jueves, 27 de abril de 2006

La vida es una cárcel con las puertas abiertas

Me despertaron los obreros que realizan unas reformas en casa de los vecinos cuando, en un exceso de celo, hicieron un agujero en el techo de mi habitación. Me acerqué a examinar el estropicio y, puesto que iba descalzo y mirando hacia arriba, me hice daño al pisar un trozo de techo. Miré al abismo y el abismo me devolvió la mirada, que habría dicho Nietzsche, pero no vi nada digno de mención. Un pequeño pedazo de cielo azul, nada más. No se podía llegar a la mente de John Malkovich como sugeriría luego Patricia.

Estuve a punto de tomármelo como una metáfora de mi vida, pero decidí que era una tontería.

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