Ahora que llevo ya seis meses instalado en los cuarenta y la decrepitud, tengo que decir que todavía no he desayunado helado como, siendo niño, amenazaba que haría algún día de adulto, pero al menos sigo bajando corriendo las escaleras como mi madre me decía siempre que no hiciera. Algo es algo.
1 comentario:
Decrepitud... vaya palabro
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