—Buenos días, el cartero me dejó esta notificación para que me pasara por la oficina de Correos a recoger mi voto.
—De acuerdo, deme su carnet de identidad.
—Aquí tiene.
—Un momento, usted no es esta persona, no coincide el nombre.
—Ya, es que en el censo electoral aparezco con los dos nombres que le gustaban a mi madre, mientras que en el DNI sólo sale uno de ellos, afortunadamente.
—Usted no es esta persona.
—Le aseguro que sí que lo soy.
—No lo es, no es exactamente el mismo nombre. Lo de Gabriel sí, pero no el otro.
—Creo que es evidente que soy yo.
—Podría ser un hermano suyo.
—¿Con un nombre casi idéntico al mío? Eso es absurdo.
—No lo es, yo conozco unos hermanos que se llaman prácticamente igual: unos primos míos.
Yo tengo que morderme la lengua para no señalar que lo de sus primos seguramente se deba a algún defecto genético producto de la endogamia.
—A ver, señora, mantengamos el debate dentro de la lógica y la razón: ¿no le dice nada que me hayan enviado esto a mí?
—A lo mejor en su casa vive mucha gente.
—¿Cómo dice?
—Usted podría estar robándole el voto a su hermano.
—Señora, supongo que este trabajo es muy aburrido y por eso tiene que inventarse una realidad tan telenovelesca, pero puedo asegurarle que no vivo en un piso patera con ningún hermano secreto que se llame casi igual que yo y no pretendo robarle el voto a nadie, puesto que estamos hablando de mi voto. Punto.
—Usted no es esta persona.
Entro desde el teléfono móvil en la página del Instituto Nacional de Estadística y busco mis datos en el censo electoral.
—Mire, señora, fíjese aquí: ¿qué número de DNI aparece junto al nombre?
—No lo sé —contesta apartando la mirada.
—Pero mírelo.
—Quite eso de mi cara.
Me da la sensación de que estoy discutiendo con una niña pequeña. «Si no miro la realidad, entonces ésta no existirá». ¿Qué clase de vida miserable y vacía llevará esta persona para actuar así? Para secuestrar los votos de la gente basándose en especulaciones absurdas e improvisadas.
—Joder, señora, es que no se baja usted de la burra.
—¡Usted tampoco!
Como si la muy imbécil no fuera capaz de entender que eso sería admitir que yo no soy yo.
2 comentarios:
Por una vez podrías admitir que tú no eres tú y que no te interesa para nada votar. Es vana la insistencia en querer demostrar que somos alguien.
Gente para todo, en todos lados xD
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