lunes, 20 de mayo de 2013
De nuevo, los fracasos tempranos
En Cádiz, en la presentación de Órbita 76, el más antiguo lector de este blog se acerca a la mesa y me da un ejemplar de Los fracasos tempranos para que se lo firme. Qué raro es todo, pienso con el librito en la mano. Hace cinco años que autoedité esto. El libro que le dediqué a una chica en un acto de ingenuo romanticismo (no es que ella se muriera de la ilusión). Y me planteo de pronto si mis ex amantes habrán comprado el cómic. Me las imagino comentando orgullosas: «Mira, esto lo ha escrito un chico con el que estuve (aunque lo ha dibujado otro tío)». Pero no, qué tontería. Seguramente no lo quieren, que les recordaría que se acostaron conmigo.
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1 comentario:
Vamos, vamos, no se autoarrugue. "Los fracasos tempranos" es un buen libro cuyo mayor defecto es que es demasiado corto y uno se queda con ganas de más. Pero es un perfecto manual de estilo, y el estilo es algo que o se tiene o no se tiene, y que diferencia a uno del resto.
Y basta ya de hacerle la rosca, coño, que me va a denunciar su señora abuela por intrusismo.
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