jueves, 12 de septiembre de 2013

Johnny Cash

Era 2003, yo tenía veinticuatro años (pero cumplía el cuarto de siglo en poco tiempo). Mi novia me había dejado en marzo para irse con un profesor suyo, un señor muy bajito que fumaba como un carretero (yo siempre estaba tentado de acercarme y decirle: ¿no eres demasiado pequeño para fumar; lo saben tus padres?). El 12 de septiembre era el cumpleaños de mi ex y se me hacía muy doloroso todo. Recuerdo pasarme ese día en la cama, mirando el techo, donde la imaginación iba proyectando un pasado que, por definición, no podía volver. Ese mismo día murió Johnny Cash. Todo se desmorona, pensé yo entonces, aunque por suerte me quedaban todavía muchos años de derrumbe personal.

1 comentario:

Microalgo dijo...

La vida es un derrumbe en slow motion.

En el mejor de los casos.