lunes, 4 de marzo de 2019

Supermercados

—Perdone, caballero, pero le he visto meterse en el bolsillo del abrigo un lápiz de labios.
—Apasionante, tiene usted buena vista. ¿Quiere un premio por ello?
—¿Eso es todo lo que tiene que decir en su defensa? ¿Está admitiendo que lo ha robado?
—Señorita, está claro que la lógica no es lo suyo. Usted me ha visto meterlo en el bolsillo por una razón muy sencilla: no lo he ocultado, lo he metido con la naturalidad propia del que no está haciendo nada malo. De hecho, ¿sabe usted dónde estaba el lápiz de labios antes de acabar en mi bolsillo?
—¿Dónde?
—En mi mano.
—¿Encima hace bromas?
—No, señorita, es que no me sigue usted. El lápiz de labios estaba en mi mano antes de que lo metiera en el bolsillo. ¿Y antes de estar en mi mano? Pues en mi bolsillo. Vamos, que lo he traído yo de mi casa para poder adquirir uno igual para mi señora, que de estos temas no entiendo nada. Lo he sacado para enseñárselo a su compañera de la sección de cosméticos, me ha dicho que ahora no tienen este modelo, le he respondido que en ese caso no me llevaba ninguno porque no me atrevía a equivocarme y he devuelto el lápiz de labios a su lugar natural en el día de hoy: mi bolsillo. Aunque no imaginaba que algo tan normal escandalizara a alguien. Mire, el lápiz de labios está gastado y descascarillado. Es evidente que está usado. Que a usted le haya parecido en estado de ser vendido y, todavía más gracioso, robado, no habla demasiado bien de este establecimiento. O de usted como dependienta.
—¡Y todavía me insulta, habrase visto!
—Ajá, veo que es usted muy espabilada y se entera de las cosas a la perfección. Venga, buen día.

2 comentarios:

Ikana dijo...

Jajajaja, pobrecilla

mailconraul dijo...

¡Lo que tienen que argüir las dependientas para relacionarse con la clientela! Esta vez salió mal, el caballero era un prestidigitador.