Un hombre recoge un cigarrillo que encuentra tirado en la acera y, con ánimo decidido, sopla en él y se lo guarda en el bolsillo de la camisa. Ya está, con ese soplido cree haber eliminado todas las impurezas y microbios del suelo. Un gesto del todo absurdo, pero que quizá forme parte de la lógica de inhalar voluntariamente nicotina, alquitrán y otras sustancias semejantes.
1 comentario:
Simpre he tenido la suerte de que el tabaco me de un asco que te cagas.
La cervecita es otra cosa, fíjese Usted.
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