jueves, 26 de enero de 2006

Epifanías

El otro día fui a ver a mi novia imaginaria, pero no estaba en casa. Decepcionado por este inesperado giro de los acontecimientos eché a andar sin rumbo fijo, dejando que otros transeúntes dirigieran mis pasos al chocar conmigo. Así llegué ante un altar moderno desde el que José Coronado, actor y follador vocacional, me miraba con seguridad infinita en sus posibilidades como ser humano. En una de sus manos sostenía lo que en un principio me pareció el Santo Grial, pero al examinarlo con más detenimiento advertí que se trataba de un envase de yogur, aunque bastante más grande de lo normal. Junto a su rostro satisfecho, la leyenda: "Ahora Bio se llama Activia". Lágrimas de gratitud brotaron de mis ojos ante la buena nueva. Yo, que no sabía si valía la pena vivir en un mundo en el que las natillas se llamaban Danet en vez de natillas, volvía a recuperar la fe.

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