—Señoría, mi cliente desea que conste en acta que tiene un catarro.
—¿Y eso qué relevancia tiene?
—Es evidente: tiene las defensas bajas. ¿Acaso no tiene mi cliente derecho a un juicio justo?
—Para ocuparse de la defensa de su cliente ya está usted, ¿no?
—Ah, pero es que yo soy abogado, señoría, no médico.
2 comentarios:
Muy de Groucho.
Me gustó mucho.
Irrefutable.
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