La policía ya ha sido avisada: hay un novelista en el tejado que no deja dormir a los vecinos con el constante teclear de su máquina de escribir (dice que no puede pasarse a un moderno ordenador porque ahí arriba no tiene dónde enchufarlo). Se ha intentado razonar con él, pero en vano: aduce que si no baja es porque no puede encontrar en otro lugar esas vistas tan inspiradoras. Así que ahí sigue, recostado en una chimenea, inmune a nuestros requerimientos, escobazos de señoras que se encaraman a escaleras, lanzamientos de pelotas de tenis y demás métodos de disuasión improvisados.
1 comentario:
Paciencia. Ya lloverá.
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