Este blog es la voz de mi memoria. Por lo tanto, es elusivo, falaz y tendencioso. Cómo podría no serlo. Dadle a un hombre un micrófono y perorará detalladas excusas durante dos décadas. Aunque sea en el desierto digital, no importa, le servirá de desahogo. De terapia eficiente a lo Sísifo. Hoy sí que lograremos subir la roca a la montaña. Si no, siempre quedará mañana.
Desde lo alto de este destartalado edificio de veinte pisos se ve diminuto, allá abajo, el pasado, que vendría a ser el asfalto (aunque uno no puede saltar y estrellarse contra el pasado, pero nos tendrá que valer el símil). Qué joven era yo, creo, aunque a esta distancia vete tú a saber. Veinticinco años, gafas, uno setenta, cetrino, la mirada huidiza, pelo casi hasta la cintura. Yo quería ser un gran seductor, como Leonard Cohen, pero ninguna mujer susurraba mi nombre por la noche (ni siquiera en pesadillas). Hacía diez meses que me había dejado Alba y poco me imaginaba que con ello iniciaba una tendencia arrolladora de perder mujeres en los años sucesivos. Como decían en Bored to death: «We enthrall, and then we disappoint». Decepcionar siempre ha sido mi mayor habilidad, aunque la primera parte de fascinar siempre me salía de una forma completamente azarosa.
También soñaba con la literatura, claro. Publicar novelas que serían celebradas por crítica y público, traducciones a múltiples y exóticas lenguas, los premios literarios, el reconocimiento de mis pares. En definitiva, la GLORIA (léase esto como si lo cantara Patti Smith). Ah, qué de años persiguiendo MálagaCrea y otros certámenes, qué de correos electrónicos a editoriales que guardaban silencio como mis amadas a mis mensajes de móvil. Siempre la misma callada respuesta a mis anhelos, menuda pauta desoladora para un tipo que se dejaba arrullar por sus delirios de grandeza con excesiva facilidad. I fought the law and the law won, que cantaba Joe Strummer.
Ahora llevo el pelo corto y no uso gafas, pero mantengo la mirada huidiza, la altura escasa y la piel cetrina. Contra toda lógica, estoy casado con una mujer fascinante, bondadosa, atractiva y con talento que me eligió a mí en vez de escoger a cualquier otro, como sería lo normal. Qué desarrollo de los acontecimientos tan poco creíble, qué poco cuidada la verosimilitud, quién habrá escrito esta vida. En cuanto a la literatura, digamos que las multitudes son agobiantes, ¿no?
Es difícil resumir dos décadas de vida en unas pocas líneas. Pensemos por un momento en las habitaciones vacías, en los paseos
solitarios, en las personas que se marcharon. Todos somos protagonistas
de una historia que nadie conoce y buscamos una manera de contarla. Los blogs ya no existen, pero aquí permanezco, veinte años después, haciendo guardia entre las ruinas.
3 comentarios:
Enhorabuena, sobre todo por lo de la mujer bondadosa y atractiva. Te sigo desde hace años y créeme si te digo que en la vida no hay mayor triunfo posible. Yo estuve con una mujer que, además de bondadosa y atractiva , era pianista y la perdí y ahora el piano, cualquier piano, me recuerda mi fracaso.
Felicidades Noguera, qué suerte tenemos de leerte.
A por otros veinte.
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