viernes, 18 de octubre de 2013
Cucarachas y perros
Después de arduas investigaciones, los científicos de una universidad estadounidense desarrollaron un producto que mataba a las cucarachas sin afectar a ningún otro ser. De inmediato, la ONU aprobó una resolución para que se eliminara de una vez por todas a ese vil insecto que durante generaciones había sorprendido —y provocado sumo asco— a incautos humanos al encender la luz de la cocina o el cuarto de baño. Bombarderos B-52 surcaron los cielos del planeta y rociaron con bombas insecticidas cada metro cuadrado del mundo. Empezó una nueva edad de oro para el ser humano, que podía ponerse las pantuflas sin tener que mirar dentro antes. Sin embargo, cinco años después se descubrió que el insecticida provocaba cáncer entre los humanos. Se habían precipitado al usarlo, no se habían investigado los efectos a largo plazo. En menos de dos años, la humanidad se extinguió por completo también. Al menos, podría pensarse (de existir todavía alguien), se había conseguido evitar la profecía de que el mundo lo heredarían las cucarachas. No, en vez de eso, el hombre se lo legó a su mejor amigo: el perro. Aunque los perros invirtieron esta herencia en olisquearse el culo unos a otros todo el rato.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Y bueno. Es la hora del chimpancé (siempre me ha parecido un nombre raro, chimpancé. Como en francés pero de coña, no sé).
Publicar un comentario