La fiebre es un ascensor que sube y baja por los pisos de mi vida. Me quedo en el piso cuarenta, que es donde están mis mejores amigos, los viejos delirios (de grandeza). Es donde está toda la animación, todo lo que iba a hacer pero que no pude por cuestiones que he olvidado. Aparece de pronto un botones y me dice que no puedo quedarme eternamente aquí, que esto es sólo un hotel y tengo que volver a casa. Pero yo no quiero bajar, quiero seguir subiendo, seguro que la azotea tiene unas vistas preciosas.
1 comentario:
Ay! Qué bonito es el delirio...
Un beso.
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