domingo, 30 de junio de 2013

Del asesinato de arácnidos

—¡Una araña! Mátala, rápido, antes de que se escape.
—Tranquila, ya voy. Hecho, ya está muerta.
—Ay, pobrecita.
—Joder, no haberme dicho que la matara.

2 comentarios:

Ficticia dijo...

La eterna lucha de la mujer contra los insectos (hombre mediante).

Microalgo dijo...

Por eso yo las tiro por la ventana, para disgusto inicial (y ternura posterior, con recompensa) de la mía.