viernes, 13 de julio de 2012

Historias de gente corriente: Diego

Le presento a mi gato, el señor Bigotitos. No, no me mire como si estuviera loco: el gato es mi padre. Que no me mire como si estuviera loco, repito. Es mi padre reencarnado, no es que sea hijo de un gato. Sé lo que está pensando, pues yo tampoco creía antes en el samsara. Todo empezó cuando mi padre, en su lecho de muerte, dijo: «Volveré». Yo pensé que lo decía porque siempre le había gustado Terminator, pero no: era una promesa. Esto lo descubrí cuando me encontré al señor Bigotitos revolviendo en la basura. Es mi padre, me dije, que en sus últimos años padeció el síndrome de Diógenes. Esto se confirmó cuando me miró con sus grandes ojos gatunos: era una mirada de reprobación, la típica de mi padre, que siempre me juzgó con severidad; nunca conseguí que estuviera orgulloso de mí, pero lo intento con más ahínco en esta segunda oportunidad.

3 comentarios:

Alejandro Morales dijo...

... lo que no entiendo es, si lo tiene tan claro, por qué le sigue llamando Bigotitos. Yo le pondría John Connor.

Lola Valero dijo...

Dios mío... Casi lloro con el 'Volveré'. Qué humor el del padre.
Esto pasa a menudo, no lo de reencarnarse en gatos (que sería un castigo en realidad), sino la autosugestión camuflada en lógica tremendamente absurda. Día tras día.
Un abrazo!

Microalgo dijo...

Pues que sepa que acabará castrándolo, dando así rienda suelta a algún complejo de raíz griega, o yo qué sé.