Desde hace meses, vivo un apasionado romance con mi vecina. Es una relación clandestina de un secretismo admirable; dudo mucho que mi mujer sospeche algo. Tampoco sospecha la vecina, que no sabe que mantengo un tórrido
affaire con ella en mi imaginación, aunque creo que a veces se lo huele por mi forma de mirarla cuando nos encontramos en el ascensor, momento en el que somos realmente cómplices.
1 comentario:
Es un placer leerte, de verdad
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