios extranjero.
SARA: No seas xenófobo.
ABRAHAM: Estoy muy mayor para aprender otros rituales de adoración, me quedo con Jehová, que ya lo conozco.
SARA: Te quedas por costumbre con él, vaya base para una religión. Además, ¿no estarás chocheando?
ABRAHAM: ¿Cómo dices?
SARA: Porque a ese dios que nombras tanto sólo lo ves tú. Sólo se comunica contigo. Y te pide cosas extrañas como circuncidar a todos los varones.
ABRAHAM: Ah, lo que me costó convencerlos.
SARA: Y ahora te pide que asesines a tu hijo sin darte ningún motivo válido. El marido de mi amiga Rut también hacía cosas extrañas al cumplir los cien, qué quieres que te diga.
ABRAHAM: Lo que pasa es que estás celosa porque le dedico mucho tiempo a Dios.
SARA: Pues sí, mira. Me parece fatal que estés todo el día por ahí con tu amigo imaginario y luego sólo vengas a casa para circuncidar a los hombres y sacrificar a tu hijo.
ABRAHAM: Bah, no tengo tiempo para esto, ya lo discutiremos luego. Llama al niño, que nos vamos de excursión al monte.
SARA: Claro, lo discutiremos después de matarlo...
ABRAHAM: Y dile que se abrigue, que en lo alto de la montaña refresca un poco.

viernes, 15 de febrero de 2013

La Última Cena Revolutions

Jesús considera que ya están preparados para dar un paso más en su relación y le da una copia de las llaves de su piso, un coqueto ático, a Pedro. Devorado por los celos, Judas se promete separar a la pareja, cueste lo que cueste.

jueves, 14 de febrero de 2013

La Última Cena Reloaded

Jesús ha bebido demasiado vino y le da las llaves del coche, un modelo Ford Cielo, a Pedro, que usará esto días después para quedarse con el automóvil a perpetuidad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Anábasis personal

Con la sensación de haber cruzado montañas y desiertos para encontrarla, se mete entre las sábanas con ella, termina de desnudarla y grita: ¡Thalassa! ¡Thalassa!

martes, 12 de febrero de 2013

De la importancia de decir adiós

Uno casi nunca puede despedirse de forma significativa, se pierde el contacto muy fácilmente. Te despides de una persona pensando que vas a volver a verla pronto y resulta que no, que nunca más sucederá. ¿Qué fue lo último que le dije?, te preguntas. Y descubres que una tontería, un comentario sobre un programa de la tele o algo así. Qué contrariedad, es el último recuerdo que tiene de ti esa persona (digamos que tiene alguno). Tendría que haber una manera de saber cuándo es la última vez que ves a alguien, así podrías decir algo inteligente, sobre todo si lo sabes con antelación suficiente para llevar un discurso preparado de casa.

lunes, 11 de febrero de 2013

La chica rubia

Me he teñido el pelo, dice la chica, ahora soy rubia. De rubia tengo mejor culo. Y las tetas más grandes.

domingo, 10 de febrero de 2013

El pájaro que sintoniza su cantar

El pájaro que sintoniza su cantar se posa en una rama frente a mi ventana y me mira con uno de sus grandes ojos. Acepto peticiones musicales, parece decirme. Yo me acerco a la ventana y grito: bird on the wire, pero creo que lo entiende mal, pues se aleja volando como si mi grito le hubiera asustado.

sábado, 9 de febrero de 2013

El microrrelatista

El doctor le recetó la lectura de novelas de mil páginas para contrarrestar su tendencia innata a la brevedad.

viernes, 8 de febrero de 2013

En brazos de la ficción

Yo con la realidad mantengo una actitud distante desde hace años. Nos llamamos de vez en cuando e intercambiamos un par de frases de cortesía. «¿Cómo te va? A ver si quedamos un día y nos tomamos algo. Venga, cuídate mucho». Y enseguida nos olvidamos de nuevo.

jueves, 7 de febrero de 2013

El hombre misterioso

Me dedico a mirar a las mujeres. Me dedico profesionalmente, pues los grandes almacenes me pagan para que me pasee por ellos y lance miradas intensas a las mujeres que acuden en busca de alguna ganga. Así, interesadas en el hombre misterioso que las miraba de esa seductora manera, vuelven con frecuencia con la esperanza de encontrarme y, para disimular, siempre compran algo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

La mortalidad

—Me han dicho que no está usted de acuerdo con el diagnóstico del doctor.
—Es que asegura que estoy muerto.
—Es lógico que el paciente no se quiera morir, pero no se puede luchar contra la naturaleza.
—¿No será todo un error?
—No, escuche. ¿Lo ve? No late su corazón.
—Pero yo me encuentro perfectamente. ¿Por qué no me dan el alta?
—No se le puede dar el alta a un muerto, hay que seguir el protocolo. Su lugar está en la morgue.
—¿Y no puedo quedarme un poquito más? Sólo para que se aseguren de que estoy muerto.
—No puede ser: necesitamos su cama, que esperan otros enfermos.
—Ah, mueres y pierdes tus derechos.

