domingo, 9 de diciembre de 2007

1909

Hacia Brescia, para ver los aeroplanos, viajan en automóvil unos desconocidos escritores. Los acompaña, en el asiento de atrás, una chica muy joven, musa de todos ellos y escritora también. Con más talento que la mayoría de los que están en el vehículo, cabría añadir. Uno de los ocupantes del automóvil, sentado junto a ella, intenta seducirla con sus maneras de gran trágico, susurrándole al oído cosas como "tengo en el corazón mil derrotas y ningún amor" mientras le pone la mano en el muslo. Ella sonríe, sabiéndose tentadora, y le da celos: "me ha pedido Emanuele Lombardo que me case con él". "Bah, ese es un futurista", responde el trágico, molesto. Ella ríe. Él se enfurruña y hace como que mira el paisaje. Pero no retira la mano.

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