Una cualidad que me encantaría poseer es el optimismo. Envidio enormemente a la gente que siempre encuentra el lado positivo a las cosas, qué no daría yo por ser así. Pero el optimismo no se aprende, aunque los libros de autoayuda digan otra cosa. Sí, puedes repetirte consignas optimistas para tratar de convencerte, pero de poco puede funcionar si no lo sientes realmente. Ah, si se pudiera entrenar el optimismo igual que uno entrena en el gimnasio. Flexiones de entusiasmo, sentadillas de alegría, abdominales de esperanza. Todo sería más fácil.
2 comentarios:
Todo sería más fácil. Totalmente.
... Pero no más cierto.
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