Fuera, un perro ladraba insistentemente, como un muecín llamando a los fieles a orar y se me ocurrió de pronto que quizá los perros tenían reuniones secretas que los humanos ignorábamos. Reuniones para rezar a un dios que no conocemos. «Yo le rezo al dios de los perros», me imaginé diciendo en los actos sociales, para impresionar a mis interlocutores.
1 comentario:
Llegará entonces la ninfómana de turno y le preguntará a usted qué tal se le dan los lametones.
(Y luego vendrá la muerte, y tendrá sus ojos).
(En la mano).
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