domingo, 7 de febrero de 2016

El rencor

A pesar de sus ímprobos esfuerzos literarios, el público le ignoraba. Sus obras seguían pasando desapercibidas y las editoriales se arrepentían de haber confiado en él. Cayó en la desesperación y en el despecho más irracional. Malditos lectores, despotricaba, me ignoran adrede, para hacerme daño.
El problema es que lo que escribes es muy personal, le explicó un amigo editor, tendrías que intentar dar al público lo que quiere. ¿Y qué era lo que quería el público? Sagas populares de aventuras y sexo. Estudió en profundidad el asunto y trabajó duro durante muchos meses. Por fin, publicó Los cincuenta juegos del crepúsculo, que vendió millones. Lo había conseguido, era un autor de éxito con hordas de lectores esperando sus obras.
Pasaron los años. La saga era cada vez más popular y las adaptaciones cinematográficas arrasaban en taquilla. En las redes sociales, los lectores discutían diversas teorías sobre el final de las novelas. ¿Cómo terminaría todo? ¿Encontrarían la paz los protagonistas? ¿Cerrarían las heridas de su mundo arrasado por las guerras? Se anunció la publicación del volumen final de la serie y la gente corrió a las librerías. La larga espera había terminado, pensaron, ahí estaba la respuesta a todas sus preguntas. Sin embargo, descubrieron que la narración se cortaba en el punto culminante de la novela y, tras unas cuantas páginas en blanco, sólo aparecía la siguiente frase: esto por el poco caso que me hacíais antes.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Ahí, la vengansa güena.