—Ya no te quiero.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—No hay emoción.
—Oye, soy una persona, no una montaña rusa.
—Da igual. Contigo, antes todo era una aventura. Ya no. Ahora conozco todos tus secretos, ¿dónde está el suspense?
—¿Pero es que acaso quieres vivir en una película de Hitchcock?
—No, no tanto. Pero nuestra vida en común es ahora como una película predecible. Y tú siempre criticas esas películas.
—Pero todavía no conoces el final.
—Claro que lo conozco: se lo estoy dando yo.
—Si le pones fin a lo nuestro de esta manera, estarás terminándolo de una forma también predecible. Sin embargo, si aguardas, descubrirás un giro argumental sorprendente.
—¿Sí? ¿Me lo prometes?
—Claro. Tú sólo ten paciencia.
1 comentario:
Uf. Por los pelos.
Ahora, a embarazarla.
(Qué radical me he vuelto).
Y lueg ole dice Usted: ¡¡Tachááán!!
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