—Buenos días, no entiendo nada: se supone que he muerto, pero esto parece una agencia de viajes.
—Claro que sí, aquí es donde se decide su lugar de descanso eterno.
—Yo tenía otra idea de la vida después de la muerte, la verdad.
—No es usted el único. Bien, dígame: ¿dónde quiere pasar la eternidad?
—Pues no sé. ¿Qué tal en las Maldivas? Creo que es un destino vacacional de primer nivel.
—Ay, me temo que eso es imposible, carece usted de los puntos suficientes.
—¿Puntos?
—Puntos por buenas acciones, claro. ¿Se le ocurre un modo mejor de establecer un sistema eficiente de recompensas y castigos?
—Acabáramos, ojalá alguien me lo hubiera advertido en vida. Entonces, ¿de cuántos puntos dispongo? ¿Puedo descansar, aunque sea, en Benidorm?
—Me temo que no, caballero, pero le llega para Teruel.
—¿Teruel?
—Teruel también existe. En nuestro caso, eternamente.
2 comentarios:
O sino, no haber pecado tanto....
Aro. Por psicalíptico: a Teruel.
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