martes, 5 de febrero de 2013

La dedicatoria

Una vez, hace un par de años, me quedé en la casa de una amiga a dormir. Por la mañana vi que tenía Los fracasos tempranos en la estantería. Qué bonito, pensé, voy a escribirle una dedicatoria ahora que no me ve y así, la próxima vez que lo abra, se encontrará algo inesperado. Me la imaginé sonriendo al descubrir el pequeño detalle. A día de hoy no me ha dicho nada del tema, así que sospecho que no ha vuelto a coger el libro.

lunes, 4 de febrero de 2013

La nueva polis

Las montañas. Entran ARTURO, BENITO, JULIÁN y MARGARITA cargando unas mochilas.
ARTURO: Bueno, ya hemos llegado. Aquí construiremos nuestra ciudad.
BENITO: Perfecto, empieza una nueva edad de oro para la Humanidad.
ARTURO: Tenemos que organizarnos enseguida, hay mucho que hacer. Primero tenemos que decidir los turnos semanales para estar con Marga.
JULIÁN: Oye, ¿pero qué dices? Marga es mi mujer.
BENITO: Eh, que acordamos abolir la propiedad privada en nuestra sociedad perfecta.
MARGARITA: A mí me parece bien.
JULIÁN: Sólo hemos abolido la propiedad privada de los medios de producción.
ARTURO: Una mujer produce bebés, por tanto...
Se levanta una SEÑORA DEL PÚBLICO.
SEÑORA DEL PÚBLICO: ¡Esta obra es tremendamente machista!
Entra el AUTOR.
AUTOR: Señora, no se sulfure. Los personajes sólo expresan sus opiniones, pero la obra no defiende estos puntos de vista tan estrambóticos.
La SEÑORA DEL PÚBLICO se sienta refunfuñando, el AUTOR sale.
ARTURO: Vale, ya negociaremos el sexo más adelante, que no se diga que no somos civilizados. Pensemos ahora en las tierras de cultivo.
BENITO: Yo creo que tendríamos que plantar tabaco.
JULIÁN: El tabaco no se puede comer.
BENITO: No, pero fumar quita el hambre.
JULIÁN: Yo preferiría plantar patatas, la verdad.
Se levanta de nuevo la SEÑORA DEL PÚBLICO.
SEÑORA DEL PÚBLICO: ¿Por qué Margarita no dice nada? ¿Es que está sólo para mostrarnos su exagerado escote?
Entra otra vez el AUTOR.
AUTOR: No es una cuestión de sexismo, sino de presupuesto: así sólo tenemos que pagarle como figurante con frase.
Se sienta la SEÑORA, sale el AUTOR.
ARTURO: De todos modos, estas tierras no sirven para labranza.
JULIÁN: Entonces, ¿por qué hemos venido aquí?
BENITO: Por las vistas, claro.
ARTURO: Y el aire puro.
MARGARITA: Si hablo por iniciativa propia, ¿me pagarán más?
VOZ DEL AUTOR: No.
JULIÁN: No se puede vivir de excelentes vistas y aire puro.
BENITO: Pues mi revista preferida de estilo los recomienda.
ARTURO: Hay un camping cerca, en la falda de la montaña. Podríamos tomarlo por la fuerza y quedarnos con sus recursos.
JULIÁN: ¿Ya empezamos con el imperialismo?
BENITO: Yo voto a favor, que a lo mejor hay más mujeres.
JULIÁN: A mí no me parece prudente.
ARTURO: Da igual, son dos votos contra uno y no hay más líneas en el guión para Margarita, así que queda aprobada la propuesta.
ARTURO y BENITO sacan unos fusiles de las mochilas y salen gritando consignas guerreras. JULIÁN les sigue con renuencia. MARGARITA se queda mirando al público. De pronto, se inclina y muestra más escote a la audiencia.

domingo, 3 de febrero de 2013

Modelos astronómicos

Su novia le dejó a causa de su modelo astronómico, pues él pensaba que tanto Ptolomeo como Copérnico eran unos meros aficionados sin idea alguna, ya que el universo giraba claramente alrededor de su polla.

sábado, 2 de febrero de 2013

La contraprogramación

El gobierno contrató telépatas que, desde los edificios más altos, emitían mensajes tranquilizadores a la población, que tomaba los mensajes por sus propios pensamientos: «Todo va bien, lo que pasa es que soy muy negativo, un pesimista impenitente, y por eso me parece que las cosas van mal; pero tengo que cambiar y aplaudir los esfuerzos del gobierno, que se esfuerza tanto por mí; nota mental: recordar votarles de nuevo en las próximas elecciones».

viernes, 1 de febrero de 2013

Setenta años después de Stalingrado

Dimitri, un antiguo héroe de guerra soviético, se mete trabajosamente en la trinchera que por fin ha terminado de cavar frente a su cabaña en la montaña. Que venga ahora, piensa. Lo tiene todo preparado: su antiguo equipamiento militar y alimentos para aguantar durante años. Que venga ahora la muerte, que no piensa rendirse. Pues resistió ante los nazis y se promete que resistirá también ahora.