Creía que estaba destinado a grandes cosas, que se abrirían un día las doradas puertas y diría: he llegado. Era joven, pensaba que era especial porque tomé a mi ego por una fuente fiable. Eritis sicut dii, que dijera la serpiente. Pero la vida me puso en mi lugar en innumerables ocasiones, muchas más de las que me correspondían en justicia. Por seguir intentándolo, deslumbrado por las falsas promesas que tantas veces me hice.
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