miércoles, 23 de abril de 2014

Escribir en bibliotecas

En la biblioteca por la mañana, rodeado de jubilados (de hecho, soy la única persona menor de sesenta). Intentando escribir algo, pero es difícil. Me siento observado (aunque no me miran). Lo mío es escribir en soledad, no rodeado de gente, eso es para escritores todoterrenos. Pero aquí estoy, frente a la página en blanco. Fracasando. Con la mirada perdida. Y quisiera decirle al anciano que tengo al lado: Señor jubilado, ya sé que parezco un patán, pero soy un autor publicado. En serio. Vale, sí, publicado por una sórdida editorial y mi libro no se encuentra apenas en librerías, sino en oscuras esquinas y lo introducen clandestinamente en el país tipos que lo transportan en el recto (lo que hace que sea mucho más emocionante el acto de comprarlo), pero también vale así.

2 comentarios:

Pommette dijo...

Me encanta.

Yo no seré jamás publicada, pero siento lo mismo cuando junto letras.

Microalgo dijo...

Nunca diga nunca jamás, Dama Pommette. La correcta redacción (condición sine qua non) ya la lleva.

Y ya sé que las bibliotecas no son el stio más indicado para charlar (se arriesga Usted a un siseo), pero tampoco desdeñe Usted la posibilidad de hablar con esos jubilados que le parecen amenazadores. Lo mismo solo son expectantes.

A veces uno se encuentra joyas de la narrativa detrás de un café: http://wp.me/p4w23-AD