miércoles, 13 de marzo de 2013

Una epifanía

—Padre, he visto a la Virgen.
—¿Cómo es eso?
—Yo estaba en mi cuarto, dormido, cuando de pronto todo se llenó de luz. Y ahí estaba ella.
—¿Qué te dijo?
—Me dijo que el mundo está lleno de pecado, padre.
—Claro, es así.
—Que tenemos que impedir que los maricas se casen o iremos al infierno.
—¡Eso es, eso es!
—Pues el verdadero matrimonio es entre un hombre y una mujer.
—¡Justo lo que digo siempre en misa!
—Luego me dijo que no hay nada más bello que la expresión del amor entre un hombre y una mujer.
—Exacto. Tenemos que llamar al obispado y contarles este milagro.
—Y entonces la Virgen empezó a quitarse la ropa.
—¿Qué?
—Se metió en la cama conmigo, me quitó los calzoncillos y...
—Espera, espera, es imposible que pasara todo eso.
—¡Tal y como se lo cuento, padre!
—Lo soñarías, hijo, lo soñarías.

2 comentarios:

Microalgo dijo...

Padre... ¿lleva Usted pistola o es que le ha alegrado mi relato?

Javier dijo...

Muy revelador.