viernes, 12 de agosto de 2016

La muerte de Joan Vollmer

Di la verdad, gringo, querías matarla. Nadie le mete un tiro a su mujer entre ceja y ceja por accidente. No vengas a chingar con lo de Guillermo Tell, que de Guillermo sólo tienes el nombre. No, lo que pasó es que estabas cansado de ella. Volviste de Sudamérica y descubriste que ya no podías soportar más la rutina del hogar. Y en lugar de agarrar el carro y marcharte, la mataste. Puedes contarnos la verdad, acá somos todos amigos y no juzgamos a nadie, eso es cosa del juez. Estamos acostumbrados a tratar con tipos como tú. Borrachos y maleantes. Gringos que cruzan la frontera para cometer sus fechorías acá. Los yanquis siempre nos mandan su escoria. Sí, ya te hemos oído: tú no eres escoria, estudiaste en Harvard y escribes. ¿Hemos leído algo tuyo? Burroughs. Ah, claro, el de Tarzán. No, espera, ese güey está muerto, lo leí en el noticiero el año pasado. Si encima te habrás puesto un nombre falso para dártelas de importante. Da lo mismo. Acá finaliza tu carrera, gringo, de esta no te salva ni la mona Chita.

Publicado en el número 41 de Obituario.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Y después de irse de Lupitas, se fue de Rositas.