sábado, 13 de abril de 2013

La huella

Yo quería dejar huella en la vida de alguien, pero siempre fui de puntillas, por no hacer ruido. Me creía un ninja que se movía silenciosamente por la existencia de la gente, lo que era sin duda una equivocación: había que pisar con fuerza, como el caballo de Atila y que luego fuera fácil seguir mi sendero de destrucción. Pero lo entendí todo mal.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Disiento. Mejor pasar sin hacer nada que dejarlo todo hecho cisco. Antes que elefanticacharrerismo, nihilismo.