—Martínez, recuerda que tienes que presentarme el informe.
Martínez aparta la mirada del buscaminas, pero Peláez ya no está en la puerta, situación que aprovecha el primero para sufrir una crisis nerviosa. Qué informe, se pregunta. Si todo el trabajo de hoy ya está terminado, ¿no? ¿O se me habrá traspapelado algo? ¿Pero qué? Rebusca entre los papeles, pero todo parece en orden (o lo estaba antes de revolverlo). Podría preguntarle a Peláez de qué informe le está hablando, pero es peligroso. Peláez es un chivato que aprovecharía la oportunidad para dejarle mal ante el jefe. Ahora, con los continuos despidos de personal. No, no puede arriesgarse a dar señales de ineptitud, las hienas siempre van a por el más débil de la manada. Así que tiene que presentar un informe, ¿pero cuál? Podría presentar uno improvisado, una huida hacia delante para ganar tiempo, pero también sería muestra de ineptitud. Se le ocurre de pronto que existe alguna posibilidad matemática de improvisar un informe y que resulte idéntico al que esperan, pero nunca se le han dado bien los juegos de azar. Esto es como El proceso, piensa: acusado de un crimen que desconozco. Mira por la ventana y recuerda lo que era ser niño y vivir sin preocupaciones. Sopesa la idea de tirarse por la ventana y causar una conmoción en la oficina, pero eso sería darle a Peláez lo que quiere. No, va a morir luchando, decide. Se levanta, va al despacho de Peláez y le dice:
—Peláez, dejé el informe en tu mesa hace horas.
4 comentarios:
Eso es un all-in en toda regla!
¡Con un par!
(Aunque en esta apestosa era digital el otro podría decir "pues mándamelo por correo electrónico").
(Suspiro).
jajaja, que gueno!
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