sábado, 26 de julio de 2014

Dogging, el amor al aire libre

Es muy habitual escuchar que pasear al perro es una gran herramienta para ligar, pues conoces en la misma tesitura que tú a gente con la que entablar conversación y comparar aficiones (ya sabéis de antemano que os gustan los animales, al menos los pertenecientes a la especie canis lupus familiaris). Pues bien, el dogging es lo mismo, pero mucho más cómodo: prescindiendo de pasear a un cuadrúpedo para que haga sus necesidades. La actividad consiste, básicamente, en pasearte a ti mismo con el objetivo de realizar una necesidad perentoria humana como es entablar una relación sexual, pero al aire libre (lo que es muy sano, salvo si te encuentra la policía o algún vecino puritano). El dogging ha evolucionado con los años, pues originalmente se refería a la práctica de observar de forma subrepticia a parejas que encontraban refugio amatorio en la supuesta intimidad del automóvil, pero ahora se entiende tanto observar como ser observado en encuentros sexuales de índole cuasi pública (por lo general, en parques). Es por tanto necesario tener algo de voyeur y de exhibicionista para participar con cierto donaire en esta empresa; no es una actividad apta para gente tímida. De la misma manera, puede incluir más de dos participantes, siendo otra forma más de democratizar, o al menos popularizar, el acceso al sexo.

(Una cosa que escribí para una página de artículos por encargo. No me aceptaron).

1 comentario:

Microalgo dijo...

Qué raro que no lo aceptaran... me pregunto por qué será. Si tiene (como siempre) todas las comas en su sitio.