miércoles, 15 de abril de 2015

No había nadie en la habitación

No había nadie en la habitación. Ni siquiera él, que era producto de la imaginación de un escritor en su blog. Comprendió que su vida carecía de sentido: tenía razón Descartes cuando afirmaba que la existencia estaba más cerca de la perfección que la inexistencia. Sin dudarlo un segundo, saltó por la ventana. Pensó en la portera, que tendría que limpiar la sangre del patio, y se sintió culpable, pero al momento le invadió el alivio al recordar que no existía.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Ay, lo subjetivo, qué malo es a veces.