El amor es un juego de espías, piensa ella. Por eso, aprovechando que su marido está en la ducha, le revisa el teléfono móvil. No encuentra nada sospechoso, pero esto no es concluyente: quizá es un experto en la cautela. Así que decide cambiar los números de sus contactos femeninos por el suyo. De ese modo, reflexiona, ella recibirá los mensajes intempestivos que su marido pueda mandarles a esas furcias que tan bien oculta por ahora.
3 comentarios:
true story...
Eso se lo tiene que hacer mirar, ella.
Me pesan los brazos sólo de pensarlo.
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