Es bastante habitual toparte con malas personas, aunque quizá llamarlas así sea muestra de ingenuidad, con un gran don de gentes. Esto resulta un poco raro, puesto que parece lógico que al relacionarte de manera habitual con tus congéneres desarrollaras algo de empatía. Pero no. Curiosamente, yo, que no tengo don de gentes alguno y que como buen tímido resulto antipático en ocasiones, intento conducirme de forma correcta (kantianamente, vaya) con el resto de seres humanos. Es contradictoria la vida. De todos modos, esto que comento no es tan sorprendente si uno piensa en los políticos.
1 comentario:
Nah, creo que es la opción mayoritaria.
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