Ser exigente con los demás puede provocar conflictos, pero casi peor es serlo contigo mismo, pues es casi imposible salir de la insatisfacción permanente. Reclamarte la perfección no es justo. Ni sano. Envidio a la gente alegre que sabe valorar lo que consigue sin analizarlo una y otra vez. De qué sirve ganar a veces si todo triunfo lo convierto en una victoria pírrica.
2 comentarios:
Vaya !
Esta se la leo a mi mujer, para que vea que no está sola en el Universo Mundo.
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