martes, 26 de mayo de 2015

La edad

Estaré impartiendo un taller de narrativa a unos chavales este verano, dos meses antes de cumplir treinta y siete años. Qué extraña es la vida y qué rápido pasa. A pesar de ser un inmaduro, es imposible negar la edad que uno tiene, sobre todo cuando tu novia te dice que te han salido muchas canas. Sin embargo, yo me siento el mismo de antes: tan perdido como entonces, esperando aprender algún día, etc. Como si tuviera que recibir las clases de narrativa en vez de impartirlas, vaya. Pero las cosas han cambiado, me doy cuenta. El hecho de llevar cuatro años con Sonia, cuando a mí las mujeres me duraban un suspiro (o yo a ellas, más bien), lo demuestra. También pienso que mi padre a mi edad ya tenía un hijo y se casaba por segunda vez, mientras que yo lo de la paternidad lo veo como algo muy lejano. Soy lo bastante responsable como para evitarle a un niño tener a un irresponsable como yo de figura paterna.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Luego vienen los cabrones de los genes y hacen su trabajo, no se preocupe. O no, y da lo mismo.

Le llevo una década y estoy mentalmente por ahí, por ahí, excepto en lo de la paternidad, que me resulta inminente.