—Hola —dice la chica—, ¿vienes mucho por aquí?
—De vez en cuando, algún sábado. ¿Y tú?
—Yo vengo siempre que quiero, que para algo soy una chica espaciotemporal.
—¿Perdona?
—Me cuelo por las rendijas del espacio-tiempo y aparezco aquí. Ya lo decía la canción: «hago chas y aparezco a tu lado». Fue la primera pista que tuve de que había otro mundo, ¿sabes? Sólo había que investigar cómo acceder a él.
—Eh... ¿y cómo descubriste el sistema?
—Sólo hay que girar muy deprisa sobre una misma, como un derviche turco. Bueno, y cerrar los ojos. También ayuda tararear alguna canción apropiada. A ser posible, que esté sonando en ese momento. Y nada más, sólo girar y girar hasta agotar el tiempo y subvertir las leyes de la física.
1 comentario:
Y comerse una setita de esas que tienen unos colores taaan graciosos.
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