Querida:
Hoy te habría mandado flores. Una rosa por cada año transcurrido desde nuestro encuentro. Recuerdo que aquel día me contaste que te habías planteado recibirme completamente desnuda bajo el abrigo, pero temiste que «quisiera hablar antes». Querida, yo nunca tengo tanto que decir. Al menos, nada tan elocuente como tu cuerpo desnudo. En cualquier caso, al final no te he enviado ninguna flor, como puedes comprobar fácilmente. No porque hubiera recapacitado y abandonado la idea por absurda, qué va (ni que uno aprendiera con los años), sino por una cuestión de logística: la dirección que tengo tuya dejó de ser válida hace ya una década. Todavía no hay floristerías que hagan envíos al pasado, pero todo se andará en la física cuántica, espero.
En fin, te mando besos, no sé si cuánticos o no.
1 comentario:
Los besos cuánticos, ¿son más suaves que los normales?
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