Me cuesta despedirme de las bibliotecas. Por una parte, los seres humanos somos animales de costumbres, nos gustan las rutinas (no todas, claro). Pero también está la idea de no haber agotado las posibilidades. Tantos libros que me quedaban por leer y tengo que marcharme. Aunque encontraré otras, sí. Un millón de páginas esperándome en algún sitio.
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