Me vino a la cabeza el otro día algo que sucedió hace ya más de veinte años. Regresaba yo de casa de Alba una noche cuando me crucé, en un recodo, con una pareja joven que parecía estar rompiendo de la forma más dramática posible: él cayendo de rodillas, roto; ella impasible, con los brazos cruzados. Me pregunto si repararían en el desconocido que pasaba por ahí en ese momento y si se imaginarían que escribiría sobre ello en un oscuro blog más de dos décadas después.
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