miércoles, 25 de junio de 2014

Derrières

Siempre he sido un hombre de culos. De hecho, incluso en la época de las grandes tetudas a lo Pamela Anderson o Laetitia Casta, yo buscaba sobre todo fotos de sus nalgas desnudas. Supongo que esta fascinación tiene varias explicaciones. Un atavismo simiesco no superado, por ejemplo. Pero quizá tenga relación con la posibilidad de ver sin ser visto. Con las tetas, te tienes que someter al escrutinio femenino y ven tu cara de sátiro, mientras que el culo puedes observarlo anónimamente. Eres invisible, un oteador escondido. No tienes que dar la cara, vaya. También ellas se convierten en mujeres anónimas, claro, pues desaparece el rostro de la ecuación, aunque supongo que algo similar pueden decir los hombres de tetas.

4 comentarios:

Rodrigo dijo...

y de ahí las normas de educación básicas, como dejarlas pasar siempre delante al atravesar cualquier puerta o, mejor aún, subir una estrecha escalera.

Sirenita de ojos negros dijo...

Aunque no os veamos, sabemos que lo estais mirando :)

Sr.Pérez dijo...

Las grandes verdades de la vida: ser de culos o tetas.
Yo siempre he sido de tetas, y recuerdo mi habitación adolescente llena de posters de Samantha Fox. De Sabrina no, que eran de mentira.

Con el tiempo vas aprendiendo que todo eso son tonterías y que lo verdaderamente importante es que te la coman bien.

Juan Abad dijo...

A mí que me la coma bien una cerda verrugosa no me motiva. Que me la coman bien sí, pero una buenorra.