miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014

Termina el año, hay que hacer balance. Y qué rápido pasa el tiempo, ¿no? Cuando ayer era jovencísimo: mandaba textos a fanzines de mala muerte. Pero no fue ayer, claro, esto fue en 1999. Era otro siglo, incluso. Ahora soy más viejo y, en apariencia, más sabio, que gano hasta concursos de novelas. Qué raro es todo, ¿cómo habré aprendido a engañar así a los jurados? Será el oficio, el oficio de mentir al escribir ficciones. El oficio de insertar pequeños mensajes subliminales diciendo: prémieme a mí, mi obra es la mejor que va a leer estos días, no pierda el tiempo y pasemos a otro asunto. Algo así. Si al menos hubiera aprendido a insertar mensajes subliminales en las portadas de mis libros para que fueran adquiridos... Bueno, cada cosa a su tiempo. Veamos qué tal se desenvuelve la novela cuando salga. Normalmente no se me dan muy bien los años impares, pero la tendencia tiene que cambiar alguna vez, aunque sea para pillarme desprevenido.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Años pares, años impares... no le haga caso a la numerología. La cosa va por lustros. Ahora empieza uno (si contamos el 2000 como un primero).