El mismo principio de las casas encantadas funciona en el caso del automóvil de Ignacio Pérez. El coche es de segunda mano y un anterior propietario murió en él: un picnic con la familia que salió mal (una indigestión fulminante). Desde entonces, el espíritu del muerto se manifiesta en el coche de diversas formas: cambiando el dial de la radio, encendiendo el intermitente a destiempo, desinflando la rueda de repuesto, cambiando el gato de sitio en el maletero, etc.
1 comentario:
Un tren de lavado con agua bendita y santas pascuas.
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