jueves, 19 de abril de 2012

La chica de la esquina

Un hombre con insomnio sale a pasear una noche. Andando por la calle se encuentra a una chica que le pregunta si puede acompañarle un rato. Bueno, contesta él, nos haremos compañía en el insomnio. Yo hace mucho que no duermo, responde ella. Pasean en silencio durante unos minutos, hasta que ella dice:
—Cuidado, en esa esquina me maté.
—¿En la esquina? ¿Es que eras prostituta?
—Oye, fue porque la esquina estaba muy afilada y me corté. Me corté en dos, de hecho, al intentar doblar la esquina. Es lo que pasa por correr con tacones, que te caes.
—¿Y por qué corrías?
—Llegaba tarde al trabajo.
—¿De qué trabajabas?
—De prostituta, pero no tiene nada que ver con mi muerte. Le podría haber ocurrido a una bibliotecaria.
—Si no te juzgo.
—Ya, ya. Pues tienes el ceño fruncido, como si no aprobaras mi estilo de vida. O de muerte.
—Es la noche, que a todos nos da un aspecto severo.
—También a las putas.
—También.

3 comentarios:

Valentina Hayes dijo...

El insomnio da para muchas emociones: las encontradas, las contradictorias, las contraindicadas por el médico.

JuanRa Diablo dijo...

Putas, tacones y esquinas son un coctel muy peligroso.
Sin dormir, más.

Microalgo dijo...

Letal, la combinación. Letal.