—Buenas tardes, señorita. Soy extranjero en este país y no conozco la legislación amorosa, pero la amo. No sé si será un delito.
—Un poco: así, sin presentarnos.
—Nuestros nombres no son importantes, son tan sólo etiquetas. Y es mejor un amor sin etiquetas, ¿no cree?
—Las etiquetas son muy prácticas a veces: para saber la talla, por ejemplo.
—Le garantizo que doy la talla. Soy un tipo versado en las artes amatorias. Cinturón negro en coito, décimo dan.
—No sé yo si ese título está homologado por la federación internacional.
—Iba a ser un deporte olímpico, pero el Vaticano votó en contra. También Arabia Saudí.
1 comentario:
¿Diez danes? Pero si yo apenas llego al segundo...
Publicar un comentario