jueves, 23 de mayo de 2013
La impostura capilar
Lidia se levanta y estira su cuerpo perfecto. De nuevo en casa extraña, piensa mientras mira a su compañero de cama, que duerme. Con pasos felinos, va al cuarto de baño, se sienta en el retrete y orina mientras mira de un lado al otro en busca de posibles cucarachas. Entonces su mirada se detiene en un secador de pelo. ¿Cómo hay un secador de pelo en esta casa?, se pregunta. Si el chico con el que se ha acostado está completamente calvo. Y vive solo, así que no pertenece a un compañero de piso. Podría pensar que es de alguna antigua novia o de antes de perder el pelo, pero descarta esas opciones por fáciles. No, este chico puede ser perfectamente un falso calvo, piensa. Seguro que lleva dos vidas: una con pelo y otra sin él. Igual es un asesino en serie, un asesino en serie imposible de identificar gracias a su camaleonismo capilar. Y ella podría ser su próxima víctima. Así que vuelve a hurtadillas a la habitación, se viste en silencio y sale despavorida de esa casa.
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3 comentarios:
Ejjem.
Yo tenía uno en casa (sí) de una antigua novia (claro), y a la actual le ha venido... que ni al pelo.
Por otra parte, yo soy calvorota pero tengo UN MONTÓN de PELOS EN LA TRIPITA.
Y el secador, ahí, también echa un cable.
Y sí, nunca dije que yo fuera un metrosexual. Soy más bien ovejilla.
Ah, otra cosa: o bien se recrea un poco más en la descripción de "cuerpo perfecto" de Lidia, o nos manda una foto. Su exceso de imaginación ya está bien descrito. Gracias.
¡Pobre hombre! Encima que lo había guardado sólo por si algún día aparecía una Lidia en su vida...
Acín é el amó de crué.
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